lunes, 18 de junio de 2007

Servicio informativo núm. 111





Ciudad de México, 17 de junio de 2007
Servicio informativo núm. 111


Sumario:


I. Reanuda servicio de noticias ISA sus envíos informativos


II. Entrevista con José Luis Piñeyro: Sin un plan integral, la guerra contra el narco está perdida


III. Nuestra palabra: a propósito de las políticas calderonistas contra el narcotráfico y las iniciativas políticas del gobierno legítimo



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REANUDA SERVICIO DE NOTICIAS ISA SUS ENVÍOS INFORMATIVOS


El pasado 23 de mayo, servicio de noticias ISA se vio en la obligación de suspender el envío de sus servicios informativos, así como de sus resúmenes semanales en inglés y en francés —weekly summary of the ISA news service y résumé hebdomadaire du service journal ISA—, ante una falla en su base de datos que impedía su buen funcionamiento. Fue la segunda ocasión en que un problema de esa naturaleza se presentaba, por lo que decidimos resolverlo de raíz para que no vuelva a suceder.


La decisión implicó que durante casi cuatro semanas dejáramos de emitir nuestros reportes informativos; la espera ha terminado y esperamos que los problemas de funcionamiento también. Hoy contamos con un sitio en internet propio: www.informativoisa.org que si bien de momento sólo alojará al más reciente servicio de noticias ISA, poco a poco iremos construyéndolo como un espacio más de información, análisis y difusión de la realidad mexicana.


Para aquellos suscriptores a los que está llegando por primera vez nuestro trabajo periodístico, los invitamos a que nos conozcan y —de resultar de su interés— a que decidan permanecer dentro de nuestra lista de suscriptores.


QUIEN DECIDA QUE NO SON DE SU INTERÉS NUESTROS MENSAJES, ENCONTRARÁ AL FINAL DE ELLOS UN MECANISMO SENCILLO PARA ELIMINARSE DE NUESTRA LISTA DE SUSCRIPTORES, O BIEN PODRÁ PEDIRNOS QUE NOSOTROS LO BORREMOS, DIRIGIÉNDOSE A CUALQUIERA DE NUESTROS CORREOS: informativoisa@yahoo.con.mx y noticias@informativoisa.org


Sin embargo, esperamos que ninguno tome esa decisión y de antemano les decimos: sean todos bienvenidos.


En servicio de noticias ISA encontrarán todos nuestros suscriptores un esfuerzo sincero por aportar a la construcción de medios de información alternativos a los monopolios televisivos y a la gran prensa mexicanos. Después de cuatro meses de haber nacido y de dos “fallas técnicas” vencidas, regresamos a nuestra labor con más ímpetu y más enseñanzas. Esperamos que nuestros servicios informativos así lo muestren.

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Entrevista con José Luis Piñeyro

SIN UN PLAN INTEGRAL, LA GUERRA CONTRA EL NARCO ESTÁ PERDIDA


La violencia generada por el llamado crimen organizado y por los carteles del narcotráfico en México se ha acrecentado a grados que eran inimaginables hace poco tiempo. Además de la percepción social de este problema —que los grandes medios electrónicos y la gran prensa se encargan de mantener en el primer orden de la atención y que el gobierno espurio ha adoptado como su caballito de batalla para alcanzar la legitimidad que el voto ciudadano no le otorgó—, el tema es muy preocupante debido a que la descomposición social y del propio Estado que implica el crecimiento del narcotráfico será muy difícil de revertir una vez que se haya iniciado el deterioro.


Por esa razón, servicio de noticias ISA buscó la opinión de un especialista sobre el tema, para ofrecerla a sus lectores. José Luis Piñeyro es profesor e investigador de la carrera de Sociología en el Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco. La seriedad de sus análisis lo han llevado a ser colaborador regular en distintos medios informativos, labor que en 2004 lo hizo merecedor del Premio Nacional de Periodismo en la categoría de artículo de fondo.

He aquí la charla tenida con servicio de noticias ISA.



A la luz de lo sucedido en los meses recientes, ¿percibe usted algún cambio en las tareas que tradicionalmente ha venido desempeñando el ejército y en particular en su involucramiento en tareas de combate al narcotráfico?


Hay que partir de que la participación de los militares en contra del narcotráfico empieza de manera masiva en el sexenio de Miguel de la Madrid, es decir, ya tiene más de 25 años; ésta ha sido una participación creciente y se justifica por los niveles de corrupción existentes en las policías federales y municipales, sobre todo en las federales. Por lo tanto, no había otra fuerza en México más que el ejército que pudiera combatir el narcotráfico, lo que fue planteado como una participación provisional y de emergencia.


Esta participación ya no es provisional, ya que tiene un cuarto de siglo, y ha sido de emergencia en los últimos años; en tiempos del presidente Zedillo, la participación era grande y con Fox también, pero se mantuvo de alguna manera dentro de un bajo perfil; ahora, con Calderón, se muestra mucho más porque Fox fue bastante irresponsable en términos de combate al narcotráfico y en general al crimen organizado; digamos que le estalló la bomba a Calderón entre otras razones por este antecedente.


Ahora bien, esta intervención militar está generando reacción por parte de las diferentes bandas de narcotraficantes y del crimen organizado. La Procuraduría General de la República (PGR) ha dicho que la violencia y los 1100 ejecutados reportados en lo que va del año obedecen a ajustes de cuentas entre narcotraficantes; también ha dicho que son narcotraficantes que mueren en enfrentamientos con policías y militares.


Una explicación más que dan es que el narcotráfico está intentando incursionar en otras actividades no relacionadas con el narcotráfico, compitiendo con otros delincuentes en tráfico de migrantes, de mujeres, de órganos humanos, de niños, de mercancía robada, contrabandeada, en prostitución y en todo este tipo de actividades ilícitas. La PGR, lo planteó en España; de hecho, Medina Mora dice que hay una declinación en el precio de la cocaína que obliga a los narcotraficantes a incursionar en estas otras actividades criminales que generan violencia; éstas son las explicaciones que dan.


Una cuarta explicación es que están matando comandantes de policía que, todo indica, son honestos, lo que quiere decir que hay una nueva táctica del narcotráfico; anteriormente, éste penetraba en mandos superiores y medios de la policía y del ejército, pero la tropa no contaba; ahora todo indica que están penetrando en el nivel de las corporaciones policiacas, en el grueso de la corporación, y los mandos medios y superiores no están penetrando, por eso los están asesinando; es decir, parece ser que tenemos comandantes honestos que están tratando de hacer las cosas bien, pero tienen a sus corporaciones vendidas al narcotráfico.


Hay casos muy concretos, por ejemplo, en la policía municipal de Nuevo Laredo, Matamoros, Apatzingán, donde el grueso de esta policía está sujeta a investigación, ha sido desarmada por el ejército, etc. y claro que no sirve de nada que haya comandantes que den órdenes si la tropa no obedece.


Otra táctica nueva del narcotráfico es generar terror entre la población y las propias corporaciones policiacas; este grado de violencia, con decapitaciones y mensajes en cuerpos, genera terror entre la población civil y elimina la posibilidad de que haya colaboración ciudadana con los militares y la policía; de hecho, hay una vieja tradición de desconfianza de la población hacia la policía, pero con esto los aleja más. Sin embargo, la violencia del crimen organizado también va dirigida a aterrorizar a las policías; por ejemplo, en Monterrey están en huelga exigiendo mejores salarios, mejor armamento, están aterrorizados por cómo está actuando el narcotráfico; en Cananea, Sonora, de los 45 miembros de la policía municipal, 35 ya renunciaron. Si esto lo pasamos a un plano político-social, estamos viendo que ha habido casos de violación a los derechos humanos por parte de policías y militares; Apatzingán ha sido un caso muy sonado, pero ha habido otras situaciones de violación a los derechos humanos.


¿Cree que es correcta la estrategia de Calderón de sacar a los militares a combatir al narcotráfico?


Si las policías están corruptas, es necesario echar mano del ejército; pero el problema es que no se ven claros los objetivos de mediano y largo plazo. Hay factores vitales que, sin embargo, no están considerados en la estrategia anticriminal; por ejemplo, hay que generar una policía federal preventiva realmente confiable; generar también una campaña permanente de prevención del delito de consumo de drogas; en México no hay campañas para que la población tome conciencia del peligro del narcotráfico y también disminuya el consumo de drogas; esto no se contempla porque, aunque por ahí sacan programas muy específicos, no sirven de nada; no hay responsabilidad de los medios masivos de comunicación, no hay responsabilidad de los empresarios para que se den pláticas en las empresas, no la hay en las universidades o bachilleratos, campañas de prevención en serio; lo otro que aparece por ahí, los spots de que la lucha está muy difícil, no son más que para convencer a la población de que están haciendo bien las cosas, pero no.


Otro faltante en la estrategia anticriminal: no hay una campaña permanente y real, amplia, de rehabilitación de drogadictos; los centros de la PGR y los centros de rehabilitación privados son mínimos frente al número de la población adicta; tampoco se está trabajando en una campaña permanente que incentive la participación social para combatir el crimen organizado; Calderón ha dicho varias veces que el Estado no puede solo contra el crimen organizado, que se requiere de la sociedad, pero no se ve cómo se impulsen mecanismos desde el gobierno federal para que la población se involucre; aunque sabemos que es un proceso difícil, no hay de otra más que el hecho de que la sociedad se involucre para denunciar la corrupción de las corporaciones y apoyar a las que sí son honestas; habría que hacer policías de barrio, policías de condominio, policías comunitarios, como hay experiencias en el estado de Guerrero que entiendo han sido exitosas; no hay juntas vecinales, no hay nada de eso.


Para finalizar, no se ve ninguna estrategia ni ninguna detención de lavadólares; el núcleo central del narcotráfico es el medio financiero; si no se ataca el medio financiero, no se avanza; ha habido confiscaciones de 205 millones de dólares, otro tanto de euros y de pesos, pero esto es mínimo frente al negocio del narcotráfico. No han aparecido nombres de empresarios, de políticos, de policías, de militares que estén coludidos para lavar dinero; la versión extraoficial es que el lavado de dinero no se hace en México, en el medio financiero, sino que se hace al menudeo, básicamente en las ciudades fronterizas donde llega la gente, vende y compra dólares; la pregunta es: ¿ahí se lavan todos los dólares?, no es creíble. Una máxima de los criminólogos en todo el mundo es que en donde hay crimen organizado hay corrupción del Estado, es decir, el crimen organizado no puede subsistir si no hay corrupción en el Estado.


¿Hay entonces narcopolítica en México?


Muchos hemos dicho que hay que reaccionar, hay que recuperar territorios, hay que establecer nuevas condiciones, nadie que sea serio puede creer que se puede ganar la guerra contra el narcotráfico; no la ha ganado Estados Unidos, no la ha ganado ningún país en el mundo y no la vamos a ganar nosotros, pero hay que establecer nuevos límites al narcotráfico. Pero si hay una guerra uno se pregunta entonces dónde está la guerra contra el medio financiero.


La pregunta es hasta qué punto el Estado controla a la delincuencia o es controlado por ella. Si no hay una campaña integral en la lucha contra el narcotráfico, si todo se queda en la utilización de ejército, ¿hay un deseo real por parte del gobierno mexicano de combatirlo?


Aquí hay que señalar que el último decreto presidencial para conformar un cuerpo especial del ejército se ha justificado extraoficialmente para exentar del combate al narcotráfico al grueso de la tropa regular y no lo corrompan, pero, bueno… ¿y si el narcotráfico penetra este cuerpo de elite? Vamos a estar peor y nadie puede garantizar que esto no suceda; la segunda cosa es que el propio decreto presidencial dice que este cuerpo de elite es para combatir los casos en donde se vea amenazada la paz pública; bueno, no es lo mismo la delincuencia que la protesta social, entonces esto ha hecho que algunos hayan llegado a hablar de guardia pretoriana, un cuerpo al servicio de los intereses y necesidades del gobierno. Por el momento, dicho por la misma PGR, no han agarrado a ningún narcotraficante importante, todos son de medio pelo.


Teniendo en cuenta el ambiente en el que toma el poder Calderón, esta estrategia tan limitada tiene un contenido mediático; las operaciones militares sin duda son necesarias, pero sin un plan integral no tienen efectividad; es evidente que Calderón llega al gobierno con el gran estigma de la ilegitimidad y que con estas acciones pretende legitimarse.


El combate al narcotráfico tiene que ver con la generación de empleos y aquí quiero hacer mucho énfasis porque se me ha acusado de que yo criminalizo la pobreza; la realidad es que en México la cifra oficial de pobres es de 55 millones, la extraoficial, de economistas como Julio Bolvitnik, llega hasta 75 millones; yo no digo que todos éstos se van a meter al narcotráfico porque ahí sí no habría ningún ejército que lo parara; lo que yo digo es que, tomando las cifras oficiales, con sólo 1% que se involucrara en las redes del narcotráfico serían 500 mil personas que entrarían a la delincuencia organizada en general; el gobierno no quiere reconocer esta realidad, dice que no se debe a una causa de tipo económico, que más bien es una cuestión de cultura, que no hay una cultura de la legalidad, de denunciar el crimen, o dicen que es un problema de coordinación, en fin…


¿Cómo podría afectar al propio ejército esta estrategia de combate tan miope?


Bueno, ya lo ha dicho Naciones Unidas y hasta alguien que me merece tan poco respeto como Soberanes, el ombusdman: hay que retirar al ejército de las calles. A mí no me extrañaría que el narcotráfico esté feliz por enfrentarse al ejército, que esté pensando: “lo vamos a desgastar, van a cometer violaciones a los derechos humanos, etc.; la gente va a decir: militares al cuartel y nosotros tendremos el terreno todavía más libre”. No me extrañaría nada, 1100 muertos son muchos; si seguimos así, terminaremos el año con más de 3000, en fin, como han dicho algunos: en Irak se explica porque están en guerra, pero aquí no, se supone que no estamos metidos en ninguna guerra que justifique ese número de muertos producidos por violencia.


A un campesino de San Salvador Atenco le han caído 67 años por defender su tierra y a un narcotraficante le cayeron 18 años de cárcel. ¿Se va a utilizar al ejército para reprimir al moviendo social?


Están poniendo las barbas a remojar porque se están dando cuenta de que la conflictividad social es alta debido a las modificaciones a la Ley del ISSSTE, al aumento del desempleo, de la pobreza; las cosas no están precisamente muy tranquilas y puede haber en cualquier momento protestas sociales masivas, así que puede ser un preparativo para criminalizar, en un momento dado, a un movimiento social. Las modificaciones al código penal son muy preocupantes. A corto plazo me preocupa esa sensación de que la gente esté dispuesta a perder libertades siempre y cuando se combata la inseguridad; el problema es que tal y como vamos, no se va a combatir y la gente va a perder derechos y libertades; en fin, una situación desastrosa.


¿Cuánto tiempo cree que puede durar una estrategia donde no se den resultados reales a la gente, pero ésta pierda libertades?


Es muy difícil que una estrategia como ésa se prolongue en tiempo y espacio. En el tiempo, no va más allá de dos años porque es un desgaste muy grande político, económico y para las fuerzas armadas y para las policías. En el espacio, hay que decir que ya el narco se está extendiendo por todo el país, la estrategia del narco es guerra de guerrillas, no atacan más que cuando les conviene, tienen movilidad geográfica, así que es una guerra muy difícil de ganar.


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Nuestra palabra:

A PROPÓSITO DE LAS POLÍTICAS CALDERONISTAS CONTRA EL NARCOTRÁFICO Y LAS INICIATIVAS POLÍTICAS DEL GOBIERNO LEGÍTIMO



El fenómeno del narcotráfico acumula una creciente cantidad de aristas, todas ellas por igual graves en sus consecuencias sociales, económicas, políticas y hasta culturales.


Sólo por enumerar algunas rápidamente, podemos decir que el narcotráfico ha invadido sectores importantes de la clase política, de los cuerpos policiacos y militares, así como de los aparatos judiciales; los capitales y ganancias que están involucrados en esta actividad han hecho lo mismo en instituciones públicas y privadas a través del lavado de dinero; los sectores urbanos y campesinos que se ven integrados a tal actividad son presas fáciles ante los crecientes niveles de pobreza y falta de oportunidades que el abandono de las responsabilidades sociales por parte del Estado ha provocado como producto de los modelos económicos neoliberales impuestos a la nación en los últimos lustros; el problema de salud que socialmente representa el consumo de drogas no encuentra una respuesta satisfactoria ante un igualmente empobrecido sistema de seguridad social estatal, como lo demuestra el crecimiento del narcomenudeo y el hecho de que el país ya no sólo es territorio de paso de las drogas sino también de consumo.


A pesar de tal diversidad de flancos que el problema representa, el gobierno espurio ha escogido sólo un camino para atacarlo: el de la confrontación directa mediante la fuerza armada, con las consecuencias que ello conlleva: sacar al ejército a las calles para cumplir labores que constitucionalmente no le corresponden; militarizar el país afectando los derechos humanos más elementales; poner en riesgo de un mayor deterioro a esta institución del Estado y de que sufra el mismo proceso de corrupción que sufrieron las policías federales y estatales; romper el orden jurídico o bien remozarlo para legalizar la represión indiscriminada, incluida la dirigida contra el descontento social. Todo ello, además, sin ninguna garantía de éxito en la batalla, como se muestra ya con el fracaso de los superoperativos policiaco-militares y el crecimiento exponencial de la violencia ligada al narcotráfico.


Como señala en entrevista el académico José Luis Piñeyro, es muy posible que el narcotráfico esté feliz con que hayan puesto al ejército a combatirlo porque tiene fe en su propio poder corruptor; por su parte, el ejército, debido a su propia naturaleza, va a dedicarse a destruir al enemigo y eso significa que no se detendrá en nada para cumplir su objetivo. Esto va a traer violaciones a los derechos humanos inocultables mediante gastritis recurrentes; en fin, poco a poco la imagen del ejército se va a deteriorar y, nuevamente, cuando ya no quede ni el ejército, el narco estará feliz y la sociedad cada vez más hundida en la violencia y en el crimen.


La población que vive más cercana a los “escenarios de la guerra” está aterrorizada por el asunto y no es para menos; sin embargo, esto la lleva a que sectores importantes de ella prefieran que les restrinjan libertades con tal de que se combata al narcotráfico. Hay, de hecho, una derechización clara de la sociedad en este tema; la gente quiere resultados y cree verlos mediante las campañas de bombardeo de spots gubernamentales planteadas por Calderón sin que esto se traduzca en resultados reales.


Lo real, como hemos dicho, es que poner al ejército al frente de la lucha contra el narcotráfico no va a solucionar nada. Compartimos la visión de Piñeyro en el sentido de que se necesita un plan integral que atienda muchos planos.


La gente necesita entender que si acepta o tolera el consumo de drogas está alimentando la delincuencia con toda su secuela de violencia terrible; es decir, se necesita una campaña de prevención del delito y no sólo atacarlo y sancionarlo cuando ya se realizó el mismo.


Es importante dar seguridad a la población y generar la confianza necesaria para que denuncien a los criminales; si bien las campañas publicitarias del gobierno usurpador persiguen este objetivo cuando se desgañita en las pantallas televisivas señalando que el Estado solo no puede contra el narco, es impensable que si no se crean los mecanismos necesarios esto pueda darse.


Por lo demás, la crueldad con la que se comporta el narco tiene el objetivo de inhibir esta participación y hay que hacer algo al respecto diferente a una lluvia televisiva de spots.


Es necesaria una campaña nacional contra el consumo de estupefacientes, hecha con la necesaria sensibilidad (y no sólo con la criminalización del drogadicto), aunada a un plan de salud dirigido específicamente al problema de las adicciones.


Es necesario crear nuevas policías, con mecanismos éticos de actuación, eficaces, con fuertes antídotos contra la corrupción, bien preparadas y armadas, identificadas con la población, diversificadas y coordinadas; educadas en el respeto a los derechos humanos, bien pagadas, para que, en un momento determinado, se retire al ejército de las calles y sea sustituido por dichas policías, ya que, en este plano, este problema es un asunto policiaco, no militar.


Se necesita sanear el Poder Judicial para poder investigar no sólo a los narcotraficantes sino para ir a fondo en la investigación de sus ramificaciones, para saber quiénes en los altos mandos de la política están aliados al narco.


Por último, es necesario quitarle el agua al pez, es decir, es fundamental investigar a fondo los mecanismos mediante los cuales el sistema financiero lava el dinero proveniente del narco; cuando empiecen a caer empresarios que están metidos en el negocio del lavado, así como altos mandos de la policía y de la política, empezaremos a creer que se camina por buen sendero.


Son estos temas los que preocupan de sobremanera a la sociedad, y de nada sirve denunciar que Calderón lo está haciendo mal y que antes o después quedará al descubierto y será claro su fracaso; es insuficiente caricaturizarlo como el comandante Borolas si el Gobierno Legítimo y su presidente no capitalizan el enfoque profundamente limitado y por lo mismo equivocado con el que el gobierno usurpador pretende enfrentar tan enorme fenómeno.


La tarea está ahí.


La Secretaría de Justicia y Seguridad del Gobierno Legítimo deberá trabajar en una propuesta seria sobre nuevas policías que puedan asumir en un momento determinado el combate al narco para sacar al ejército de la calle, así como sobre propuestas legislativas alternativas a las propuestas calderonistas que sólo preparan la represión a luchadores sociales y la militarización sin límite del país.


La Secretaría de Salud deberá preparar una propuesta de salud y una campaña inteligente contra las adicciones que incluya la atención a las secuelas familiares y sociales que generan.


La Secretaría de la Hacienda Pública deberá hacer una propuesta sobre cómo atacar el fenómeno del lavado de dinero y el involucramiento del sistema financiero en él.


La Secretaría del Estado de Bienestar deberá trabajar en una propuesta de campañas para sensibilizar a la gente sobre la prevención del delito, que muestre que la sociedad tiene una responsabilidad en este combate, ya que cada vez que se compra un gramo de coca se está abonando a la violencia de la que luego esa sociedad se queja amargamente y hasta dispuesta se muestra a perder libertades, y deberá preparar planes de desarrollo social que regresen al Estado la responsabilidad de ofrecer a la población niveles de vida dignos y alternativas de desarrollo individual, profesional, laboral, familiar y social que no les dejen como única salida su integración a las redes del narco.


El Gobierno Legítimo deberá informar a la sociedad cuál es la realidad y la dimensión del problema. Llegado el momento, nadie podrá decir que el Gobierno Legítimo no lo advirtió, no lo denunció y no propuso salidas reales al problema. Esto incidirá positivamente en la presencia social del Gobierno Legítimo, mostrándolo como un gobierno verdaderamente alternativo.


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