jueves, 20 de diciembre de 2007

REFORMA ELECTORAL

REFORMA ELECTORAL

Por: Ferrer Galván Acosta

La construcción de la democracia como mecanismo del Estado para alcanzar la legitimidad en la relación gobernante y gobernado es un asunto que no se resuelve en una reforma.

Ciertamente, la garantía de transparencia y equidad electoral representan una de las muchas necesidades para consolidar la democracia. El Congreso de la Unión en septiembre pasado dio una lección histórica a los poderes fácticos al asumir su mandato de la legislación en beneficio de la colectividad y elevaron a rango constitucional la equidad electoral. Bien. Los diputados cumplieron con su trabajo en cuanto a la Reforma Electoral, pero aun falta la transformación del estado de cosas que llevó a la oligarquía a suplantar la voluntad popular.

Pero un proceso electoral equitativo no garantiza la democracia. Mientras los candidatos cuotas de grupos políticos; mientras existan los diputados y senadores plurinominales; mientras las fuerzas sociales, las grandes capas de la población, no tengamos acceso a los medios de comunicación ni a la toma de decisiones, no podrá consolidarse la democracia.

La habrá sí, cuando todos los mexicanos lleguemos a votar en las mismas condiciones, sin hambre, sin compra de voto; cuando nuestro voto se realice limpio de chantajes gubernamentales, mediáticos o laborales. Sobretodo, cuando surjan de dichos procesos representantes del poder popular. Finalmente eso es la democracia: el gobierno del pueblo.

Por eso es que lo primero que debe cambiar es el ejercicio de nuestro derecho a gobernar, la revolución democrática no es una revolución electoral sino una transformación desde los gobiernos que representen al pueblo. Ni Salinas ni Zedillo ni Fox ni, mucho menos, Calderón representan, ni lo hicieron nunca, los intereses de las mayorías públicas, es decir, no tienen ni tuvieron gobiernos democráticos; el caso de Vicente Fox es emblemático, pues obtuvo la legitimidad electoral pero no la sostuvo, pues la democracia, el gobierno del pueblo, no es sólo el proceso electoral sino el ejercicio cotidiano de la representación.

En 2009, la democracia debe ejercerse. Las reformas electorales sentaron las bases para el equilibrio, pero la voluntad democrática es algo que se ve lejano en todos los actores políticos tanto del PRI y el PAN como de Nueva Izquierda.

Sin embargo, la fracción obradorista del PRD la de las mayorías en las bases partidarias, debe esforzarse por abrir ese partido para que se ejerza la democracia; dicho de otra manera, no habrá reformas electorales positivas como las de septiembre o negativas como las de diciembre , que puedan modificar el mandato popular.

El PRD debe plantearse la mayoría en el Congreso de la Unión, al menos el número de diputados necesarios para detener las reformas neoliberales.

No importa cuántos diputados tenga el PRD y sus aliados sino cuantos representantes populares; es decir, que se debe alcanzar la tercera parte más uno de la Cámara de Diputados con representantes que no sólo hayan surgido de procesos de elección mayoritarios sino que también representen en todo momento los intereses del Pueblo; es decir, que ejerzan la democracia, el gobierno del pueblo.

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