Jorge Gómez Naredo
Argumentos para privatizar a Pemex
2 de junio de 2008
Cuando el Frente Amplio Progresista tomó las tribunas de las cámaras de senadores y de diputados, las televisoras, buena parte de las radiodifusoras y no pocos periódicos, gritaron al unísono: "secuestro", "inadmisible", "vergüenza", "chantaje", etcétera. Y lo gritaron fuerte y porfiadamente, todos los días, a todas horas. No informaron lo que se quería con la toma de las tribunas, lo que pretendían los legisladores del PRD, PT y Convergencia: todo fue descalificar las acciones reputándolas de "inadmisibles" en una "democracia" como la mexicana.
El logro de la toma de las tribunas fue un debate para dar a conocer e informar qué establece la reforma energética enviada por Felipe Calderón a la Cámara de Senadores; conocer, por ejemplo, si es legal, si no viola la constitución, si es lo mejor o lo peor para los mexicanos. Y saberlo de boca de expertos, de conocedores del tema, de implicados en el asunto del petróleo. El debate inició hace tres semanas y los medios de comunicación, que antes dedicaban centenas de minutos a denostar a los "revoltosos" que impedían la "democracia" en México, ahora que se está realizando el debate, poco interés muestran hacia lo que ahí se dice. ¡Vaya objetividad y pluralidad!
En las mesas de debate (celebradas martes y jueves) se han dado cita intelectuales, juristas, gobernadores, científicos, etcétera. Dos posturas se han delineado claramente: la que está a favor de la privatización de Petróleos Mexicanos (es decir, quienes apoyan la iniciativa de Calderón) y la que está en contra de la privatización y que plantea otras vías para fortalecer a Pemex. Sin duda, quienes llevan la delantera, quienes han esgrimido mejores argumentos y quienes han ganado todas las mesas, son los que están en contra de la iniciativa enviada por el Ejecutivo, es decir, quienes dicen no a la privatización de la paraestatal.
El jueves pasado, estuvieron en el debate varios gobernadores y el Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Uno de los defensores de la iniciativa de Calderón fue el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez. Este "representante popular" no pudo, en ningún momento de su intervención, pronunciar si quiera de una manera correcta "Pemex", pues siempre decía "Pemes". Este enjundioso defensor de la reforma energética de Calderón demostró su ignorancia, su facilidad para ser cínico, hipócrita y mentiroso. Pronunció frases tan incoherentes como "los hombres y mujeres libres no aceptamos una historia tendenciosa que pretende establecer un totalitarismo sobre las inteligencias". Lo que se desprende de esta apreciación es el absoluto desconocimiento de las teorías históricas y su incapacidad para comprender lo que significa totalitarismo.
El señor gobernador de Guanajuato, no teniendo ni un ápice de vergüenza por su ignorancia de la realidad petrolera, abundó en una "propuesta" que lo único que demostró fue su amplio desconocimiento del tema. Adujo: "Los recursos petroleros, si bien abundantes, son finitos. Estamos hablando de recursos no renovables. ¿Cómo transformarlos en riqueza permanente a partir de los recursos que pudieran generarse de la explotación petrolera?" La solución planteada fue: "Les propongo que un porcentaje significativo de la recaudación proveniente de los ingresos petroleros se destine a generar los cambios estructurales que demanda el país. Que utilicemos la palanca del petróleo para elevar de manera permanente la competitividad de México". ¡Vaya sagacidad!, ¡vaya altura de miras!, ¡vaya sandez! Desde hace ya muchos años, el 40% del presupuesto federal proviene de Pemex. Y han sido el PAN y el PRI quienes han utilizado esos recursos para gastos corrientes y no para cambios "estructurales".
Estas personas que se atreven a engañar de esta forma, son las que apuestan a la privatización de Pemex (o Pemes, como nombra Oliva Ramírez a la paraestatal). No les interesa saber más, no buscan alternativas: quieren entregar la riqueza petrolera a los extranjeros para pagar facturas nacidas en la campaña electoral de 2006. Ellos dicen que si se aprueba la reforma petrolera, todo México automáticamente se transformará en un país privilegiado, lleno de bienestar y prosperidad. Mentiras, mentiras y más mentiras.
Desgraciadamente, estos argumentos tan sin sentido, tan absurdos y tontos, no aparecen en las pantallas de televisión, no se escuchan en las radiodifusoras, no se leen en las páginas de muchos diarios. Quieren engañar al pueblo. Ojala no lo logren, porque si se llega a aprobar la reforma energética enviada por Calderón a la Cámara de Senadores, la viabilidad de México como nación independiente y soberana, quedaría destrozada.