El cinismo de los de arriba
Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo. El gobernador, los jefes de los partidos políticos y la elite del empresariado jalisciense hablan en nombre de la sociedad, del pueblo, de la gente, del bien del estado: juntos defendiendo lo que beneficiará a la entidad. Pero todo es cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
Emilio González Márquez decidió presentar ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación una controversia constitucional contra la reforma electoral del estado de Jalisco. Y lo hizo, dijo, por el bien de la sociedad, porque él “escucha los reclamos ciudadanos que exigen un manejo eficiente del gasto, y porque debemos hacer que esta administración pública se oriente, cada vez más, a criterios y reglas de austeridad”. Eso mencionó, eso argumentó, eso concluyó. Pero la realidad lo desmiente. El gobierno que encabeza se ha caracterizado por infinidad de pifias y por el despilfarro de los recursos públicos: pingues donaciones a Televisa, TV Azteca y a la Arquidiócesis de Guadalajara, gatos excesivos, sueldos millonarios para la alta burocracia, viajes al extranjero, etcétera. ¿Dónde está la austeridad? Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
González Márquez ni escucha ni ve “los reclamos ciudadanos”. Ahí están los pobladores de Temacapulín que dicen no a la construcción de la presa El Zapotillo, que reclaman y reclaman y nunca son escuchados. También diversas organizaciones ciudadanas han mostrado su inconformidad hacia las actitudes autoritarias del gobernador, y éste: calla, no escucha. ¿Dónde queda, pues, la sensibilidad hacia “los reclamos ciudadanos”? ¿No será que el gobernador entiende como ciudadanía sólo y exclusivamente a unos cuantos empresarios?
Los partidos políticos están en crisis, de ello no cabe duda. Se supone que fungen como vías por los cuales la gente puede acceder a diversos cargos de representación popular, pero esto no pasa. Se alejan cada día más de los piensos ciudadanos, de lo que quiere y desea el pueblo. Esta crisis, sin embargo, no les impide buscar mayores recursos económicos y defenderlos con tesón y ahínco, ese mismo tesón y ese mismo ahínco que les falta cuando se trata de defender los intereses supremos del pueblo. Los líderes de los partidos políticos se dicen cercanos a la gente: hablan y hablan y en sus discursos ensalzan a la gente, la representan, tienen un compromiso con ella. Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
Los miembros de la elite empresarial jalisciense también se dicen representantes de la sociedad. Ellos son los ciudadanos, ellos luchan por las causas justas y ellos tienen el derecho a ser escuchados y siempre tomados en cuenta por las autoridades. Hablan de democracia y de justicia, de honestidad y de lucha contra la corrupción. Se inconforman contra la ley electoral que aumenta el presupuesto a los partidos políticos, pero no mencionan palabra alguna cuando se sabe que ellos, los honestos entre los más honestos, reciben como “subsidios” borbotones de dinero de las arcas públicas.
Pablo Lemus, líder de la Coparmex Jalisco, al conocer la decisión de González Márquez de interponer una controversia constitucional contra la ley electoral del estado, declaró: “El señor gobernador ha decidido jugar en la cancha de los ciudadanos y no de los partidos políticos. El gobernador se dio cuenta de las graves afectaciones que tenía esta reforma electoral, que a todas luces va en contra del espíritu democrático de la reforma electoral federal, al tener graves afectaciones en el presupuesto estatal, dando mayores recursos para los partidos políticos, [lo] que definitivamente descuidaría los proyectos productivos y sociales del estado”. Sí, ellos, la elite empresarial, un bastión en la defensa de la democracia. Ellos, que no observaron ninguna irregularidad en el proceso electoral fraudulento de 2006 y que cada tres años invierten dinero en candidatos para, cuando éstos accedan al poder, tengan un trato preferencial (digamos, de gente bien, de gente VIP). Ellos, los demócratas. Mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
La elite jalisciense (la empresarial y la política) está en guerra. Pero una guerra interna, entre ellos mismos. Todos se dicen representantes de la sociedad, todos argumentan actuar por el bien de la gente, del pueblo. Sin embargo, nunca le preguntan a la sociedad su parecer: qué piensa, qué quiere, qué desea. Claramente, los de arriba demuestran mucho cinismo, demasiado cinismo, un montón de cinismo.
jorge_naredo@yahoo.com
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