domingo, 15 de julio de 2007

ISA Servicio informativo núm. 135

Ciudad de México, 15 de julio de 2007
Servicio informativo núm. 135


LAS VOCES LEGÍTIMAS



Las plumas del gabinete legítimo han estado muy activas esta semana; cinco secretarios lopezobradoristas y un asesor son recogidos en esta ocasión en las voces legítimas elegidas y resumidas por servicio de noticias ISA. Los temas, variados en los enfoques, aunque centrados en tres tópicos. Los economistas del gabinete, Rogelio Ramírez de la O y Mario Di Costanzo, retoman el asunto de la reforma fiscal, el primero centrando la atención en el nuevo impuesto conocido como CETU, el segundo recapitulando los sectores sociales que se verán afectados si la también conocida como “reforma fecal” es aprobada.

Por su parte, Bernardo Bátiz, Agustín Pinchetti y Luis Linares, también desde distintos puntos de partida, coinciden en evaluar los ritmos de la política nacional. El primero, a partir de la lectura del libro testimonial de López Obrador, La mafia nos robó la Presidencia; el segundo, aventurando los posibles panoramas de México en la todavía lejana perspectiva del 2012; el último, analizando los caminos que deberán llevar a limpiar la basura física y política que obstaculiza el arribo a la democracia en nuestro país.

Finalmente, Gustavo Iruegas analiza con perspectiva histórica las relaciones entre México y Cuba, a propósito de los recientes acercamientos habidos en el terreno parlamentario.



Rogelio Ramírez de la O. Autogol de reforma fiscal (El Universal). Ante la nula viabilidad política de aplicar el IVA de 15% en alimentos y medicinas, el gobierno optó por un impuesto directo, la Contribución Empresarial a Tasa Única (CETU), el cual genera confusión y preocupación. La confusión es porque, si bien el objetivo gubernamental es cerrar las puertas al abuso por empresas de regímenes especiales en el Impuesto Sobre la Renta (ISR), la CETU no elimina ni el ISR ni sus regímenes especiales. Añade una carga administrativa a los contribuyentes para que calculen un nuevo impuesto además del ISR y paguen el que resulte más alto de los dos. Esto es difícil de entender: como si un arquitecto quisiera corregir defectos de un edificio, pero en lugar de hacerlo en la construcción misma, edificara otro alrededor.

La CETU se basa en un razonamiento económico y no en la práctica de las operaciones empresariales. Utilizar los agregados económicos para definir una política de impuestos lleva inevitablemente a proponer una sola tasa de impuestos para todo el ingreso nacional; de ahí la tasa única de 19%. Pero eso no significa que todos los contribuyentes puedan pagar esa tasa. De ahí que la CETU no es proporcional ni equitativa, como lo exige el artículo 31 de la Constitución.

Algo que ayuda a explicarnos la inconformidad contra la CETU es que los gastos de nómina no son deducibles, a pesar de que para la empresa son una erogación y no un ingreso propio. El gobierno anticipó este problema, pero en lugar de evitarlo, haciendo la nómina deducible, creó un mecanismo para que las empresas acrediten los impuestos que retienen a sus trabajadores contra el impuesto a pagar por ellas mismas. Aun así, las que emplean mano de obra abundante, de baja calificación y salarios bajos, no tendrán mucho impuesto que acreditar.

Aplicando a las prestaciones la tasa única de 19%, la empresa resultaría responsable de pagar impuestos por utilidades inexistentes. Como además la mayoría de empresas medianas y pequeñas tienen bajos márgenes de ganancia, la CETU acabaría con diversos sectores productivos.

La posibilidad de que las empresas deduzcan en un solo ejercicio fiscal sus compras de activo fijo e inventarios de nada les sirve a empresas sin recursos para hacer estas compras. Sólo las más grandes podrían realizar inversiones y así bajar el impuesto a pagar.

Con esto no va a aumentar el empleo. Es irrealista suponer que con los ingresos que obtenga de esta reforma el gobierno haría más obra pública y atendería rezagos sociales que a la larga permitirían crecimiento y empleo. Primero, porque los recursos que obtenga el gobierno los quitará al sector privado y nunca podrá crear tanto empleo eficientemente como lo hacen las empresas, sobre todo las medianas y pequeñas.

Esto explica el rechazo a la propuesta en sectores que debían ser aliados naturales del PAN, es decir, las empresas. También puede unificar a los sindicatos en su contra por las implicaciones sobre prestaciones y el aumento de la carga sobre salarios, aun con el subsidio al empleo.



Mario Di Costanzo. Tú pagal más impuestos o cuello (La Jornada). Los diputados discuten una reforma hacendaria o fiscal, que sólo busca la creación de nuevos impuestos que tendrán que ser pagados primordialmente por los asalariados, las personas físicas de ingresos bajos y medios y por las pequeñas y medianas empresas.

Los legisladores han olvidado investigar todos los desfalcos del pasado, que son la verdadera razón, de que ahora las finanzas públicas requieran urgentemente de ingresos. Temas como el Fobaproa, el rescate carretero, los Pidiregas, las operaciones ilegales de los hermanos Bribiesca, Isosa, las observaciones no solventadas de la Auditoría Superior de la Federación, la fallida expropiación de los ingenios, las pensiones de los ex presidentes, las prebendas y elevados salarios de los funcionarios públicos de alto nivel, el destino de miles de millones de pesos en excedentes petroleros, se han reducido a ser expedientes del pasado, o bien simplemente cuentos chinos de las personas que buscan desestabilizar al régimen.

Lo que es un hecho, es que de ser aprobada la reforma fiscal, las personas que perciban ingresos de entre 3 mil y 35 mil pesos mensuales, ya sea por salarios o por honorarios, verán incrementada su carga fiscal, es decir, pagarán más impuestos.

Para las pequeñas y medianas empresas, la situación será exactamente la misma, ya que al no poder incluir los salarios y las prestaciones sociales como parte de sus gastos; es decir, al no poder hacer deducibles estas erogaciones, tendrán que despedir a la secretaria y adquirir una contestadota telefónica que sí es deducible, o bien pagar más impuestos.

Pero también los sindicatos se verán afectados, ya que en la propuesta enviada por Calderón y Carstens, la contribución o “cuota social” que muchas empresas aportan para su sindicato, tampoco será deducible, por lo que es muy probable que ya no se entregue.

También pagarán más impuestos los pequeños campesinos y productores rurales que tendrán que contribuir con más, al desaparecer para ellos el llamado “régimen simplificado”.

Todos los demás que no hayan caído en este recuento, también pagarán más impuestos, ya que la propuesta que se ha empezado a discutir, establece la posibilidad de que las entidades federativas apliquen un impuesto adicional a diversos productos, entre ellos, a la gasolina, lo que definitivamente será pagado por todos, directa e indirectamente.

Por ello, la reforma fiscal parece tener como principio un lema muy parecido a un cuento chino que escuchamos hace poco, “tu copelas o cuello”.



Bernardo Bátiz V. Recomiendo un libro (La Jornada). Recomiendo a todos el libro de Andrés Manuel López Obrador, editado por Grijalbo con el título de La mafia nos robó la Presidencia, pero especialmente se lo quiero recomendar a mis antiguos camaradas del Partido Acción Nacional.

Se lo recomiendo también a las bases panistas, y en especial a los jóvenes neopanistas que no están envenenados con el fanatismo de El Yunque y que podrán valorar el significado testimonial e histórico del libro de López Obrador, que me recuerda, a pesar de la diferencia del país de 1909 con el de 2007, por desarrollo y población, a La sucesión presidencial, de Francisco I. Madero, obra precursora de la gran sacudida política y social que fue la Revolución Mexicana.

López Obrador, como Madero, viene de una lucha local por cambiar la situación política, primero en sus respectivas entidades: Madero en Coahuila, López Obrador en Tabasco; ambos, después, indignados por lo que ven a su alrededor de injusticia social y falta de democracia, decididos a cambiar el estado de cosas en toda la nación, a partir de la participación en el proceso electoral, sin parar mientes en la inercia antidemocrática y en el tamaño del poder oficial con el que se enfrentan.

El libro que recomiendo es, además de un extraordinario testimonio personal, un alegato político implacable, que con toda contundencia y con toda claridad va señalando los obstáculos y las trampas que se armaron para evitar que el autor y en su momento actor de los hechos relatados (caso insólito en el mundo de los libros) fuera candidato a la Presidencia y luego las manipulaciones, complicidades y falsificaciones que le escamotearon a él y a todo el pueblo de México el triunfo electoral y, por tanto, la Presidencia, pero que no pudieron quitarle ni a él ni al pueblo la confianza en la lucha pacífica por el cambio y la esperanza de que la angustiosa situación de injusticia, de pobreza y de corrupción, pueda revertirse.

Si hay un mérito en la lucha poselectoral, relatada en la obra, incluidos el plantón y campamentos del Zócalo y Reforma, es haber impedido que la cubetada de agua helada que fue el fraude electoral acabara en desánimo y en desengaño; lo que el libro rescata es un fenómeno nuevo en la política del país: todo lo que se hizo no desarmó el entusiasmo ni la convicción participativa, ni la certeza de que las cosas pueden cambiar, y que el cambio no depende sino de nuestro propio trabajo, organización y congruencia.



José Agustín Ortiz Pinchetti. La venganza de la democracia (La Jornada). Fox, beneficiario del cambio, coludido con las mafias que ordeñan a México, hizo retroceder el reloj de la política al impedir la alternancia. Uno podría especular cuál sería el desenlace hacia 2012.

La encrucijada tiene parecidos con la del salinismo. En el fondo es muy distinta: Calderón no tiene ni los tamaños ni el aparato de antaño. No se ha legitimado. Su proyecto es endeble. Las circunstancias económicas se tornan sombrías. El partido de derecha tiene dos cabezas: el PRI y el PAN, que hacen cálculos para convertirse en una bipolaridad permanente, lo cual está en chino, como diría aquel.

Sin restarle méritos a Cárdenas y a su hazaña de constituir el PRD, el liderazgo de AMLO es más poderoso: tiene grupos en todo el país y hasta hoy un millón de adherentes. Y lo más importante, la corriente en favor del cambio cuenta con el empuje de millones. No es mayoritaria, pero es una fuerza insólita y no podrá ser ignorada.

Para 2012, ¿qué salidas serán las posibles? 1) Reorganización autoritaria. PRI, PAN y grupos de interés logran restaurar el presidencialismo lo suficientemente débil para usufructuarlo. Las fechorías quedarán impunes. Si no les queda más remedio, la derecha impondrá contra viento y marea a su candidato en elecciones amañadas.

2) Colapso. El deterioro de la clase política y el crecimiento de inconformidad provocan el hundimiento. El cauce electoral es insuficiente. Las masas desbordan y el régimen se precipita bajo una oleada que pudiera tener tintes violentos.

3) La democracia triunfa. Y la mayoría despierta y supera la enajenación impuesta por los medios electrónicos y las dádivas. Se rencauza la lucha electoral, pero con vigor y vigilancia sin precedentes. Un candidato reformista y su proyecto triunfan. Se inicia la edad moderna en política, economía y sociedad en México.

Yo no sé cuál de esos escenarios va a prevalecer. Quizás si se concretaran otros o una combinación. No estoy en favor de un desenlace violento, y me repugnaría la consolidación del PRIAN.



Luis Linares Zapata. Basura y resurrección (La Jornada). En su movimiento continuo, los mexicanos van dejando un rastro inocultable de suciedad y desperdicio. El olvido público y la desidia personal adoptan formas extrañas, pero por lo general se juntan entre los tiraderos de basura desperdigada a la vera de cualquier camino, a un lado de una banqueta o a la vuelta de una esquina sin nombre.

Una estrujante manera de plantar esa cara que, a veces, se dibuja de rebelde sólo para arremeter, a grito exprimido, contra paredes indefensas. La alegría, bastante extendida en otros tiempos, se congela de repente y pasa sobre los basureros improvisados que proliferan en las barriadas, en los pueblos colgados al sol, en las orillas de ríos a punto de fallecer por asfixia.

Una forma de vida que se apaga para una parte de los mexicanos, en particular para esos situados en la mera base de las exclusiones. En la punta de la pirámide social se han pertrechado los mandones e impiden, por cualquier medio a su disposición (que son amplísimos) el libre ejercicio de la voluntad colectiva. Las posibilidades de cambio se han cerrado sobre las conciencias y los privilegios de unos cuantos se sobreimponen a la justicia distributiva. La respuesta de los muchos se asienta entonces en las calles y va dejando una estela que mucho tiene de airadas protestas y golpes autoinfligidos a la propia dignidad. Sólo una breve luz se asoma en la distancia. Los esforzados, los tozudos, los corajudos apenas conservan un pequeño filtro de luz en el futuro que desean conservar abierto.

Llamar a fundar de nuevo a la República requiere un trabajo solidario de cuidados intensivos del ambiente cercano y el de los otros de allá lejos. Cambiar el modelo económico es, también, modificar la tentación de dejarse tumbar a la bartola, escupir para abajo, para arriba, a cualquier lado, arrellanarse con el desperdicio, el deterioro visual y la basura. Hay una íntima conexión entre el avance nacional y la activa purificación del entorno, que es, como muchas de las condiciones del desarrollo, una responsabilidad individual, Y ello, se liga con las políticas públicas de bienestar, de deberes y libertades que sostienen la convivencia efectiva de una sociedad que se quiere igualitaria, pero que ha sucumbido, en repetidas ocasiones, ante el empuje de la suciedad y el abandono.



Gustavo Iruegas. Con paciencia y un ganchito (La Jornada). Parece estarse abriendo la posibilidad de que las relaciones entre los gobiernos de México y Cuba encuentren un cauce por el cual se puedan conducir con el mínimo de comedimiento, formalidad y discreción que la diplomacia requiere para ser efectiva.

No obstante, si la restauración se consigue, será porque los determinantes permanentes de la relación —historia compartida en la colonia, solidaridad mutua en las luchas por la independencia y, de manera especialmente eficiente, la continuada interacción entrambas sociedades— han mantenido su carácter gravitacional sobre los dos gobiernos. Aun así, los determinantes circunstanciales —el orden internacional hegemónico, la persistencia del régimen revolucionario en Cuba, la desastrosa regresión política del gobierno de México, así como el fracaso del neoliberalismo y el correspondiente ascenso de las fuerzas progresistas en la región— ejercerán la influencia correspondiente. Tampoco serán ajenos los elementos incidentales que indujeron la desavenencia o que han resultado propiciatorios de la reconciliación. Igualmente se dejarán sentir los efectos de la actuación personal de los actores involucrados.

Al iniciarse el siglo XXI el gobierno de México, ya neoliberal y derechista, desplazó electoralmente al régimen igualmente neoliberal pero seudo nacionalista y se presenta internacionalmente como un campeón de la democracia y de los derechos humanos, que presentaba al cobro un pretendido bono democrático. Automáticamente se inició la confrontación con el gobierno revolucionario de Cuba y la esperanza democrática se desvaneció rápidamente. Antes de terminar la administración foxista se abandonó el compromiso con la democracia y los derechos humanos y, desde el mismo partido, con la misma ideología y el mismo modelo económico, México pasó a ser gobernado por un usurpador que administra un régimen policiaco y se sostiene en las fuerzas armadas.

Los gobiernos de México y Cuba representan ahora los extremos del espectro político latinoamericano y por lo mismo la recomposición de la relación diplomática que se busca es muy deseable. Serviría para que las posiciones encontradas tengan canales de comunicación y los contactos puedan dar curso a algunas necesidades de orden material. Pero no para mucho más. El nivel de las relaciones solidarias entre gobiernos afines y progresistas está reservado para cuando México salga de la ciénaga de la corrupción y anide en una nueva República. Sabemos que Cuba esperará paciente ese momento.

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