lunes 3 de marzo de 2008
Dialogo entre representante del Gobierno de Ecuador y Lyndon H. LaRouche.
A continuacion, y una disculpa de antemano por la longitud de este documento, se presenta el texto sobre un intenso y muy pedagogico dialogo entre Pedro Paez - ministro coordinador de politica economica de Ecuador - y el economista y estadista norteamericano Lyndon H. LaRouche.
Solo deseo señalar dos cosas muy importantes. Los gobiernos sudamericanos que han demostrado tener la comprension mas caval del fenomeno economico a nivel global y de las terribles repercusiones que tendra en el mundo si no se dan ciertos cambios fundamentales, han sido el gobierno ecuatoriano del Presidente Rafael Correa y el Argentino que encabeza ahora Cristina Fernandez de Kirchner. Por el otro lado si alguien comprende de manera no solo coyuntural, sino en el contexto historico mas extenso, a este fenomeno, ha sido el economista Lyndon H.LaRouche.
Entonces un dialogo entre un representante del mas alto nivel del Gobierno de Ecuador con el economista mas contundente en la historia reciente, no podria producir algo mas que una discusion crucial y muy prolifera para aquellos que en verdad desean comprender este complejo periodo en cual el destino de la humanidad entera esta en juego. Asi que para aquellos que en verdad quieran saber de economia y tener las herramientas para defender a la Patria y a la humanidad, deberan leerlo, para aquellos que solo ven en este periodo un "rio revuelto" para solo sacar provecho de este complejo trance haciendo uso vil del noble arte de la politica, pues tambien, pero eso si : Estas ideas no daran fruto en ellos.
LaRouche en diálogo con el ministro coordinador de Política Económica de Ecuador, Pedro Páez
Lyndon LaRouche le concedió una entrevista el 30 de enero al programa matutino de radio 530 AM de Quito, Ecuador, en la que también participó Pedro Páez, ministro coordinador de la Política Económica de ese país. Su anfitrión fue Patricio Pillajo, y el tema, la crisis financiera internacional y lo que hay que hacer para resolverla. Al señor LaRouche ya lo había entrevistado antes Pillajo, el 29 de junio de 2007. Dennis Small estuvo a cargo de la interpretación simultánea inglés-español.
PATRICIO PILLAJO: Como les habíamos anunciado a lo largo de la semana, días antes incluso, en esta oportunidad queremos desarrollar un diálogo directo a doble voz, y con contacto interno y externo. Para el efecto, hemos invitado, en primera instancia, al economista Pedro Páez, ministro coordinador de la actividad económica de este régimen, en lo que implique al plano interno. Y en el plano externo, al ex candidato presidencial, desde los Estados Unidos, de los Estados Unidos, Lyndon LaRouche, quien se encuentra ya en la línea telefónica en este contacto que mantendremos con Washington. Y la traducción simultánea se llevará a cabo gracias al valioso aporte de Dennis Small. Él es director de la publicación EIR y director para Asuntos de Latinoamérica de la organización política que lidera el señor LaRouche. Estamos recibiendo ya al economista Pedro Páez. Muy buenos días, economista.
PEDRO PÁEZ: Buenos días, muchísimas gracias por la invitación.
PILLAJO: Y estamos también saludando a nuestros amigos en Washington. Dennis, señor LaRouche, muy buenos días. Quisiéramos constatar la recepción de la señal y la viabilidad. Dennis, buenos días. Señor LaRouche, buenos días.
LYNDON LAROUCHE: Buenos días.
PILLAJO: Bien, hay un escenario interno y externo muy preocupante. La situación de la economía norteamericana, y la situación y la repercusión que esto tiene a nivel global, sin duda alguna implican la definición de políticas y acciones concretas desde todo el mundo. Países de economías emergentes como la del Ecuador, sobre todo, ancladas al modelo monetario de los Estados Unidos, sin duda tienen que preocuparse mucho más. La situación ha llegado a tal extremo, que el día de ayer el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, reconoció la recesión a la que ha entrado la economía de los Estados Unidos. No obstante, sectores políticos críticos de la gestión del Presidente de los Estados Unidos, como el ex candidato presidencial Lyndon LaRouche, hablan de un desplome financiero total. Lo que enfrentamos, ha dicho el señor LaRouche, evidencia un proceso de desintegración global.
La primera pregunta para el señor LaRouche, reiterándole el saludo desde Quito, Ecuador, es: ¿no suena demasiado apocalíptico su análisis y su diagnóstico de la situación económica de los Estados Unidos y de la situación de la economía global?
LAROUCHE: Cualquier persona que no vea que el Apocalipsis está de hecho ocurriendo, no entiende la situación dentro de su propio país. Lo que está en proceso es una desintegración general de la economía planetaria, que solamente es comparable a lo que ocurrió en Alemania entre 1921 y 1923. La totalidad del sistema financiero internacional está en proceso de una desintegración general planetaria, que es notablemente parecido a lo que ocurrió en Europa en el transcurso del siglo 14, cuando el sistema bancario lombardo se desplomó y toda Europa cayó en una gran Era de Tinieblas.
Entonces, tenemos una crisis económica que no es de los Estados Unidos, sino de todo el planeta, pero la economía de los Estados Unidos es la más importante dentro de la economía internacional. Por ejemplo, si el dólar se desploma, como bien podría ocurrir por las políticas del Gobierno del presidente Bush, tendremos un desplome de reacción en cadena de todas las economías del mundo, empezando dentro de pocos meses.
La única defensa que se tiene ante esto, en ese sentido, es negar la realidad que está ocurriendo. El sistema actual se acabó; está muerto, no existe.
PILLAJO: ¡Caramba! Son señalamientos muy fuertes, graves, los que se hacen desde este análisis. Le queremos preguntar al economista Pedro Páez, ministro coordinador de la Política Económica en el Ecuador, ¿qué análisis ha hecho el gobierno sobre la actual situación de la economía de los Estados Unidos y sus repercusiones casa adentro?
PÁEZ: Bueno, saludando a los colegas en los Estados Unidos, Dennis y el señor LaRouche, yo coincido en varios puntos que se han mencionada acá. El tema, sin duda, representa el agotamiento de una época; estamos en una encrucijada civilizatoria que va mucho más allá del tema meramente financiero. Es decir, ha habido una acumulación de tensiones que incluyen cuestiones del modo de vida —no solamente del modo de producción— que están en cuestionamiento hoy por hoy. Y por eso es tan importante que, ante esta crisis global que se está desenvolviendo y cuyos ritmos e intensidades todavía están por definirse —yo no sé si el Apocalipsis implica ya mañana—, el problema real es que hay un mundo que se está agotando y todavía no tenemos la respuesta concreta.
Y, para eso, la fórmula de pensar globalmente y actuar localmente es fundamental. Las soluciones tienen que corresponder al conjunto de la humanidad; y, en esa perspectiva, el gobierno nacional está implementando... justamente trata de definir una línea de creación colectiva. Y ésta es una invitación a todos los ciudadanos, a todos los economistas, a todos los políticos en el Ecuador, a todos los empresarios, a aunar el hombro y poder sacar adelante la situación.
La situación de un país tan pequeño, en una economía, en una estructura tan compleja y jerarquizada como la que vivimos, es sin duda marginal, pero no por eso es insignificante. La iniciativa que hemos venido teniendo, por ejemplo, en la construcción de la nueva arquitectura financiera regional, forma parte de una serie de medidas que permitirían aislar, blindar, de alguna manera, los efectos de esta pulmonía de la economía mundial que significaría los Estados Unidos, y permitiría generar respuestas internas.
La otra dimensión, digamos, de nuestra respuesta tiene que ver con un proceso de transformación de los mecanismos internos de respuesta que tienen que ver con un cambio de la política económica, que parte por la innovación de instrumentos de reacción. Por ejemplo, la nueva arquitectura financiera o una nueva relación entre el capital financiero y el capital productivo; una nueva relación entre la economía popular y la economía capitalista y la economía del Estado, que tiene que ver con las empresas y la administración pública; y con una nueva forma de insertarse en el mercado mundial, justamente en preparación a esta crisis.
PILLAJO: Ahora, el diagnóstico del señor Lyndon LaRouche y de varios sectores dentro y fuera de los Estados Unidos, es que esto no es cuestión de años, es cuestión de meses; un agravamiento que podría tomar [impulso], lo dice en su última videoconferencia, a mediados de este año. Esta nueva arquitectura financiera, esta relación, esta nueva relación entre capital productivo y capital financiero, ¿puede pensarse que va a aplicarse en el caso ecuatoriano, ya de forma inmediata?
PÁEZ: Nosotros tenemos las mismas prisas. Creemos que los horizontes temporales tienen que acortarse, con premura, con agilidad, justamente porque no conocemos cuál va a ser el desenlace de esta crisis. El despliegue de la crisis puede ir abarcando dimensiones cada vez mucho más colosales en términos de los distintos factores, digamos, que hacen la economía mundial, y por eso estamos dando pasos aceleradísimos en ese sentido.
El Banco del Sur, que se firmó a fines del año pasado, era una excelente señal, y ha habido un consenso con otros ministros de países de mucho peso en la política latinoamericana, hablando del Fondo del Sur para crear una nueva dimensión de banca central que rompa con esa visión ortodoxa neoliberal de una banca central exclusivamente monetarista, y que plantee el tema del desarrollo, el tema de la producción como un elemento.
Y, finalmente, la necesidad de converger hacia un nuevo sistema monetario común que permita tener niveles de autonomía, niveles de independencia, respecto a las turbulencias de los mercados internacionales.
PILLAJO: Señor LaRouche, ¿algún comentario en torno a las ideas que ha planteado el economista Pedro Páez? Y quisiéramos, adicionalmente, preguntarle: ¿se puede cancelar la tendencia degenerativa de la economía global?
LAROUCHE: Sí hay soluciones, si es que los gobiernos están dispuestos a adoptar esas soluciones. Ahora bien, yo he propuesto acciones desde los Estados Unidos y junto con otros países, que sí abordarían estos problemas. Es una situación que se puede resolver, pero solamente si cambiamos los supuestos que dirigen la economía mundial hoy en día.
La acción se tiene que llevar adelante, por un lado, dentro de los Estados Unidos, para cambiar la manera en que manejamos nuestros asuntos, pero esto también requiere reformas internacionales.
Ahora bien, para llevar adelante una reforma se requiere una combinación de naciones tan poderosas como lo son Estados Unidos, Rusia, China e India. Si se hace eso, si se crea ese tipo de alianza, entonces el mundo se podría reagrupar para poder salir del actual problemón. Lo que se tiene que hacer es regresar a un concepto tipo Franklin Delano Roosevelt de cómo organizar una economía nacional e internacional.
Primero, tenemos que eliminar el sistema de tipos de cambio flotantes. Porque si no se puede crear crédito estable de largo plazo, con tasas de interés del 1 al 2%, no se puede organizar la inversión suficiente en infraestructura económica básica para que la economía mundial dé marcha atrás a su actual dirección.
Esto requiere un sistema de dos niveles: para el consumo y la inversión pública interna, tasas de interés del 1 al 2%; para el libre cambio, una tasa de interés que sigue aumentando. Esto quiere decir que el comercio y las mejoras físicas ordinarias, especialmente en infraestructura, se respaldarán, pero las cosas del libre cambio se van a frenar.
Luego se puede contemplar la recuperación en términos de dos períodos, de 25 años cada uno. Yo sé que China y otros países de importancia están muy preocupados con esto. Reconocen que...
PILLAJO: ¿Cuál es el papel que podrían cumplir las naciones como el Ecuador, que impulsan, que creen —al menos su gobierno cree— en la constitución de un Banco del Sur y de una nueva reingeniería financiera? ¿Qué papel pueden cumplir? Usted dice que es cuestión de que los grandes —Estados Unidos, India, China— se pongan de acuerdo. ¿Qué papel podemos jugar nosotros?
LAROUCHE: No hay ningún problema. Ya dieron el primer paso. Yo siempre he hecho hincapié, en el transcurso de los últimos treinta años, que es necesario crear algo basado en el antiguo acuerdo de Río de Janeiro, para crear una asociación de cooperación de los Estados de las Américas en el que podamos respaldar un sistema de tipos de cambio fijos, que protegerá las inversiones de largo plazo dentro de esos países, a bajas tasas de interés. Ahora bien, el Banco del Sur es un intento de moverse en esa dirección. Ya hemos visto algunos de los problemas que obstaculizan la instrumentación efectiva de ese programa. Obviamente, el sistema no va a funcionar a menos que reciba el respaldo político de gobiernos como el de los Estados Unidos.
Dicho de otra manera: los Estados Unidos deben reconocer y respaldar una política proteccionista entre las naciones de Sudamérica, es decir, para la protección de la unidad del Sur.
PILLAJO: Economista Páez: el país, no obstante, no ubica ésta como su prioridad. Hay problemas internos: la subida de los precios, en estos últimos días las inundaciones... ¿Cómo impulsar un tipo de acción a mediano y largo plazo, como ustedes lo visualizan, dentro de estas nuevas relaciones económicas a lo interno y lo externo, cuando las prioridades del país son otras, economista? Al menos casa adentro; al menos dentro de la coyuntura.
PÁEZ: No. Miren, yo estoy plenamente de acuerdo con lo que acaba de decir el señor LaRouche. El punto central acá es cómo, desde las perspectivas locales, dando respuestas concretas a la gente en sus condiciones de vida específicas, podemos ir construyendo un elemento de coherencia global. Por eso, decía yo, el asunto de actuar localmente, pensando globalmente.
Yo creo que, sin duda, los esfuerzos que hagamos desde acá tienen que estar orientados a una solución global del problema, pero dando respuestas concretas a las necesidades concretas que tenemos en el país. Por eso la nueva arquitectura financiera doméstica, que está justamente en las líneas que ha mencionado el señor LaRouche, inspirado no solamente en los temas que dejó planteado inicialmente Roosevelt, sino, después, en una serie de experiencias financieras norteamericanas, como el caso de [las agencias hipotecarias semiprivadas] Fannie Mae, Freddie Mac. Todas las condiciones que permitieron que haya un impulso a la inversión productiva en los Estados Unidos, sobre todo en la segunda posguerra, van a permitir que en el Ecuador podamos tener respuestas desde la producción, desde la generación de empleo, ante una política, ante un modelo de desarrollo, ante un régimen de acumulación basado en el rentismo y la especulación financiera. En la medida que podamos ir solidificando, en la medida que vayamos robusteciendo las capacidades internas de respuesta productiva, esas condiciones [nos] permitirán atrincherarnos y tener una mejor respuesta ante la crisis internacional.
Pero ahí no acaba la cosa. En nuestra definición de la nueva arquitectura financiera regional, en la que se incluye el tema del Banco del Sur, entonces estaríamos totalmente dispuestos a apoyar un esquema como el que está planteando el señor LaRouche y que ojalá encuentre eco en las élites norteamericanas, para definir un verdadero ámbito de cooperación internacional, dejando atrás esquemas de la Guerra Fría y esquemas imperialistas. Yo creo que eso va a permitir tejer un nuevo mecanismo civilizatorio del conjunto de la humanidad; de la humanidad como tal, como una ciudadanía universal, para plantear realmente soluciones a un problema que espontáneamente el mercado no va a poder dar solución.
PILLAJO: En este escenario tan complejo que vive la economía global, la economía de los Estados Unidos, la propia dolarización del sistema monetario del país del norte está en riesgo, no se diga nuestra propia base monetaria. Economista, ¿qué hacer al respecto?
PÁEZ: Bueno, mire, parte de los problemas que estamos viviendo tienen que ver con los defectos de la dolarización antes de que empiece a evidenciarse la crisis. La pérdida de competitividad, los cambios en los mercados laborales, los cambios en las capacidades de respuesta a los mercados internacionales, el aumento agresivo de las importaciones y de los niveles de consumo conspicuo y suntuario entre las clases medias y altas del país, forman parte de un proceso de debilitamiento del aparato productivo, que va a tener severísimas consecuencias.
Ahora, en lo que estamos trabajando es en un cambio en los mecanismos de actuar sobre la política económica, que permita relanzar un nuevo modelo de desarrollo o, mejor dicho, un nuevo régimen de acumulación que realmente defina en el nuevo contexto internacional, que se va a ir complicando cada vez más —¿no es cierto?—, las posibilidades reales de parar [la crisis].
¿Qué es lo que vamos a tener que enfrentar en lo inmediato? En primer lugar, tenemos el problema de las remesas. Si algo ha permitido que la dolarización permanezca en esta luna de miel durante los últimos ocho años, ha sido el esfuerzo ingente de millones de ecuatorianos que, bajo una situación dolorosísima a nivel familiar, han roto sus condiciones de vida anteriores para irse al extranjero y enviar las remesas.
La crisis y la recesión en los Estados Unidos y en los países centrales en general, van a disminuir las posibilidades de empleo de estos compatriotas y va a dificultar la remisión de estas cantidades de dinero para sus familias, más allá de su voluntad. La misma posibilidad del empleo está en cuestionamiento ahorita para esos sectores.
Entonces, ahí hay un problema muy importante que el país tiene que empezar a ubicar.
El segundo gran problema tiene que ver con el aumento de los precios que usted ha mencionado hace un momento. Hay una situación internacional de aumento de los precios de las materias primas, que en alguna parte ha beneficiado al país, pero que tiene un efecto contradictorio, porque, por el otro lado, por el lado sobre todo de los alimentos, está perjudicando. La recesión internacional puede disminuir esta situación, y puede tener así unos efectos ambiguos, sobre todo por el lado del precio del petróleo, que ha sido otro de los puntales de esta luna de miel que hemos tenido con la dolarización.
Y, en tercer lugar, tenemos un proceso que también genera procesos ambiguos un poco complicados, que tienen que ver con el debilitamiento del dólar en los mercados internacionales. Porque, por un lado, lo que tenemos es que en el bloque o en aquellos segmentos en los que opera el dólar como moneda de curso, tenemos una devaluación. Y esta devaluación que nos ha venido de afuera nos ha permitido tener una mejor respuesta en los mercados internacionales. Y, al mismo tiempo, tenemos un proceso de encarecimiento de nuestra producción interna vis a vis los Estados Unidos.
Y esto ya se empieza a reflejar en el hecho de que hay una disminución, más allá de las políticas estatales o de las políticas del gobierno de turno, que hay una disminución del peso de los Estados Unidos en nuestro mercado internacional. Hay un aumento muy acelerado de la importancia de otros mercados, sobre todo de la Unión Europea, pero también de economías emergentes—desde la perspectiva nuestra—, como sería Rusia, como sería la Cuenca del Pacífico, y que cada vez va teniendo mayor importancia.
Y, en ese sentido, también necesitamos tener, sin descuidar la necesidad de ubicar un momento nuevo, distinto, superior de relaciones con los Estados Unidos, es fundamental que el país diversifique sus objetivos comerciales y financieros para mediano y largo plazo hacia la Cuenca del Pacífico y hacia las relaciones sur.
PILLAJO: Señor LaRouche: el dólar está, no solamente en riesgo en Estados Unidos o en Ecuador, está en riesgo en el mundo entero.
LAROUCHE: Eso puede ser engañoso, porque, primero, el problema del dólar es en gran medida resultado de lo que está pasando en Londres y lo que está pasando políticamente en Washington. El desplome actual del dólar se está orquestando, principalmente, desde Londres, y un Gobierno de los Estados Unidos encabezado por un hombre que no es muy fuerte en su intelecto y que está muy sometido al control de la camarilla financiera londinense, no está defendiendo a los Estados Unidos.
La parte buena de todo esto es que los Estados Unidos van a tener que deshacerse de sus propias políticas actuales para poder salvarse, y para salvar al mundo entero, de un desplome de reacción en cadena. La cosa importante que hay que reconocer es que, si se hunde el dólar, el mundo entero se hunde inmediatamente; que quienes favorecen un desplome del dólar están locos. Me recuerda el período de la Era de Tinieblas del siglo 14. Tenemos un Presidente loco en los Estados Unidos y, a causa de eso, tenemos la oportunidad—que crece rápidamente—de rechazar esta fuerza política dentro de los Estados Unidos, por parte de las masas del pueblo.
Y ésta es la razón detrás de las grandes operaciones pro fascistas contra Hillary Clinton, por ejemplo. La camarilla que actualmente controla a los Estados Unidos le tiene miedo al pueblo estadounidense. Estamos en una de esas situaciones en donde, o vamos a tener el equivalente de una revolución, o vamos a tener un desplome de la civilización. Y esto es bastante factible, se puede orquestar. Es una discusión más larga, pero es una solución factible. Lo podemos cambiar.
PILLAJO: Señor LaRouche: ¿usted recomendaría a países dolarizados como el Ecuador acelerar un proceso de desdolarización, que se ha mencionado en varias oportunidades como una necesidad de economías como la nuestra?
LAROUCHE: En este momento no es práctico tomar eso como una táctica. Estados Unidos están pasando por una crisis en la que, o se van a defender a sí mismos, lo que significa que tienen que defender el valor relativo del dólar estadounidense... Yo, siendo presidente, podría lograr eso, estableciendo, como ya indiqué, un sistema de crédito de dos niveles.
El problema es que Ecuador en este momento está atrapado en la situación del dólar. Y cada centímetro del desplome del dólar golpea a Ecuador de manera muy grave.
Nuestro interés es que el dólar estadounidense se discipline a sí mismo y que regrese a la orientación de Franklin Delano Roosevelt de las relaciones con otros Estados. En esas condiciones, todos podemos trabajar juntos y nos va a ir bien. El problema es que esto de hecho significa hacer una revolución, como regresar a Franklin Delano Roosevelt.
Eso de ninguna manera es tan imposible como le pueda parecer a mucha gente hoy día. Estamos en la clase de crisis mundial en la que exactamente eso puede ocurrir. No lo puedo garantizar. Al igual que ganar una guerra, no ocurrirá automáticamente; ocurrirá porque gente inteligente se percata del potencial de que ocurra, y hace que ocurra. Y la oportunidad es ahora, en cuestión de semanas.
PILLAJO: Ésta es una doble entrevista desde Quito, Ecuador. Estamos conversando con el economista Pedro Páez, ministro coordinador del área económica de este Gobierno, y, desde Washington, con el ex candidato presidencial Lyndon LaRouche. Aquí en la frecuencia 530 de amplitud modulada.
Economista Páez, la dependencia excesiva del petróleo que tiene la economía ecuatoriana y, también, de las remesas de los emigrantes —algo que ya usted mencionó— son aspectos muy sensibles en estas condiciones de la economía global. ¿Cuál es el plan B? El Gobierno ecuatoriano, por cierto —les comentamos a nuestros amigos en Estados Unidos—, tuvo una muy amplia reunión el día de ayer con los empresarios, con los sectores productivos. ¿Qué hacer para revitalizar la economía productiva? ¿Qué hacer como plan B —le reitero—, frente a la susceptibilidad de estos dos elementos, precios de petróleo y las remesas que sostiene la dolarización económica?
PÁEZ: En primer lugar, yo creo que es crucial el tipo de análisis que ha hecho el señor LaRouche, en términos de que ésta es una encrucijada civilizatoria de gravísimas consecuencias; que el peligro de una edad oscurantista, que puede durar muchísimas décadas, es un peligro real. Pero que, al mismo tiempo, la tensión entre lo real y lo potencial nunca ha sido tan importante como ahora. Es decir, la posibilidad que tiene la humanidad de entrar en razón y juntar a las fuerzas progresistas, y, desde una perspectiva realmente humana —lo que ha sido una tradición y una esperanza de milenios—, poder generar una comunidad fraterna, está a la vuelta de la esquina.
Al mismo tiempo, yo creo que es importantísimo dimensionar la real fuerza que tienen los poderes fácticos creados para impedir que esto suceda. Es decir, hay intereses creados demasiado fuertes, tanto a nivel internacional como a nivel local, para evitar esta situación.
La reunión que se tuvo el día de ayer con los empresarios, marcó lo fácil que resulta el encontrar puntos de coincidencia con los empresarios más variados de los dogmatismos del fundamentalismo ideológico y de cierto extremismo político que ha estado dominando a las camarillas empresariales, a los gremios empresariales, en desconocimiento de las necesidades reales de los empresarios, de aquella gente que genera producción y empleo en los hechos. Entonces, el momento en que pueda romperse con las condiciones específicas que han tenido —sobre todo en el Ecuador— durante las últimas dos, tres décadas estas camarillas empresariales más interesadas en el tema político, en un tema político que ha estado incrementando un esquema neoliberal cuyas posibilidades reales se agotaron, muestran la posibilidad, un horizonte real de poder aunar el hombro, como decíamos hace un momento.
¿Cuáles son las opciones que tenemos acá? Justamente crear una situación en la que el relanzamiento de la producción pueda redundar en beneficio de todos y que no sea simplemente para el bolsillo de unos pocos.
Esto se puede hacer en el cortísimo plazo. Eso depende de cuál es la respuesta de los trabajadores, de los empresarios, de los académicos. Porque tenemos dos, tres décadas de una cultura empresarial, de un modo de ser de la gente que se ha ido troquelando conforme a las imposiciones de esta economía rentista especulativa polarizante, que es necesario sacudir para poder realmente afrontar de manera conjunta los nuevos tiempos.
Si no lo hacemos, si no lo hacemos rápido, con la misma premura que el señor LaRouche está alertando al mundo, no vamos a poder tener una respuesta sana, y vamos a vivir situaciones muy dolorosas en el país.
PILLAJO: Se necesitan aliados internos y externos a nivel regional. ¿Los tenemos?
PÁEZ: Es necesario construir esos aliados internos y externos; es necesario crear lo que gente como Gramsci en algún momento plantea, de armar un nuevo bloque histórico, es decir, una nueva coyuntura en la que las formas de relación entre las distintas clases sociales, la forma de resolver los conflictos, encuentre un nuevo horizonte. En el horizonte viejo, en el horizonte que planteaba el neoliberalismo de la exacerbación de la polarización del rentismo y la especulación financiera, la sociedad como un modo, como un modelo de convivencia, ya no da más.
Si no da más a nivel interno, lo cual se ha evidenciado en los últimos años en el Ecuador con el proceso permanente de erosión de las instituciones y la deslegitimización de los mecanismos sociales que hemos vivido y que se han expresado, por ejemplo, en la ruptura del orden constitucional en varias ocasiones; o a nivel internacional, con el caos que se ha ido creando en los últimos tiempos y con la imposibilidad de dar una solución, de procesar estos conflictos de una manera civilizada.
El señor LaRouche ya ha mencionado que este regreso, esta revolución que debería estar iniciando, es para cambiar las cosas. Este regreso a las respuestas del Nuevo Trato que en algún momento planteaba Roosevelt, implican realmente construir una comunidad internacional, con una legitimación internacional, con una posibilidad de construir la paz desde el respeto al derecho ajeno. La imposición imperial, la imposición de la fuerza, solamente pueden llevarnos a la destrucción.
Y esto no solamente está planteado en términos de la cuestión financiera, que ahorita es de inmediato, sino en el tema de aniquilación directa por medios militares o por la gravedad de la crisis ecológica que se está viviendo a nivel mundial.
PILLAJO: Son variables que hay que tomar en cuenta. Ahora, al señor LaRouche: usted habla de urgencias y de que el tiempo se ha acabado. Se habla de una caída hiperbólica —dice usted— de la producción material, que no se puede solucionar con estos agregados monetarios —emisiones—, pero lo que están haciendo es agravar la situación económica de los Estados Unidos y la situación económica global. Y menciona el recurso de la bancarrota... Usted ha mencionado en su última videoconferencia que es un recurso con el que podemos salvar a Estados Unidos. ¿Esto no acrecienta más bien los temores y la incertidumbre, hablar de bancarrota a nivel global?
LAROUCHE: No. Hay que enfrentarlo. Todo el mundo está en bancarrota. Ése es precisamente el asunto. No hay que tratar de encontrar una manera suave, dentro de los axiomas existentes. Por ejemplo, el precio del petróleo actualmente ronda los 100 dólares por barril; eso es un aumento de cuatro veces en el precio del petróleo en el período reciente. En contraste con eso, en Arabia Saudita los sauditas reciben unos cinco dólares por barril por el petróleo que cargan en los buques tanque. Por ejemplo, el precio del petróleo de Venezuela en este momento es un factor decisivo en Sudamérica. Pero se tiene que entender que el precio del petróleo no lo controlan los Estados Unidos; lo controla el cartel angloholandés, que lo maneja desde Londres. Solamente si rompemos el poder político de este cartel podremos liberar a las naciones para que resuelvan sus propios problemas.
No se puede reformar a un sistema en bancarrota. Se tiene que someter al proceso de reorganización de autoridades competentes. Si yo fuera Presidente de los Estados Unidos ahora, con los países que yo conozco, podríamos resolver muchos de estos problemas. La clave es estar dispuesto a enfrentar la verdad de la situación y actuar de manera acorde. Lo que tenemos es la ventaja de que el desplome del sistema está destruyendo la credibilidad y la autoridad política de la gente responsable de estas políticas. Por ejemplo, en cuestión de un mes, la popularidad del Gobernador de California, Schwarzenegger, se desplomó en 7%.
La actual crisis internacional está haciendo que se desplome la autoridad política de las personas responsables de estas malas políticas. Hay una tendencia explosiva a una revuelta de la población estadounidense, de la que está entre el 80% de menores ingresos. Pero, como saben en Ecuador y otros países en Sudamérica, el liderato político que es capaz de capturar y darle una punta, una punta de lanza al deseo del pueblo por lograr reformas... Por ejemplo, yo tengo gente en los Estados Unidos en círculos bancarios, que cree que yo tengo razón, que cree que el tipo de reforma que propongo para los Estados Unidos es necesario. Pero la fuerza que yo tengo para impulsar esto viene totalmente del 80% de la población de menores ingresos.
PILLAJO: No obstante, señor LaRouche, usted ha dicho que Hillary Clinton ha dado un paso adelante. ¿Es suficiente las declaraciones, los pronunciamientos que ha hecho la candidata o precandidata presidencial norteamericana, para llevar a cabo esta cirugía de alto riesgo que usted ha mencionado? ¿Puede ser una opción Hillary Clinton para ganar ese liderazgo político que usted reclama?
LAROUCHE: Eso es demasiado simple. Ella se está moviendo en una dirección buena y se está moviendo como una mujer política, y ustedes saben lo que significa eso. Está avanzando a tientas en cierta dirección. Su esposo es uno de los políticos más inteligentes en el planeta hoy. Ha cometido errores en el pasado, pero también tiene una buena mente.
Existe un potencial político en movimiento en los Estados Unidos, y ésa es la razón por la que la están atacando.
Ella está peleando en contra de un grupo, que incluye al alcalde de la Ciudad de Nueva York, ciertas personas como George Shultz, conocido en Ecuador, que se están moviendo para controlar la crisis imponiendo un gobierno fascista estilo Mussolini en los Estados Unidos, con el alcalde Bloomberg de Nueva York. Toda la elección tiene que ver con eso. Y, por tanto, la gente responsable de eso está tratando de destruirla. Esto se parece a lo que puso a Hitler en el poder en Alemania.
PILLAJO: Economista Páez: ¿hay claridad de lo que tiene que ser la relación norte-sur, concretamente Estados Unidos-Ecuador, con estas variables políticas que se manejan actualmente en los Estados Unidos? ¿Hay una estrategia, tanto política como económica, para establecer cuál debe ser la relación con el Gobierno, el actual Gobierno de Estados Unidos, y el futuro Gobierno de Estados Unidos, para manejar estos elementos que hemos comentado?
PÁEZ: Sí, nosotros confiamos en que haya elementos, que haya cuadros lúcidos en los Estados Unidos que permitan encontrar puntos de acuerdo, puntos de convergencia, y que permitan llevar adelante una relación en general, no solamente con el Ecuador, digamos, sino que permitan tener una mejor relación entre Estados Unidos y América Latina. Se ha mencionado aquí, dentro del esfuerzo que estamos nosotros haciendo para marcar el curso de la reforma de la nueva arquitectura financiera a nivel internacional, que depende también de un nuevo marco de cooperación norte-sur.
PILLAJO: Pero, en la actual administración de los Estados Unidos, ¿estos temas se convocan?
PÁEZ: Esto es un problema de políticas de Estado, no un problema de políticas de gobierno. Yo creo que debe haber muchísimos cuadros con una perspectiva más amplia, con una mente más abierta en el aparato estatal de los Estados Unidos, que coincidan, por ejemplo, con la visión que tiene el señor LaRouche ahorita. Yo me alegro mucho de encontrar esas posiciones, y ojalá podamos encontrar en las élites norteamericanas un eco que permita ir construyendo puentes en una etapa superior de relaciones.
Y el Ecuador es parte de las tareas que me toca a mí coordinar, el Ecuador está armando una propuesta para retomar el diálogo con los Estados Unidos. Recuérdese que no ha sido el Ecuador el que, por ejemplo, se levantó de las mesas de negociaciones para el Tratado de Libre Comercio. Nosotros creemos que la imposición de un tratado de libre comercio en condiciones tan asimétricas como se estaba haciendo en las anteriores negociaciones, era totalmente perjudicial para el país, porque ponía a cientos de miles de familias trabajadoras en condiciones de total imposibilidad, en total inviabilidad económica en las condiciones del mercado actual.
Nosotros creemos que es fundamental tener un nuevo tipo de relación, que ubique el aporte civilizatorio que han hecho los Estados Unidos, que genere elementos nuevos, por ejemplo de cooperación cultural, de cooperación técnica, de mejor relación en lo que tiene que ver con los emigrantes, para evitar los abusos ante los emigrantes; que permita que los Estados Unidos, de una vez por todas, definan los pedidos de extradición de los banqueros corruptos que están en Miami, por ejemplo; que permita a nuestros compatriotas allá no se les trate como ilegales, como criminales; que permita que haya relaciones mucho más equitativas en la inversión y que permita realmente el desarrollo; que permita romper conjuntamente este esquema especulativo y rentista basado solamente en la cuestión financiera, y que no define condiciones nuevas superiores de producción.
Todos esos elementos están presentes, están en el tapete, y se están negociando ahorita con Estados Unidos. Nosotros creemos que va a haber una acogida importante. Hay ya unos primeros signos de ese nuevo tipo de relación con los Estados Unidos, y yo creo que van a irse robusteciendo en el futuro. Sobre la marcha vamos a poder construir soluciones específicas a ese proceso tan complejo de crisis, de gestación y de desenlace de la crisis que estamos viviendo.
PILLAJO: No obstante, le digo, no hay mucho entusiasmo cuando se habla de esta nueva arquitectura financiera —al menos no lo hemos sentido aquí— en el Gobierno de los Estados Unidos. No hay mucho entusiasmo, no convoca. Más bien, diríamos que hay disgusto, porque tiene una tendencia, un sabor a bolivarianismo, a socialismo del siglo 21, a chavismo, que no es precisamente una línea con la que coincida el Gobierno de los Estados Unidos. No obstante, digo, el país impulsa esta tesis; es el encargado de llevar a cabo estas tareas de reorganización de la nueva reingeniería financiera. Y, en amparo, buscamos la extensión del Tratado de Preferencias Arancelarias Andinas, que es la primera opción del país antes de pensar en subsidiar a nuestros industriales, a nuestros productores. ¿No es una ambivalencia? ¿No estamos jugando a dos bandas de economía?
PÁEZ: No, al contrario, nosotros hemos sido muy claros en una perspectiva que define aspectos tácticos y estratégicos de manera coherente. Es decir, estamos pensando en el corto y en el largo plazo con la misma visión de principio desde un horizonte humano, de una ciudadanía universal. Que el trato de los gobiernos, independientemente del tamaño de sus economías, sea un trato entre iguales, de seres humanos, que permita ir construyendo una relación fraterna y distinta.
La posición ecuatoriana ha sido siempre de apertura con los Estados Unidos y no de confrontación. Lo que no vamos a permitir es que esta situación vaya a definir condiciones de sojuzgamiento, condiciones de imposición que atenten contra la dignidad de los pueblos.
Benito Juárez decía: "Entre los hombres, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz". Si ese principio norma las relaciones entre todos los pueblos a nivel mundial, yo creo que las posibilidades de salir de esta crisis, no solamente en el ámbito financiero —insisto—, van a tener un horizonte bastante más feliz.
PILLAJO: Señor LaRouche: ¿algunas medidas complementarias para evitar este desplome, este crac financiero que usted ha mencionado? Bueno, ya es inevitable, pero para paliar los efectos del mismo... ¿otras medidas complementarias, cuáles son, cuáles podría mencionar?
LAROUCHE: Se tiene que eliminar el actual sistema. No se puede sobrevivir con el actual sistema. La pregunta es, simplemente: ¿tenemos la combinación política a nivel internacional para forzar este cambio? Si no podemos lograr este cambio en las semanas y meses venideros, el planeta entero va a entrar a una era de tinieblas. Ése es un hecho, no hay alternativas a esas dos opciones. Estamos al borde de una era de tinieblas; no puede haber negociados con una era de tinieblas.
Existen soluciones, pero requieren un cambio repentino para regresar a una orientación tipo Franklin Delano Roosevelt. Sin eso, no hay solución.
PILLAJO: ¿Hay que defender entonces la vigencia del dólar como referente de la economía mundial? Usted ha mencionado no permitir la bancarrota de los dueños de las viviendas, aplicar la misma fórmula para el sistema financiero norteamericano. ¿Qué más? ¿Qué debería pensarse como alternativa, como estrategia, señor LaRouche?
LAROUCHE: Tenemos que regresar exactamente a la orientación de Roosevelt y a pretender que el presidente Truman nunca existió. Nada menos que eso va a funcionar. Yo sé lo que está pasando en los mercados internacionales, y vamos camino al fascismo internacional, pero eso tampoco va a funcionar. O logramos esa reforma en las próximas semanas y meses, o ya somos cadáveres ambulantes. Éste es el momento; ya no existe espacio para negociar ese tema.
El dólar ha perdido recientemente 20% de su valor relativo en los mercados internacionales. Esto ha sido orquestado desde Londres. Londres está librando una guerra en contra de los Estados Unidos, una guerra de banqueros en contra de los Estados Unidos, del tipo que se conoce muy bien en Sudamérica. Quieren destruir a los Estados Unidos.
Si los Estados Unidos deciden defenderse, irán donde Rusia, China e India para cooperar, y movilizarán a un grupo de naciones para poner fin a esta cosa. Si se logra que un número de potencias mayores del mundo coincida en que hay que cambiar el sistema para salvar a la civilización misma, entonces sí se puede ganar. Yo veo una disposición a favor de eso de parte de China y de otros países. Tengo apoyo creciente para esto dentro de los Estados Unidos. Es posible ganar. Y, como en la guerra, no hay alternativa a la victoria.
PILLAJO: Muy bien. Estamos por finalizar ya esta entrevista, esta doble entrevista, este contacto internacional. Queremos, a modo de conclusiones, escuchar algunas ideas que hayan quedado pendientes, que no se hayan expresado en estos casi 60 minutos de conversación, por parte de nuestros invitados. Empecemos por el economista Pedro Páez. A modo de síntesis, de conclusión, de lo que en el escenario externo e interno puede hacer el país frente a la actual coyuntura económica.
PÁEZ: Filósofos, como el alemán Jürgen Habermas, nos han llamado la atención sobre el hecho de que la producción no solamente es de bienes y servicios, de bienes, servicios y activos. El sentido de la vida, el sentido de la convivencia, es un elemento fundamental que no hay que tomarlo como dado. Es un tema que es necesario producirlo y reproducirlo.
Esta erosión de las condiciones de convivencia, este proceso de deslegitimación de las autoridades, de las leyes, de las condiciones de fraternidad que se han ido construyendo, son un peligro real. Las posibilidades de salvar lo que ha ido acumulando la humanidad, lo que ha ido acumulando la sociedad en este proceso de perfeccionamiento de las ideas humanistas, de las ideas de la libertad, de la igualdad y la fraternidad, están ahorita en peligro. Pero, al mismo tiempo, hay condiciones concretas, obviamente en condiciones de minoría, hay condiciones concretas y factores objetivos que permiten vislumbrar el futuro con optimismo.
Yo creo que si las fuerzas progresistas de aquí y de allá pueden ponerse de acuerdo en torno a ciertos sectores lúcidos, si pueden estrechar sus lazos de cooperación para sacar adelante ciertos puntales básicos, como se han apuntado acá, que apuntan al corazón del sistema, al cambio radical de las condiciones de desigualdad y de injusticia que hasta hoy han estado imperando, yo creo que las posibilidades concretas de salir de la crisis están aquí presentes y es posible construir un mundo más justo.
PILLAJO: Muy bien. De igual manera, le vamos a pedir una reflexión final, una idea final, un mensaje, al señor Lyndon LaRouche.
LAROUCHE: Tuvimos una solución a una gran crisis de más de cien años de guerras religiosas durante el siglo 16 y 17. Luego, en 1648, se introdujo la Paz de Westfalia, en la que el principio cristiano del beneficio del prójimo se adoptó como la base de la paz. Necesitamos tener Estados nacionales soberanos, porque los pueblos no pueden ser libres sin la expresión de su cultura; pero tenemos que vincular a estas naciones las unas a las otras, en función de un compromiso con el beneficio de las otras naciones. Desde la muerte del presidente Franklin Delano Roosevelt ha habido un intento por destruir este concepto de la Paz de Westfalia. Ese concepto es el tema más importante del mundo hoy. La preocupación principal de cada nación tiene que ser la preocupación por el bienestar de las otras naciones. En vez de regatear los unos contra los otros, tenemos que cooperar los unos con los otros; tenemos que regresar al concepto del Tratado de Westfalia. En base a eso, las fuerzas que están a favor de la cooperación pueden llegar a tener vigencia plena.
PILLAJO: Muy bien. Muchísimas gracias caballeros invitados.
PÁEZ: Muchísimas gracias; un gusto departir con todos ustedes. Un saludo para allá en Estados Unidos. Dennis, el señor LaRouche, un abrazo.
PILLAJO: Muchísimas gracias al señor Lyndon LaRouche, a quien vía telefónica hemos entrevistado desde Washington, al ex candidato presidencial de Estados Unidos. Muchas gracias y muy buenos días. Al economista Pedro Páez, ministro coordinador del área económica de este Gobierno, también nuestro agradecimiento. Y, por cierto, a Dennis Small, coordinador para Asuntos de Latinoamérica del señor Lyndon LaRouche, la facilidad que nos ha dado para la traducción simultánea del diálogo Quito-Washington. Caballeros, a todos ustedes, muchas gracias y muy buenos días.
Preguntas, dirigirlas a: operacionjuarez@gmail.com
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