sábado, 18 de agosto de 2007

artículo

El México que vendrá

Autor: José Albino Díaz Castro*

A los que están abajo los mantienen abajo

Para que puedan permanecer arriba

los que ya están allí.

BERTOLT BRECHT

Empezaba a transcurrir el año de 1906, Ricardo Flores Magón a puntaba “cananea no era el único punto en que los correligionarios se organizan con el fin de obtener la libertad del pueblo”, cien años después, al acabar el sexenio foxista se afirma que Oaxaca no es el único lugar del país donde se respira el hartazgo, la miseria, la opresión y la rebeldía; desde La frontera norte asta la línea con Guatemala la putrefacción política del estado mexicano causa crispación en el animo de la gente, mientras las necesidades del pueblo se pudren en las aguas sucias de la política.

La incapacidad mental de los políticos les impide hacer un análisis agudo de la realidad desgarradora en que viven 50 millones de mexicanos, no ven el hervidero de inconformes que están generando. La sinrazón histórica del gobierno foxista no fue capaz de apreciar que en todo el sur del país la modernidad que tanto prometieron es un bicho raro, que con la llegada de Calderón y su gabinete será la misma realidad que en su tiempo describiera Flores Magón.

Para los campesinos, los indocumentados, los estudiantes, los jóvenes, los ancianos, los indígenas, los pescadores y muchos empresarios su futuro económico es incierto; para que “la voz de los olvidados” y sus necesidades entren en la agenda neoliberal necesariamente tendrán que volverse enemigos de la clase política, Sea esta de derecha o izquierda.

La democracia y el país que nos venden los medios de comunicación hace que el ciudadano común viva en una extraordinaria y repugnante ignorancia de las condiciones en que se encuentra el país; utilizan los espacios estelares para conformarlo y a si pierda la conciencia de su miseria, que necesidad hay de revelarse, de apoyar cualquier manifestación, cuando el sentimiento de la mitad de la población y sobre todo de los estados del norte, es que todo va tan bien que quienes se revelan, son una sarta de huevones, egoístas y mediocres que deberían ponerse a trabajar.

Para los impulsores y defensores de esta nueva patria quienes llegan a pensar con su propia cabeza se convierten al instante en renegados, para la ultraderecha y sus pacíficos México es un país que no debe cambiar; que lo único que necesita son retoques. En este limbo neoliberal el Espíritu no es libre, lo han encadenado a valores ficticios valiéndose del poder abusivo del dinero.

La feroz represión a la que es sometido el pueblo Oaxaqueño, deja ver el tipo de dialogo que la actual administración tiene con los inconformes y jodidos de este país; para poder crear un paraíso sobre suelos de miseria. La unidad nacional esta en juego, la verdadera amenaza no es la APPO, no es AMLO y el FAP o los grupos armados que operan en el sureste mexicano, es la cerrazón y la soberbia con la que se defiende a una elite depravadamente rica que existe en nuestro país. La historia no se repite. Sin embargo, la guerra civil sigue siendo la válvula de escape más probable cuando la miseria, la demagogia y la represión se hacen insoportables para el pueblo trabajador.

Privar sexenio tras sexenio a millones de personas (jóvenes sobre todo) de trabajo y oportunidades mientras unos cuantos hacen y deshacen a su antojo, es algo que no puede funcionar, sobre todo cuando el país esta entrando a un cambio como el que sufrió en una vida anterior, ¿Vamos a dejar que conviertan a México en una hacienda porfiriana? ¿En un país con estados llenos de desigualdad y con guetos para las elites ricas y gobernadores caciques que en ellos gobiernan? No puedo entender como vamos a permitirlo.

Solo vasta mirar a los millones de jóvenes de veintidós y veintitrés años que acaban de salir de la universidad y no pueden conseguir empleo más que de taxistas o de lo que sea; lo que importa es no morirse de hambre aunque el salario sea vergonzante; con esta falta de oportunidades se nos roba también la seguridad para planear el futuro. A la explotación le llaman empleo digno.

La mayor desgracia que pudiera ocurrirle a este país es que la ultraderecha lograra imponer el viejo orden de valores que por un periodo de 70 años hundió en un analfabetismo democrático empobrecedor a la sociedad mexicana. La exclusión que hoy se instrumenta desde la derecha golpea a los grupos económicamente débiles (Universidades públicas por ejemplo). La consecuencia mas grave de esta creciente falta de expectativas son los jóvenes rechazados de las instituciones de educación superior que año con año viven la frustración de no poder acceder a una carrera, todos estos millares de jóvenes tienden a la violencia y la criminalidad inventándose una vida donde no la hay.

Como no sentir asco por los dirigentes políticos y económicos de este país, por los líderes sociales que se alimentan de la miseria humana de sus representados, como no indignarse con el Gobierno que se cansa en exigir el sacrificio del pueblo por un progreso y bienestar que solo llena la barriga de una minoría. Los enormes beneficios de la eficacia de selectos grupos (monopolios) empresariales no están al alcance del ciudadano trabajador.

La inequidad con que gobiernan a mi país permite que en Chiapas los diputados perciban 150,000.00 de aguinaldo cada uno y 164,000.00 los treinta diputados Nayaritas; mientras que el 40% de sus representados tiene un ingreso mensual por vivienda de 4 mil 478.5 pesos, para cubrir todas las necesidades de una familia que en promedio tiene 4.2 integrantes. El canibalismo gubernamental impide al 24.7% de la población cubrir sus requerimientos básicos de alimentación, vestido, calzado, transporte público y educación, aunque dedicaran todos sus ingresos a esos rubros.

La decadencia moral y la codicia irrefrenable de nuestros dirigentes nos conducen al fracaso; los aguijones de la miseria impúdicamente laceran al pueblo trabajador. Aunque por el momento solo encontramos retazos de dignidad, de rebeldía, de lucha en un pueblo que se ha distanciado de su historia ¿Acaso nos es indispensable cierta dosis de mugre para darnos cuenta que tan bajo caemos? Por eso la perspectiva de un cambio a escala nacional inspira legítimas demandas. ¿Debemos como hasta hoy conformarnos con salarios miserables, estancarnos en la incompetencia, la desigualdad, el autoritarismo durante algunas décadas más? Mientras nos despojan del futuro, nos dejamos engañar.

Tal como van las cosas, no hay duda de que acabaran mal, Atenco y Oaxaca tienen algo en común con Cananea y Río Blanco, se produjeron en realidades distintas pero con coincidencias infranqueables: La mano dura con que intentaron resolverlos y un gobierno que privilegiaba a la clase adinerada sobre los derechos de la mayoría. Hoy la descomposición social que cobija al país y los inconformes que se organizan, así como la manera con que el nuevo régimen ha abrazado a las fuerzas armadas apunta hacia la detonación del primer conflicto social de escala nacional de este siglo en nuestro país.

Comentario: dr.jdcastro@gmail.com

* MIP en el Hospital General de Hermosillo Sonora.

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