miércoles, 6 de febrero de 2008

ISA Servicio informativo núm. 342

Ciudad de México, 6 de febrero de 2008
Servicio informativo núm. 342

http://www.serviciodenoticiasisa.blogspot.com


Sumario:


I. Apertura petrolera, por Rogelio Ramírez de la O


II. Elba Esther Gordillo y el monstruo de las mil cabezas, por Laura Itzel Castillo


III. No existe un plan contra la crisis estadounidense, por Mario Di Costanzo


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APERTURA PETROLERA
por Rogelio Ramírez de la O
(publicado en El Universal el 6 de febrero de 2008)




La verdadera oportunidad que tuvo el gobierno para abrir el sector petrolero a la inversión privada fue en los años 90 y no ahora, pues era cuando tenía la mayoría del Congreso y podía cambiar la Constitución. Si ésta no se cambia, cualquier apertura es inútil, pues las leyes secundarias nunca darán la seguridad que requieren los inversionistas serios.





Además, en los 90 no había una experiencia negativa sobre las privatizaciones. Hoy la percepción en amplios sectores es que el gobierno las hace con conflictos de interés o corrupción, favoreciendo a grupos específicos y no al interés general. Justa o injusta, los gobiernos de Ernesto Zedillo y Vicente Fox estaban obligados a corregir esta percepción, limpiando de dudas los casos notables que les tocó resolver, como el rescate bancario o el rescate carretero, pero no lo hicieron. Por ahorrarse un conflicto político o un verdadero ejercicio de rendición de cuentas, dejaron la duda plantada y cancelaron la credibilidad de cualquier privatización futura.





Plantear hoy la apertura, en especial con los mismos grupos que adquirieron activos del Estado en los 90, sería como si en Estados Unidos los ex directores de Enron estuvieran hoy comprando los bancos de Wall Street.





En los 90 no prevalecía la visión de que las reservas mundiales de petróleo son muy limitadas frente a la demanda futura. Es natural entonces que haya resurgido el celo de los estados por tener el control directo de sus reservas y de su tasa de explotación. Una privatización en estas condiciones, aun vestida como apertura limitada, alianzas estratégicas o cambio en las leyes secundarias, quedaría abierta a un enorme riesgo político.





Otro factor en contra de la apertura es que durante mucho tiempo el gobierno permitió o causó deliberadamente el debilitamiento progresivo de Pemex, tanto que hizo que muchos técnicos del mismo Pemex y observadores se dieran cuenta de lo irracional de impedirle invertir en exploración y construir más refinerías, entre otros.




Hoy, a pesar de ese debilitamiento, Pemex tiene un enorme superávit de operación de más de 70 mil millones de dólares que pocas empresas tienen en el mundo, aun petroleras. Esto desacredita aún más el argumento oficial de que no hay dinero para financiar la inversión de Pemex y más aun cuando los precios del crudo han llegado a 80 dólares por barril.





Para colmo, al faltar capacidad de refinación, aumentaron las importaciones de gasolina, llegando a 21 mil millones de dólares en cinco años, con los que según notas de prensa, se podrían construir siete refinerías. Y aun así, el gobierno le sigue negando fondos a Pemex para comenzar la construcción de una sola refinería.





Todo lo anterior hace imposible al gobierno navegar con los argumentos de que Pemex está agotado, de que no hay reservas y de que enfrentamos una crisis inminente de petróleo, para convencer de que la inversión privada es la única solución. Parecería un mal mago en el escenario que hace sus trucos sin darse cuenta que todo el público ve lo que quiere ocultar.





Desde luego, la situación del sector energético es muy difícil. Muchos argumentan que hay una propuesta de apertura y que en cambio quienes se oponen a ella carecen de propuesta. Pero la propuesta alternativa sí existe y es por cierto superior a la del gobierno, simplemente porque éste quiere hacer lo imposible (cambiar la Constitución sin perder la estabilidad) y la alternativa viable es hacer lo difícil.





Hay muchos temas, pero solamente esbozo tres para profundizar en otra ocasión. Uno es la presencia de grandes economías de escala en el sector petrolero como hoy existe, bajo un solo dueño. Estas economías y la posibilidad de grandes reducciones de costos se perderían con una apertura selectiva, al diversificarse la propiedad.





Ligado a lo anterior, los precios internos de la energía hoy se fijan con la base del precio en Estados Unidos. Esto imposibilita a la economía aprovechar sus ventajas naturales para ganar competitividad. Es como si China fijara sus salarios con la base del salario estadounidense.





El tercer tema es la seguridad de abasto de energéticos en el largo plazo. La energía no debería tratarse como cualquier bien que se puede comprar en cualquier cantidad en cualquier momento, sino, por el contrario, como un bien sujeto a riesgos de oferta. Los países poderosos pueden asegurar su abasto con medios militares. Los de alto crecimiento, con un altísimo superávit corriente externo. Los países como México tienen que encontrar sus propias formas y políticas para hacerlo.





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ELBA ESTHER GORDILLO Y EL MONSTRUO DE LAS MIL CABEZAS
por Laura Itzel Castillo
(publicado en El Gráfico el 6 de febrero de 2008)




En México, la vivienda no sólo ha dejado de ser un derecho humano, sino que se ha convertido en un negocio para los funcionarios y un pago de facturas políticas. Sólo mencionaré dos ejemplos. Durante el sexenio pasado, Elba Esther Gordillo recibió a través del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) “aportaciones” de alrededor de 10 mil millones de pesos para el Fideicomiso para el Financiamiento de la Vivienda Magisterial (Vima).





Esto equivale a lo ejercido durante todo el sexenio anterior por el Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo). Para este año la inversión pública federal aplicada para la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) y Fonhapo, es de sólo 5 mil millones de pesos para atender a una población de más de 100 millones de habitantes que existen en toda la República, mientras que el SNTE agrupa a un millón y medio de maestros, suponiendo que el dinero les fuera a beneficiar.





Si se hubiera invertido el recurso en lo que se debía, se podrían haber construido más de 30 mil viviendas de interés popular para los mentores. Esta cifra representa, por otra parte, más de la cantidad de viviendas que existen en la ciudad de Tlaxcala.





Al finalizar el año 2000, después de la realización de una auditoría externa al FOVISSSTE, salieron a relucir irregularidades detectadas en los fideicomisos que conforman el Fondo Vima: cobros excesivos, presunto daño patrimonial, así como el evidente contubernio con las empresas inmobiliarias contratadas que habían incumplido los estándares mínimos de calidad. Sin embargo, en el país de la impunidad no hay sanciones; al contrario, se premia la corrupción con dinero del erario público.





Un ejemplo más. También durante el mandato de Fox, el FOVISSSTE vivió otro escándalo nacional. Se debió a un presunto fraude por tráfico de influencias manejado por dicha dependencia para beneficiar a las empresas Inmobiliarias Kilate y Construcciones Prácticas SA de CV, firmas con vínculos muy cercanos a los hermanos Bribiesca Sahagún, hijos de Marta Sahagún.





La operación ilícita consistió en que los hermanos bribones adquirieron alrededor de 250 viviendas en Acapulco, Guerrero, en tres mil pesos cada una que luego revendieron al FOVISSSTE en más de 300 mil pesos. En todo este proceso intervino gente incondicional a Gordillo como Antonio Goñi Jasso y Fernando González Sánchez, yerno de la maestra. A pesar de ello, el 29 de noviembre de 2006, dos días antes de que “tomara protesta” Felipe Calderón, la PGR liberó de cualquier responsabilidad a los hermanos Bribiesca, declarando el no ejercicio de la acción penal.


¿Esa es la política de vivienda que aplicará Calderón para enfrentar la crisis que viene?





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NO EXISTE UN PLAN CONTRA LA CRISIS ESTADOUNIDENSE
por Mario di Costanzo

Resulta totalmente absurdo que la SHCP de Agustín Carstens haya modificado a la baja las expectativas de crecimiento económico para 2008, de 3.5% a 2.7%, sin haber modificado sustancialmente los demás indicadores macroeconómicos del país; así, por ejemplo, el menor crecimiento esperado ya no es consistente con la inflación esperada, la cual permaneció sin modificación aún y a pesar de que el crecimiento en Estados Unidos será menor y la inflación en ese país será mayor debido al efecto de los precios internacionales del petróleo.


Así, vemos que los Programas de Inversión e Infraestructura recientemente anunciados por Felipe Calderón no son “nuevos”, ya que prácticamente la totalidad de ellos ya estaban contemplados en el Presupuesto para 2008, que fue aprobado en noviembre del año pasado por los diputados.


Por ello, el impacto de los programas anunciados sobre el empleo y el crecimiento económico será prácticamente nulo, y los 600 mil empleos que se proyecta generar para 2008 serán imposibles de alcanzar.


Hay que recordar que los Criterios de Política Económica, también llamados Marco Macroeconómico, constituyen las proyecciones de los principales indicadores macroeconómicos sobre los cuales se hacen las estimaciones de ingresos y gastos públicos; por ello de la consistencia y veracidad que tengan las proyecciones macroeconómicas dependerá el comportamiento de las finanzas públicas y de la economía en general.


Más aún y cuando parece que con excepción de los altos niveles en el precio del petróleo, la mayoría de las condiciones económicas que enfrentó la economía norteamericana a principios del sexenio anterior se están repitiendo, pero éstas son aún peores que durante el primer trienio de Vicente Fox.


Así, podemos darnos cuenta de que entre 2001 y 2003, mientras el crecimiento promedio de la economía estadounidense fue de apenas 2.0%, la economía mexicana registró un crecimiento de apenas 1%, y la generación de empleo fue negativa, ya que si comparamos los asegurados en el IMSS entre 2001 y 2003, se observa que éstos disminuyeron en 39 mil 413 personas.


Lo anterior, a pesar de que entre 2001 y 2003, la economía mexicana tuvo ingresos excedentes por concepto de petróleo por aproximadamente 80 mil millones de pesos y el gobierno realizó una inversión pública en esos tres años por casi 400 mil millones de pesos.


Es un hecho que desde que Calderón anunció la incorporación de Agustín Carstens como el encargado de su Programa Económico, se generaron diversas reacciones y opiniones en prácticamente todos los sectores económicos y políticos del país y si bien es cierto que en los círculos financieros del poder, la designación del ex subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) causó buenos comentarios, también planteó fuertes críticas por parte de analistas y académicos, que manifestaron duramente su inconformidad al señalar que Felipe Calderón se supeditó nuevamente a las instrucciones del FMI y de Roberto Hernández.


Lo cierto es que desde que Carstens tomó el control de las finanzas del país se ha dedicado a aplicar la misma estrategia que su antecesor, Francisco Gil Díaz; por ello la economía mexicana sigue enfrentando el principal problema del sexenio foxista, es decir, falta de crecimiento y de empleo.


De esta manera, Carstens, al aplicar las mismas medidas económicas que se vienen aplicando desde principios de la administración foxista, no ha podido ni podrá obtener resultados diferentes a los que hasta ahora se han obtenido.


Es pertinente recordar que también durante la gestión de Agustín Carstens como subsecretario de Hacienda del gobierno foxista (2001-2003), se logró la aprobación por parte del Congreso de la llamada Reforma Financiera y buena parte de la Reforma Fiscal, pero también, sin lugar a dudas, fue durante la primera mitad del sexenio cuando se obtuvo un menor crecimiento económico.


De esta manera, se observa que la situación se repite, ya que Carstens, aparentemente, ha logrado obtener “un parche fiscal” con la mal llamada “reforma fiscal” calderonista”; sin embargo, hasta ahora, nada muestra que la economía mexicana pueda retornar al camino del crecimiento y del empleo.


Lejos de eso, se observa que durante el 2007 la economía mexicana, de acuerdo con los datos reportados en los Criterios de Política Económica, apenas registró un crecimiento de 3.3%, cifra que se compara desfavorablemente con 4.7% registrado en el 2006.


Cabe destacar que para 2007, los empleos generados disminuyeron en más 139 mil personas con respecto de los empleos generados durante el 2006 y de acuerdo con las cifras dadas a conocer por Agustín Carstens, la generación de empleos será aún más precaria para el 2008, al ser inferior en más de 239 mil puestos de trabajo en relación con 2006.


Más aún, la crisis inmobiliaria en Estados Unidos y las consecuencias que ésta ha tenido sobre los mercados financieros y económicos estadounidense hacen prever que resultara prácticamente imposible que los norteamericanos se salven de una recesión en el 2008, lo que sin duda alguna traerá consecuencias desastrosas para nuestro país.


Por ello, el propio Fondo Monetario Internacional ha advertido que se espera un menor crecimiento mundial y ha revisado a la baja tanto el crecimiento de Estados Unidos como de la economía mundial en general.


A esto se añade que si bien es cierto que un precio elevado del petróleo es conveniente para nuestras finanzas públicas, también lo es que en la medida en que estos máximos históricos en los precios de este energético se mantengan, el costo de muchas materias primas que no son producidas en nuestro país se empezarán a incrementar y con ello empezaremos a “importar inflación”, que acelerará aún más el crecimiento de los precios y que se combinará con los altos precios de los alimentos.


Finalmente, es importante señalar que el único camino para mitigar los efectos de la recesión estadounidense es el que nuestra economía modifique sus condiciones estructurales, y para ello se debe ejercer un combate frontal contra los monopolios, aplicar un programa de austeridad en el gobierno que libere recursos que permitan establecer un programa de incentivos fiscales para empresas, así como un programa emergente de subsidios a los productores agropecuarios y de nueva inversión en sectores como el de la energía y la infraestructura.


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