jenaro villamil
México, D.F., 1 de abril (apro).- Una vez más, Felipe Calderón decidió pelear rounds de sombra antes que definir claramente los alcances de su reforma energética. Un día después de que su secretaria de Energía, Georgina Kessel, presentara un diagnóstico –prometido desde el 28 de enero pasado en San Miguel, Regla, Hidalgo-- y deque sus coordinadores del “sistema PAN-gobierno” (Santiago Creel, Héctor Larios y Germán Martínez) aparecieran como los Tres Huastecos para mantener la indefinición sobre la iniciativa nunca presentada, Calderón optó por subirse al ring para desacreditar el movimiento de resistencia.
“México necesita que ya no haya líderes importantes ni dirigentes de multitudes, sino que cada hombre sea capaz de conducirse por sí mismo”, afirmó Calderón en una extraña cita que le atribuyó al escritor Juan José Arreola. Quizá nunca ha leído ni Confabulario ni La Feria del escritor jalisciense, pero Calderón y sus asesores tuvieron la puntada de revivir al cuentista mexicano para meterlo a su enredo energético.
El fondo del problema para Calderón es su fracaso en comunicación política. Invirtieron más de 218 millones de pesos en ridículos spots sobre “el tesoro escondido en aguas profundas”, mantuvieron la expectativa de una reforma que abriera la inversión privada en áreas claves de Pemex, aportaron cifras alarmantes y tremenditas sobre la inminente pérdida de la soberanía petrolera, pero no han logrado cambiar una percepción pública mayoritaria en contra de una reforma que implique ir en contra del artículo 27 constitucional.
Los calderonistas combinaron de nueva cuenta la comunicación del miedo con publicidad lúdica e ilusionista que pretende encubrir el discurso de la privatización. Se trata, en realidad, de un nuevo capítulo de la guerra sucia que se inició en la campaña presidencial del 2006. Y así lo dejó entrever el presidente en su mensaje del 31 de marzo.
Los medios masivos mexicanos pecan no sólo de formar parte de las verdades a medias del gobierno calderonista, sino también de amnésicos. Ninguno ha recordado algunas de las frases que el propio Felipe Calderón pronunció cuando fue secretario de Energía durante el gobierno de Vicente Fox.
Sin necesidad de invertir millones de pesos en spots cursis, Calderón dijo explícitamente que la reforma energética debía conducir a la privatización. El 28 de abril de 2004, en una entrevista con Televisa, Calderón afirmó:
“Debemos insistir en que el esfuerzo que México hace a través del gobierno, puede implementarse de manera racional y en beneficio de la nación con más inversión de particulares. Estamos completamente conscientes de que México no será competitivo si sus empresas públicas, por otra parte, no son competitivas.”
El entonces secretario de Energía presumió inversiones privadas por 3 mil 500 millones de dólares en la CFE y de 24 mil millones de dólares en Petróleos Mexicanos.
“Pemex necesita invertir más de 1 billón de pesos para la próxima década, mucho más que toda la deuda externa”, afirmó en tono alarmista ante las pantallas de Televisa para argumentar a favor de la inversión privada.
“Hagamos hoy las reformas en el sector energético que nos permitan vivir un mejor mañana para todos”, concluyó.
No fue ésta la única vez que Calderón explícitamente habló de privatizar áreas del sector energético. Al tomar posesión como secretario, el 29 de octubre de 2003, el panista afirmó: “Debemos permitir que haya gente que arriesgue su capital y que genere empresas productivas para que generan más energía eléctrica.”
Ahora sabemos que uno de esos inversionistas que “arriesgó” su capital y obtuvo jugosos contratos con Pemex Refinación fue su asesor, subsecretario y alter ego, Juan Camilo Mouriño, el auténtico “tesoro” en la profundidad de las aguas calderonistas.
Email: jenarovi@yahoo.com.mx
http://www.proceso.com.mx/analisis_int.html?an=58202
México, D.F., 1 de abril (apro).- Una vez más, Felipe Calderón decidió pelear rounds de sombra antes que definir claramente los alcances de su reforma energética. Un día después de que su secretaria de Energía, Georgina Kessel, presentara un diagnóstico –prometido desde el 28 de enero pasado en San Miguel, Regla, Hidalgo-- y deque sus coordinadores del “sistema PAN-gobierno” (Santiago Creel, Héctor Larios y Germán Martínez) aparecieran como los Tres Huastecos para mantener la indefinición sobre la iniciativa nunca presentada, Calderón optó por subirse al ring para desacreditar el movimiento de resistencia.
“México necesita que ya no haya líderes importantes ni dirigentes de multitudes, sino que cada hombre sea capaz de conducirse por sí mismo”, afirmó Calderón en una extraña cita que le atribuyó al escritor Juan José Arreola. Quizá nunca ha leído ni Confabulario ni La Feria del escritor jalisciense, pero Calderón y sus asesores tuvieron la puntada de revivir al cuentista mexicano para meterlo a su enredo energético.
El fondo del problema para Calderón es su fracaso en comunicación política. Invirtieron más de 218 millones de pesos en ridículos spots sobre “el tesoro escondido en aguas profundas”, mantuvieron la expectativa de una reforma que abriera la inversión privada en áreas claves de Pemex, aportaron cifras alarmantes y tremenditas sobre la inminente pérdida de la soberanía petrolera, pero no han logrado cambiar una percepción pública mayoritaria en contra de una reforma que implique ir en contra del artículo 27 constitucional.
Los calderonistas combinaron de nueva cuenta la comunicación del miedo con publicidad lúdica e ilusionista que pretende encubrir el discurso de la privatización. Se trata, en realidad, de un nuevo capítulo de la guerra sucia que se inició en la campaña presidencial del 2006. Y así lo dejó entrever el presidente en su mensaje del 31 de marzo.
Los medios masivos mexicanos pecan no sólo de formar parte de las verdades a medias del gobierno calderonista, sino también de amnésicos. Ninguno ha recordado algunas de las frases que el propio Felipe Calderón pronunció cuando fue secretario de Energía durante el gobierno de Vicente Fox.
Sin necesidad de invertir millones de pesos en spots cursis, Calderón dijo explícitamente que la reforma energética debía conducir a la privatización. El 28 de abril de 2004, en una entrevista con Televisa, Calderón afirmó:
“Debemos insistir en que el esfuerzo que México hace a través del gobierno, puede implementarse de manera racional y en beneficio de la nación con más inversión de particulares. Estamos completamente conscientes de que México no será competitivo si sus empresas públicas, por otra parte, no son competitivas.”
El entonces secretario de Energía presumió inversiones privadas por 3 mil 500 millones de dólares en la CFE y de 24 mil millones de dólares en Petróleos Mexicanos.
“Pemex necesita invertir más de 1 billón de pesos para la próxima década, mucho más que toda la deuda externa”, afirmó en tono alarmista ante las pantallas de Televisa para argumentar a favor de la inversión privada.
“Hagamos hoy las reformas en el sector energético que nos permitan vivir un mejor mañana para todos”, concluyó.
No fue ésta la única vez que Calderón explícitamente habló de privatizar áreas del sector energético. Al tomar posesión como secretario, el 29 de octubre de 2003, el panista afirmó: “Debemos permitir que haya gente que arriesgue su capital y que genere empresas productivas para que generan más energía eléctrica.”
Ahora sabemos que uno de esos inversionistas que “arriesgó” su capital y obtuvo jugosos contratos con Pemex Refinación fue su asesor, subsecretario y alter ego, Juan Camilo Mouriño, el auténtico “tesoro” en la profundidad de las aguas calderonistas.
Email: jenarovi@yahoo.com.mx
http://www.proceso.com.mx/analisis_int.html?an=58202
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