lunes, 2 de junio de 2008

Puñalada Trapera


El Lobby

MAURICIO FERRER

Puñalada trapera

Hay tres versiones. Las tres están chidas. Las tres, encaminadas a explicar el porqué de la actuación del pasado viernes 30 de mayo del diputado priísta Hugo Gaeta Esparza para impedir que un mandatario sea destituido por quienes le dieron su voto. Son tres capítulos de un guión escrito que pretenden poner en escena la decepcionante actuación del legislador.

¿Por qué carajos Gaeta Esparza votó en contra de incorporar la figura de revocación de mandato en la recién aprobada reforma electoral en Jalisco? En tres actos de una obra representada en este Lobby, veremos la traición de Gaeta: a su partido, a la sociedad y a los miles de votantes del distrito 1 –al que representa– que le dieron ese cargo de elección popular, mediante el tache en la boleta del 2 de julio de 2006.

Desde el viernes he tratado de encontrar algún adjetivo, alguna frase que sintetice la acción del legislador priísta. No encuentro otra que esa, puñalada trapera. Un golpe de gracia, según define la Real Academia de la Lengua Española, o lo que es lo mismo, el tumbaburros.

Juro que he repasado palabras, frases, metáforas, cientos de ideas que van y vienen pero que nunca se quedan en mi cabeza. Porquería, chiquero, cochinero, marranada, las más suaves. Las más fuertes, quizá usted también las haya pensado luego de haberse enterado de esta situación. No se me ocurre otra cosa: una vil puñalada trapera, es lo que hizo Hugo Gaeta.

Primer acto

La relación entre el coordinador de los diputados priístas en el Congreso del Estado, Juan Carlos Castellanos, y sus compañeros no es del todo amorosa. Según fuentes de esta bancada en el Poder Legislativo, al priísta Javier Galván se le cuecen las habas por ser el director de orquesta de los muchachos del partido heredero de la Revolución Mexicana.

Niegan el hecho: lo niega Castellanos, lo niega el propio Galván. Todo está bien, dicen los demás. Pero es a todas luces que ha habido una campaña mediática para denostar la figura de Castellanos.

Así las cosas, Galván pide a Gaeta, que se “sacrifique” con tal de quemar a Castellanos. El escenario de una reforma en materia electoral para el estado de Jalisco no podía ser mejor. Por el bien del partido, tal cual Judas, el diputado Gaeta hace la jugarreta.

“En contra” fue su voto para que no se incluyera la figura de revocación de mandato a quien gobierne en turno el estado –más sencillo, si su gobernador no hace las cosas que a usted le parece no son las más aptas, simple, lo puede chispar del puesto–.

No es no, dice Gaeta. No hay equivocación, “voté por convicción”, asegura y se va a festejar con los panistas, como para despistar la cosa. Los priístas se quedan boquiabiertos y hasta el mismo Galván le pregunta si no se equivocó, lo regaña y hace un papel merecedor de un Oscar.

Segundo acto

El peso pesado del PRI en Jalisco, Javier Mataperros Guízar, dirigente del partido de los tres colores, llega a un acuerdo con la fracción del PAN –eso quedará más explícito en el tercer acto– para que uno de sus muchachos en el Congreso local, diga “no” a esa persona que lo invite a hacer un acto impropio de un político: estar a favor de una figura que le devolvería el power to the people.

Ante el temor de lo que el español Ortega y Gasset describía como La rebelión de las masas, Guízar, con cañón en mano –en este caso fue un telefonazo–, le dice a Gaeta: “eres el elegido”.

En su papel de “niño héroe”, el ex alcalde de Hostotipaquillo va al matadero, sin importarle la burla de sus compañeros de bancada, consciente de que tendrá un lugar a la derecha de Guízar.

“En contra”, exclama. Y el mismo cuadro: los priístas se quedan boquiabiertos, Galván despotrica, Arana se jala los cabellos, a Castellanos le baja la presión y los otros lloran. Los panistas festejan y piden que se canonice a Gaeta.

Tercer acto

La manzana de la discordia es representada en este acto por…¡la cuenta pública de la administración de Gaeta cuando fue alcalde de Hostotipaquillo! El alfil del gobernador Emilio González Márquez en el Congreso local, el diputado panista Francisco Padilla, llama a Gaeta y le deja saber: “tengo una garganta profunda que me avisó de serias irregularidades en tu cuenta pública”. Le dice además que ya habló con Mataperros Guízar.

Gaeta suda. Camina por los pasillos temeroso de que alguien lo vea. Arriba con sus compañeros priístas que estaban recontentos de su acuerdo para votar a favor. Todos ocupan sus asientos. La votación inicia.

Gaeta hace cuentas mentales de las anomalías. Los dedos no le alcanzan. Voltea hacia donde están Galván, Castellanos, Salgado, Arana, Rojas. Todos sonrientes. Voltea hacia donde Padilla, quien le lanza una fulminante mirada. El turno ha llegado: “en contra”. ¡Noooooo!, dicen los priístas anonadados. Padilla sonriente. El PAN tiene nuevo aliado. Gaeta descansa, sabe que saldrá tablas de la cuenta pública de su trienio en el olvidado Hostotipaquillo.

La casa paga

Me quedo con la tercera versión, la negociación entre el PAN y Gaeta. Para que no salgan los trapitos al sol de la cuenta pública de Hostotipaquillo en el trienio del ahora diputado.

Lamentable pero así es. Lamentable que un diputado le haya quitado ese deseo a la sociedad, de mandar al demonio a un gobernante cuando se pasa de rosca en el manejo de recursos, en su trato con los ciudadanos, en lo que sea que no resulte en beneficio para el estado.

¡Ah, se me olvidaba! Sale otro nombre a relucir: el del coordinador de los panistas en el Congreso, Jorge Salinas Osornio. Según fuentes legislativas, una actitud de Salinas a favor de la herramienta para destituir a un gobernador le hubiese dado un punto en sus aspiraciones por la candidatura panista a la alcaldía de Guadalajara en 2009.

No fue así, por un acuerdo entre Salinas y el gobernador. Para que Emilio González Márquez no meta las manos en la batalla panista entre Salinas y el candidato de Casa Jalisco, Rodolfo Ocampo Velásquez. ¡Esta va muy cargada… cheers!

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