martes, 24 de junio de 2008

Brigadistas contra la privatización de Pemex


Jorge Gómez Naredo
El Occidental
23 de junio de 2008

El jueves pasado, Andrés Manuel López Obrador estuvo en la Zona Metropolitana de Guadalajara, en Tlajomulco. Tomó protesta a cientos de brigadistas jaliscienses. Estos estarán encargados en la entidad de informar a la población sobre la intentona de Felipe Calderón y sus amos (es decir, quienes lo impusieron en la Presidencia) para privatizar Pemex. Los trabajos ya se han iniciado desde semanas atrás: cientos de mujeres y de hombres recorren casa por casa para platicar con los ciudadanos, explicarles en qué consiste la reforma "energética" enviada por el Gobierno federal a la Cámara de Senadores e instarlos a que estén al tanto, a que vayan más allá de lo que la televisión repite todos los días. Es una tarea difícil, digamos: titánica.

La televisión es el medio de comunicación más influyente. Para una parte de los mexicanos, lo que se dice en la pantalla chica es la ley, lo cierto: la verdad. ¿Cómo luchar contra esta influencia?, ¿cómo contrarrestar las mentiras que a diario se mencionan en los noticieros del duopolio televisivo?, ¿cómo enfrentarse a la andanada mediática que pretende engañar a todos los mexicanos? Los brigadistas tienen enfrente una tarea difícil, digamos: titánica.

Las dos televisoras apoyaron, en su momento, a Felipe Calderón. Lo hicieron especialmente en el proceso postelectoral de 2006: los comentaristas de Televisa y de TV Azteca decían, gruñían y gritaban que el fraude jamás se había dado, que eran unas elecciones limpias y que nada por aquí y nada por allá; que los soliviantados por López Obrador eran violentos e ignorantes: masas fáciles de manipular por un "mesías tropical" (frase acuñada por el intelectual de la derecha, Enrique Krauze) que se había vuelto loco, pero loco, bien loco.

Televisa y TV Azteca saben jugar bien sus cartas, a quién apostarle: lo hicieron por Felipe Calderón, el manipulable, el que sirve a los potentados, a los ricos del país, a quienes se sienten dueños de México. Sí, apostaron a Calderón. Pero, ¿por qué lo hicieron? Televisa posee el 47.8 por ciento de las concesiones televisivas y TV Azteca el 38.9 por ciento, es decir, entre ambas concentran el 87.7 por ciento de las señales para transmitir en televisión abierta. Si acaso Andrés Manuel López Obrador obtenía el triunfo, seguramente abriría el espacio radioeléctrico a otras empresas y grupos ciudadanos: eso hubiera significado competencia para el duopolio televisivo. Felipe Calderón no lo abrirá. Por eso ahora lo apoyan en su intento por privatizar Pemex. No cabe duda, los brigadistas a los que les tomó protesta López Obrador el jueves pasado en Tlajomulco tienen ante sí una tarea difícil, digamos: titánica.

Con apoyo de las televisoras, de grandes grupos empresariales nacionales y de las trasnacionales petroleras extranjeras, Felipe Calderón quiere, a como dé lugar, que su propuesta de "reforma energética", es decir, la privatización de Pemex, se apruebe. Quizá tengan los votos necesarios de senadores y diputados. Sin embargo, no tienen el apoyo del pueblo. Han intentado convencer a los mexicanos de la necesidad de "fortalecer Pemex", de dotarlo de dinero para ir por el "tesoro" en aguas profundas del Golfo de México. Pero toda la andanada mediática no ha tenido el éxito esperado: miles de spots y comentarios falsos de presentadores de noticias y "analistas políticos" no han surtido los resultados deseados: la gran mayoría de mexicanos está en contra de la privatización de Pemex. Por eso el miedo a la consulta pública planteada por López Obrador y Marcelo Ebrard.

Los brigadistas se veían contentos y llenos de energía al ver a Andrés Manuel López Obrador, "presidente legítimo de México" (título que, por cierto, molesta a tal grado a quienes usurparon la presidencia, que el nuevo IFE ha decidido prohibirlo). La tarea no es fácil: luchar contra la influencia de las televisoras. Sin embargo, el contacto con la gente y la información harán que muchos mexicanos comiencen a dudar de las televisoras. Es, sin duda, una empresa difícil, digamos: titánica.

jgnaredo@hotmail.com

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