sábado, 23 de febrero de 2008

Pemex versión D

Pemex: versión D



Viraje en Los Pinos: tenemos más petróleo que nunca

Así lo afirma un espot oficial que pronto saldrá al aire

¿No que sólo nos quedaban reservas para nueve años?

Ampliar la imagen Perredistas en defensa del petróleo Perredistas en defensa del petróleo Foto: Francisco Olvera

Con fecha de “13/02/08” y bajo la clave “Pemex versión D”, los publicistas de Los Pinos concluyeron un video de cinco minutos, firmado por el “gobierno federal”, que modificará por completo el discurso que Felipe Calderón y los suyos hicieron público hace unos meses para justificar la privatización de Petróleos Mexicanos. La insostenible versión de que “sólo nos queda petróleo para nueve años” será sustituida por una muy distinta: el Golfo de México posee las mayores reservas petroleras del mundo, pero éstas se localizan a 3 mil metros de profundidad y no contamos con la tecnología de punta para extraerlas.

Si el año pasado Calderón dio cuatro explicaciones diferentes acerca de lo que hizo con los 205 millones de dólares decomisados a Zhenli Ye Gon –confirmando en todas que su “gobierno” lavó dinero del narcotráfico–, ahora, con el mismo desenfado, abandona la mentira de que nuestros yacimientos de hidrocarburos son ya meras cavernas, y se dispone a fanfarronear con que tenemos reservas inmensas, lo que sí es cierto, como bien lo saben los mercados internacionales desde hace años, pero panistas y priístas se negaban a reconocer mientras amarraban la privatización en lo oscurito. Pero vayamos el texto del espot que está a punto de salir al aire.

“México tiene un gran tesoro, un tesoro escondido debajo del fondo del mar. El petróleo es nuestro tesoro y pertenece a todos los mexicanos de hoy y de mañana”, empieza diciendo un locutor con voz temblorosa de fervor patriótico. “México –agrega– cuenta con amplia experiencia en la explotación de pozos petroleros que se encuentran en tierra y muy cerca de las costas. Pero el mundo enfrenta ahora una nueva realidad. Las mayores reservas de petróleo se encuentran en aguas profundas, a 3 mil metros bajo el mar, es decir, a una profundidad de 15 veces el edificio más alto de México. Ahora es necesario llegar hasta allá para poder extraerlo. Una de las zonas donde existe mayor riqueza de petróleo en aguas profundas es el Golfo de México. Allí está nuestro tesoro y debemos llegar a él”.

Hasta aquí, la fábula para los niños rubios que retozan en una playa, ilustrando el chorizo, da un giro hacia lo absurdo: “Esto significa nuevos y enormes retos, que otros países alrededor del mundo ya están enfrentando con éxito”. (En este punto saco mi telescopio en busca de “países alrededor del mundo” pero sólo veo estrellas y planetas.) “Brasil, un país con un nivel de desarrollo similar a México” (falso: Brasil fabrica aviones de pasajeros, México ni siquiera lo intenta), “empezó a explotar sus yacimientos en aguas profundas hace 15 años. Gracias a esto, Brasil, que antes importaba petróleo, logró duplicar su producción y hoy es autosuficiente”. (¿Captan? Privaticemos Pemex para que seamos autosuficientes en petróleo… como si no lo fuéramos desde hace décadas.)

“Cuba es otro país latinoamericano que ya está tomando acciones para explotar su petróleo en aguas profundas” (¿cómo se “toman acciones”, con yerbabuena y azúcar, estilo mojito?) “Y de ser un país que hoy importa la mayor parte del petróleo que consume se estima que en la siguiente década podría convertirse en un país exportador” (sí: privaticemos Pemex para convertirnos en país exportador: ¿cómo no se nos había ocurrido?).

“México enfrenta hoy un reto completamente nuevo. ¡Trabajar en aguas profundas!” (fundas, fundas, repite el eco: sugerencia para la posproducción del espot). “El equipo submarino debe soportar presiones de hasta tres toneladas por centímetro cuadrado. Es como si una lata de refresco tuviera que soportar el peso de 60 camiones. La tubería que transporta el petróleo debe soportar bajas temperaturas porque a más de 600 metros de profundidad hace tanto frío que se forman cristales de hielo que bloquean el flujo de petróleo” (pero a 599 el agua todavía está sabrosa y no resulta insoportable la repetición del verbo soportar).

“Trabajar en aguas profundas requiere de tecnología de punta como sistemas satelitales georreferenciados” (¿geo qué?), “construcción de plataformas semisumergibles” (¿semicuánto?), “manejo de vehículos submarinos de control remoto y robótica”. Después de encadenar esas palabras con la finalidad de apantallarnos y deprimirnos, insinuando que la chatarra de Pemex no sirve para que desenterremos “nuestro tesoro”, los manipuladores publicistas de Los Pinos nos ofrecen un alivio inmediato al dolor que nos acaban de causar.

“Afortunadamente, como lo han hecho otros países del mundo, México puede establecer alianzas con quienes ya cuentan con la tecnología y la experiencia para explotar yacimientos en aguas profundas. ¡Podemos aprovechar ese conocimiento para sacar el petróleo que es nuestro! ¡No podemos ni debemos quedar fuera de esta oportunidad histórica! ¡Llegar hasta nuestro petróleo en aguas profundas nos permitirá vivir mejor! ¡Más petróleo para tener más hospitales y medicinas, más empleos, más y mejores carreteras, más escuelas y prosperidad para todos! (…) ¡sin que Pemex deje de ser una empresa de todos los mexicanos! La recompensa será garantizar nuestro futuro y el de las nuevas generaciones. ¡El petróleo es de México! Gobierno federal”.

Acto seguido, aún gritando, el locutor se envuelve en el lábaro patrio de Repsol y se arroja al océano desde una plataforma explotada por Chevron en la sonda de Campeche (gracias a los “contratos de servicios múltiples”, que Vicente Fox impulsó para iniciar la privatización silenciosa de Pemex), y si no me creen observen el video completo en YouTube, tecleando tan sólo dos palabras: “Spot Pemex”.

Es obvio: de ahora en adelante van a tratar de marearnos con el rollo de la tecnología que no tenemos. Pero debemos recordarles, como lo hizo en su artículo del domingo pasado José Antonio Rojas Nieto en la página 25 de este diario, que no contamos con esa tecnología porque, mientras el año pasado la renta petrolera fue de 50 mil 258 millones de dólares, el “gobierno” de Calderón invirtió sólo 37 miserables millones de dólares en investigación científica y tecnológica.

Antes que nada, la industria petrolera nacional debe ser sometida a una auditoría externa, para que todos los mexicanos sepamos en qué condiciones verdaderas se encuentra. Y por lo pronto –de eso cada día están seguras más y más personas nacidas en este país– millones se opondrán a que Calderón privatice las reservas de las aguas profundas. Así se lo dijeron anoche, por ejemplo, desde el Zócalo, representantes de todas las logias masónicas del país, que juraron “defender la Constitución y el petróleo hasta el límite de nuestra existencia”.

Mientras tanto, otra gran multitud se reunirá el martes frente al Palacio Legislativo de San Lázaro para presionar a los diputados indecisos que todavía no saben si votarán en favor o en contra de la ley Gestapo, que en caso de ser aprobada elevará a rango constitucional una dictadura policiaca con plenos poderes para reprimir a discresión. Son días de suspenso…

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

Considero que todos estamos de acuerdo en un punto: es necesario transformar a Pemex para que se mantenga como pilar fundamental de nuestra economía y en sí, de nuestra viabilidad como país. No hacerlo equivaldría a darnos un balazo en el pie, a echarnos la soga al cuello. Dejar las cosas como están significa frenar el desarrollo, desaprovechar los recursos existentes y, a la larga, perder soberanía y cancelar nuestro futuro. Creo que todos rechazamos la privatización de Petróleos Mexicanos; la razón de ello es inobjetable: la importancia de la paraestatal para el sostenimiento del país mismo. Sin Pemex como uno de los principales motores nacionales, simplemente se nos esfumarían las posibilidades de un mayor bienestar colectivo. No ignoremos el presente, los preocupantes padecimientos de la petrolera: falta de infraestructura, pérdida de reservas y caídas en la producción.
Hoy el tema está en la palestra, en la agenda nacional, en el debate entre diversas posturas. Lo más sano es alejarnos de los dogmatismos que polarizan y paralizan, que nos enfrentan, alejan y ubican en posiciones irreconciliables. Ese camino nos lleva a la nada, es la opción que durante largo tiempo nos ha dañado y podría llevarnos al aniquilamiento mutuo. En México necesitamos aprender a construir acuerdos, a despojarnos de lastres autoritarios y de facción. Izquierdas, derechas y centros deben construir, mirar por el bien común. De verdad, TODOS construyamos, dialoguemos y decidamos.
El mensaje contenido en el spot “Versión D” es una opción para enfrentar los rezagos de la industria petrolera (por cierto, adoptada en varios países), una vía que podemos respaldar, perfeccionar o modificar mediante –insisto- la construcción política. Por favor, desechemos las visiones simplistas y reduccionistas; ver en todo sólo complots o teorías de la conspiración llega a ser maniqueo y, lo peor, contrario a los valores democráticos. Quedarnos en lo contestatario, descalificar de entrada al anuncio y optar por el golpeteo es, aquí sí, de entrada poco razonable. Si la mejor solución para Pemex y México es la asociación para extraer el crudo, que así sea. Si se puede enriquecer esta propuesta o existen otras opciones, bienvenidas. El estado de las cosas apremia, es menester hacer algo ya; hagámoslo de manera incluyente, tolerante y abierta. El objetivo es, ante todo, el interés público. El reto es mayúsculo. Pemex requiere cambios y debemos emprenderlos cuanto antes.