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miércoles, 21 de mayo de 2008

Circulo de Estudios de la ENCB-IPN con Lorenzo Meyer


Los círculos de estudios nos envían la siguiente invitación:

El círculo de estudios de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas
(ENCB) invita a la conferencia magistral:

"La evolución de las políticas nacionalistas en el petróleo" Impartida
por el Dr. Lorenzo Meyer.

Fecha: Miércoles 21 de mayo de 2008 a las 2:00 pm.

Sede: Auditorio del departamento de Bioquímica.

Entrada libre.

Informes: circulo.estudios.encb@gmail.com

Atte.: Circulo de Estudios de la ENCB-IPN

miércoles, 16 de abril de 2008

Los veneros de petróleo que nos dio el Diablo

Fernando del Paso

Los veneros de petróleo que nos dio el Diablo

Con esta contribución me incluyo y me retiro al mismo tiempo del llamado debate sobre el petróleo. En un programa difundido la semana pasada en el Canal 11, el senador por el PRD Graco Ramírez afirmó –cito de memoria– que la gran mayoría de los mexicanos tiene una opinión definida sobre el futuro del petróleo en México. Es probable que, sin embargo, yo no pertenezca a esa gran mayoría: me retiro porque no tengo la capacidad, o en otras palabras, la preparación, los estudios necesarios para opinar sobre las implicaciones tecnológicas y económicas de una reforma energética. Coincido con lo que dijo Manuel Bartlett Díaz en la revista Forma del mes de enero-febrero de este 2008: “Nadie sabe qué es la reforma energética y todos saben qué es la reforma energética”.

Sí pertenezco, en cambio, a esa mayoría total –quiero pensar que lo es– de mexicanos que estamos dispuestos a defender a ultranza nuestro petróleo. ¿Quién no lo está? Pero pertenecer a esta mayoría, y formar parte de un grupo selecto en el que se mezclan simples novelistas –como un servidor– con expertos en politología, historia y economía, es otra cosa. En este caso, pienso que el escritor queda en desventaja. O al menos yo, por mi ignorancia.

Ampararse con la bandera de la ignorancia no es, desde luego, un motivo de orgullo y mucho menos un pretexto digno para retirarse de la arena. En las últimas semanas he leído con asiduidad y con cuidado una buena parte del material que se ha publicado sobre la reforma energética –o mejor dicho la petrolera–, y he tomado notas de los debates difundidos, sobre este tema, en el Canal 11. Lo menos que podía hacer, creo, era tratar de saber por qué no sé y, así, saber un poco más.

La mancuerna del Diablo

Defender nuestro petróleo de los intereses extranjeros implica, entre otras cosas –y cuando menos–, saber por qué lo hacemos. Algo en este sentido puede enseñarnos la historia y en particular la de América Latina, que no ha sido otra cosa, desde hace dos siglos, que la patética relación de los dorados auges y las caídas estrepitosas de sus productos, o en otras palabras la alternancia del milagro económico y la quiebra súbita y casi absoluta.

Desde 1810, cuando los países latinoamericanos bajo el dominio español comenzaron a independizarse, Inglaterra se propuso evitar que estas ex colonias cayeran en manos francesas o estadunidenses. En las siguientes décadas, los ingleses ya se habían encargado de construir en nuestros países varios ferrocarriles destinados no a beneficiar el transporte interno de materias primas y mercancías, sino a facilitar la salida de éstas al mar, con destino al Reino Unido. En 1850, estaban ya terminados el ferrocarril de Maná, en Brasil; el de Copiapó, en Chile, y el de Veracruz-El Molino, de México. Siguieron, pocos años después, en Colombia el de Aspinwall-Panamá y, en 1857, en Argentina, el de Buenos Aires-Suroeste.

Pocos años más tarde unas cuantas empresas inglesas se habían ya apoderado del cobre chileno y creado un imperio azucarero en el archipiélago de Sotavento, las Guayanas, Jamaica, Haití, Guadalupe, Puerto Rico, las costas peruanas y desde luego, Cuba, cuyo dominio no tardaría en pasar de las manos británicas a las estadunidenses; esta isla del Caribe no sólo le sería útil a Estados Unidos para hacer de ella un gran burdel en beneficio de la mafia, sino también para controlar la producción y el aprovechamiento de algo más que el azúcar y el tabaco: el níquel, el cobre, el hierro, el manganeso y el tungsteno.

Entre las fuentes y documentos a los que podemos acudir para ratificar las inmensas depredaciones que ha sufrido nuestro continente, destaca desde luego el libro del uruguayo Eduardo Galeano Las venas abiertas de América Latina, uno de los recuentos más lúcidos y completos y, diría yo, más dolorosos, de la expoliación que han sufrido nuestros pobres países al “asociarse” con empresas extranjeras representantes del capitalismo más puro y salvaje. Esto no hubiera sido posible, desde luego, sin la corrupción y la connivencia criminal de gobernantes latinoamericanos siempre dispuestos a asociarse con los intereses extranjeros para completar la mancuerna. Los casos han sido numerosos. Entre ellos, por ejemplo, el del presidente Castelo Branco de Brasil, quien le entregó a la US Steel el derecho de adquirir 49 por ciento de las acciones de los yacimientos de hierro de la sierra de Los Carajas. Esta empresa, nos cuenta Galeano, se encargó también de sacar, y transportar en sus propios buques, “todo el hierro que se extraía en cantidades gigantescas del Cerro de Bolívar el Venezuela”, como nos cuenta Galeano. Otro ejemplo es el del sanguinario dictador guatemalteco, Jorge Ubico, quien le otorgó a las empresas cafetaleras y bananeras extranjeras lo que Galeano llama “el derecho a matar”, al exentar a los finqueros de responsabilidad criminal respecto a la muerte de sus trabajadores.

Estos finqueros eran, por supuesto, representantes de la United Fruit, el gigante estadunidense que les hizo merecer, a los países centroamericanos por él explotados, el nombre de Repúblicas Bananeras. “Mamá Yunai”, como se llamaba a esta empresa –y tal fue el título de la novela del costarricense Carlos Luis Fallas– ejerció durante muchos decenios una explotación inmisericorde de sus trabajadores, corrompió gobiernos, organizó matanzas y puso y depuso a dictadores. Fue también la responsable, la United Fruit –y esto no lo dice un libro escrito por un comunista: lo dice la Enciclopedia Británica–, del asesinato del líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán durante el Bogotazo de 1948.

Hubo, sí, mandatarios que lucharon contra estos intereses. Su destino fue trágico.

A fines del sigo XIX, el presidente Balmaceda, de Chile, anunció su intención de nacionalizar los distritos salitreros del país. Los barcos británicos bloquearon las costas de Chile y Balmaceda, derrotado y derrocado, se suicidó. Ya entrado el siglo XX, en 1930, cuando el Congreso Argentino estaba a punto de votar la ley que disponía la nacionalización del petróleo, el presidente Hipólito Irigoyen fue derribado por el general José Félix Uriburu.

Los veneros del Diablo

La frase que aparece en el poema La Suave Patria, del gran poeta zacatecano Ramón López Velarde, resultó profética: el petróleo es un regalo que nos dio el Diablo.

Casi no hubo materia prima importante producida en la América Latina: el salitre, el nitrato de sodio, el azúcar, el algodón de Marañao, el cacao “que alumbró las fortunas de la oligarquía de Caracas” –Galeano– que no fuera objeto de la codicia y del pillaje primero británico y después estadunidense: Estados Unidos comenzó a ganarle terreno al decadente imperio británico y comenzó así el reinado de Union Carbide, Cynamid, Minnesota Manufacturera, Dow Chemical, Lever Brothers, Westinghouse y una veintena más, estadunidenses primero, multinacionales después, que se encargaron de imponer y sostener a todos aquellos sátrapas que las apoyaron: dictadores de opereta, sádicos, carniceros, feroces, asesinos, histriones y dementes. La lista es muy larga.

Ya para entonces, también, el petróleo se había vuelto el rey de las materias primas. Descubierto en lo que es hoy Irak hace más de 2 mil años, fue en un país vecino, Persia –hoy Irán–, donde, en 1901, Gran Bretaña consiguió del Sha Muzafarr al-Din la concesión para la explotación de la región. En unos cuantos años siguieron Kuwait, Bahrein y la conquista de Bagdad, la ciudad que fue clave para los británicos en su camino a la India y sobre todo en la ruta hacia los campos petroleros iraníes. Tras la Segunda Guerra Mundial, fue Estados Unidos, no Inglaterra, el país que aseguró en su beneficio los suministros petroleros de la región saudita, cuando, a bordo del barco Quincy, en aguas de Suez, Roosevelt celebró un tratado con Ibn Saoud, el fundador de la moderna Saudiarabia.

Una quincena de años antes, dos empresas petroleras, la Standard Oil de Nueva Jersey y la Shell, provocaron la guerra de El Chaco, el conflicto más cruento de toda la historia de América Latina, en el cual se enfrentaron los dos países más pobres del continente en ese entonces: Bolivia y Paraguay. Más de 80 mil bolivianos y 40 mil paraguayos pagaron con sus vidas. Nuevamente, no fue un comunista el que denunció el siniestro papel que jugaron estos dos gigantes: lo hizo un personaje de la política estadunidense, Huey Long, senador y después gobernador de Luisiana.

El Diablo en México

Es de suponerse que los mexicanos conocemos bien la historia de nuestro petróleo. En 1938, la nacionalización realizada por Lázaro Cárdenas afectó profundamente los intereses petroleros de varias naciones como Inglaterra, Holanda y los Estados Unidos. Entre las empresas nacionalizadas se encontraban, como lo señala la Enciclopedia de México de Rogelio Álvarez, la Huasteca Petroleum Co., la Sinclair Pierce Oil Co., la Standford y Cía., la California Standard Oil, la Consolidated Oil Co., la Atlantic Gulf Refining y la Transportation Co. A pesar de que México cumplió con el compromiso contraído para indemnizar a esas compañías, la estadunidense Standard Oil y la holandesa Royal Dutch bloquearon las exportaciones mexicanas de petróleo y abastecimientos para pozos y refinerías. Éstas y otras empresas ya se habían encargado de agotar, y llevarse consigo, la riqueza de la “Faja de Oro”, en los tiempos en que México cubría 25 por ciento de la demanda petrolera planetaria.

Pero el presidente Cárdenas no fue derrocado por los militares. No fue asesinado. No se suicidó. No acabó sus días en el exilio. A sabiendas de que a Estados Unidos le convenía tener a su alcance la riqueza petrolera mexicana para acaparar la producción e incluso apoderarse de ella si era necesario, obligó a México a declararle la guerra al Eje. México había sido neutral durante la Gran Guerra. Esta vez, esa posición era intolerable. Y fue entonces cuando se maquinó, de la manera más burda, el casus belli indispensable: el supuesto bombardeo, por parte de submarinos alemanes, de varios buquetanques petroleros: el Potrero del Llano, el Faja de Oro, Las Choapas y el Amatlán.

Con algo más pagamos: con la participación en la guerra de más de 15 mil mexicanos que vivían en Estados Unidos (Enciclopedia de México), y la muerte de cinco pilotos mexicanos del Escuadrón 201 en la guerra del Pacífico. Y también con el trabajo de decenas de miles de braceros mexicanos que exigían los agricultores del sur de Estados Unidos para levantar sus cosechas de algodón, uva, betabel, naranja, y otras frutas y verduras.

A pesar de que faltaban veinte años para que el carismático líder César Chávez creara una organización que defendiera los intereses de los inmigrantes en esas tierras, siempre humillados y explotados, los braceros mexicanos descubrieron algo en ellas que era un poco mejor que el infierno, y que les permitía llevar dólares a su país. Y éste fue el detonador de lo que se convirtió en la inmensa e incontrolable emigración de mexicanos hacia Estados Unidos.

Es, pues, la historia, y no la histeria, la que nos proporciona razones más que suficientes para desconfiar de nuestra asociación con cualquier empresa extranjera.

lunes, 7 de abril de 2008

¿Cuál diagnóstico?

Arnaldo Córdova

¿Cuál diagnóstico?

El Diagnóstico: situación de Pemex, que la Secretaría de Energía y Pemex entregaron a los grupos parlamentarios el pasado fin de semana, tiene la muy notable peculiaridad de que no diagnostica nada, se limita a señalar algunas dolencias de la empresa nacional, se atreve a sugerir que su régimen fiscal sea modificado y, lo peor de todo, no nos proporciona información que nuestros expertos no nos hubieran ya dado antes. Un diagnóstico es la calificación experta de una enfermedad, que sugiere, por sí misma, el tratamiento. Todo el que se tome el trabajo de leer las 128 páginas del documento, verá que no hay tal.
Estoy ansioso de que nuestros economistas y expertos petroleros desnuden la inanidad del documento en lo que se refiere a cuestiones técnicas de exploración, extracción, refinación y otras materias de las que yo no me ocupo. Quiero enfocarme en el problema fiscal de Pemex, en el que hizo énfasis la secretaria Kessel. Ella reitera lo que ya el documento dice, que la empresa necesita más recursos y sugiere que el régimen fiscal necesita modificarse. Pero el documento repite la misma historia: Pemex no tiene recursos y los debe buscar asociándose con otros. Ya sabemos lo que eso quiere decir.
Según el documento, cosa que Pemex ya había informado, sus ingresos en 2007 fueron de 104.5 mil millones de dólares. El que quiera, que haga la conversión correcta, pero estamos hablando de una suma cercana al billón 150 mil millones de pesos (al tipo de cambio de ese año). El documento no dice una palabra de adónde fue a parar ese dinero. Contrasta con los alegatos oficiales de que Pemex no tiene dinero. Se ha dicho también que para llevar a cabo lo proyectos que se tienen se requeriría algo así como 100 mil millones de dólares. Por lo que puede verse, la empresa sí tiene ese dinero y no tiene necesidad de pedirlo a otros, ni en crédito ni asociándose.
Hubo una época no lejana en que a la empresa se la sangraba todavía más que ahora. Entonces, recuerdo que se le quitaba 81 por ciento de sus ingresos brutos, nada más por derechos sobre el subsuelo y su superficie. Ahora, los diferentes derechos que antes había se han unificado en uno solo: “derecho ordinario sobre hidrocarburos”, que en cuatro años será de 71.5 por ciento del producto extraído (petróleo o gas). Hoy sigue pagando más de 74 por ciento. Pero sigue perdiendo de su ingreso bruto más de 90 por ciento. La sangría despiadada continúa. Eso lo puede ver cualquier curioso en el capítulo XII (hidrocarburos) de la llamada Ley Federal de Derechos.
El que tenga tiempo de revisar con cuidado el dichoso diagnóstico podrá ver desfilar la enorme cantidad de marrullerías que la Sener y Pemex nos deslizan para hacernos creer que la empresa está quebrada. El documento se la pasa tratando de convencernos de que no hay dinero para los proyectos que Pemex necesita y hay que buscarlos con otros. Además, la empresa tiene que enfrentar obligaciones colosales que la lastran e impiden su crecimiento.
Por ejemplo, tiene que pagar salarios descomunales y pensiones y jubilaciones que crecen continuamente, lo que se llama, eufemísticamente, “reserva laboral no fondeada”. Se calcula en 520.8 mil millones de pesos. No se dice cuánto se eroga actualmente en salarios. Sólo se sugiere, pero no se dice claramente, lo que costará el total de la fuerza laboral asalariada (una proyección absurda y fuera de lugar). Sí se apunta, empero, que en 2007, en pensionados (75 mil) se pagaron 16 mil 748 millones. Aparte de que no se informa nada acerca de los exorbitantes sueldos que deben ganar los cerca de 20 mil ejecutivos y empleados de confianza, ni de lo que ganan realmente los asalariados de base o eventuales.
Kessel y Reyes Heroles se escandalizan por el hecho de que Pemex ha tenido que desarrollar sus muy pocos y miserables proyectos con créditos que le salen costando enormidades y claman porque a la empresa se le dote de recursos propios. ¿De dónde, si el producto de la venta de hidrocarburos anda perdido eternamente? Quieren una reforma fiscal, quieren que Pemex reciba una mayor cantidad de su producto. Pero cuando proponen medidas concretas, nos dicen que el dinero que no se tiene hay que buscarlo fuera. Hasta me dio la impresión de que no están de acuerdo con el régimen usurario de los llamados “Pidiregas”. El camino, para ellos, es la asociación con otros.
Teóricamente, a Pemex debería corresponderle el precio de los hidrocarburos vendidos del que Hacienda no le despoja. En 2007 le debieron haber quedado algo así como 10 mil millones de dólares, pero no. Lo que recibe no es el producto real de su venta sino la cantidad que el presupuesto le asigna previamente y que va tan sólo un poco arriba de 40 dólares por barril. Sus deducciones fiscales son ridículas y ya están fijadas de antemano en la ley y el presupuesto. Resulta que Pemex recibe sólo lo que el presupuesto le asignó. Lo que le corresponde, en realidad, es mucho más y es suyo, sólo que no puede usarlo. ¿Adónde va a parar ese dinero?
¿Y la iniciativa de reforma energética? Ahora el senador Creel nos anuncia que serán las bancadas parlamentarias del PAN las encargadas de elaborarla y no el Poder Ejecutivo. ¡Esto ya es un sainete! El PRI sigue exigiendo que el presidente mande su iniciativa. ¿Qué lo detiene? Sencillo: no es que no sepa qué quiere hacer, más bien quiere que acabemos de aceptar su tesis de que, como Pemex no tiene dinero, hay que ir a buscarlo afuera. ¿Están de acuerdo los priístas en ello? ¿Por qué no lo dicen? Tan sencilla que sería la cosa: ¿por qué no se le cobra a Pemex un impuesto por arriba del fiscal, puesto que es la mayor y más productiva empresa, y lo demás se le deja para que resuelva sus problemas laborales, de inversión y de promoción de la investigación petrolera que está abandonada desde hace decenios y, también, para que pueda comprar en el mercado internacional la tecnología que requiere y que no pueda desarrollar por sí sola, sin tener que asociarse con nadie que no le convenga? ¿Es mucho pedir? Por lo menos, está dentro de la letra y el espíritu de la Constitución.

Quienes controlen el petróleo y el agua controlarán el mundo

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme

■ Quienes controlen el petróleo y el agua controlarán el mundo


No es lo mismo el abordaje conceptual de un geoestratega que el de un vulgar fiscalista neoliberal con visión de hormiga.

En la misma línea de pensamiento del británico sir Halford Mackinder, cuyo concepto del “corazón eurasiático” ha configurado la política exterior de la dupla anglosajona desde la Primera Guerra Mundial, los geoestrategas de Estados Unidos Heinz Alfred (alias Henry) Kissinger y Zbigniew Kazimierz Brzezinski han expresado que quien controle los hidrocarburos euroasiáticos habrá dominado el mundo.

Este trascendental axioma geoestratégico lo ignoran los muy primitivos neoliberales del duopolio del PRI y el PAN, sumado de los desviacionistas del PRD.

Después de la catástrofe militar de la dupla anglosajona en Irak sería conveniente ajustar el axioma geoestratégico del petróleo euroasiático, donde se concentra 65 por ciento de los hidrocarburos “convencionales” –es decir, de fácil acceso y extracción–, con un axioma reformado que incluya los hidrocarburos “no convencionales” –de difícil acceso y extracción, a un costo muy superior– de Canadá, México y Venezuela, que el régimen torturador bushiano busca capturar con el fin de mitigar su adicción energética con dos métodos: 1. El “convencional”, que enarbolan el ASPAN (Acuerdo para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte), el Comando Norte y el Comando Sur, y 2. El “no convencional” de la amenaza del terrorismo texano con máscara islámica de Al-Qaeda y montaje hollywoodense.

En este tenor, el británico John Gray, un autor de tintes apocalípticos, titula su artículo en The Observer. “Quienes controlen el petróleo y el agua controlarán el mundo”. Su estrujante tesis, que de cierta manera marca el sentir geopolítico de la decadencia británica y de sus petroleras BP y Shell, la resume el rotativo: “nuevas superpotencias compiten por los recursos en disminución, mientras Gran Bretaña se ha convertido en un jugador menor. El resultado puede ser letal”.

Muy “menor”, pero todavía la “pérfida Albión” asesta excelentes golpes contra los cándidos países latinoamericanos, como acaba de ser expuesto el cuantioso fraude de la trasnacional pirata española Repsol, en connivencia con las cleptocracias de Perú y México, lubricado por el presunto agente británico David Shields (alias Shell), con travestismo de “experto” petrolero, quien acabó vendiendo gas y sobre cuya identidad maligna ya habíamos alertado con antelación (ver Bajo la Lupa, 9-1-08). Bajo advertencia no hay engaño.

No es ningún secreto exponer que en la etapa neoliberal las trasnacionales españolas (v. gr. Santander y Repsol) constituyen las “mulas de Troya” (con el debido respeto, pero no dan para “caballos”) de Gran Bretaña en Latinoamérica. Nunca hay que perder las proporciones: la España aznarista es el “país pirata” que usa Gran Bretaña para apoderarse de una parte sustancial de las joyas geoestratégicas de Latinoamérica.

John Gray aduce persuasivamente que “actualmente se libra una carrera por los recursos mundiales que se asemeja al “gran juego” en las décadas que desembocaron en la Primera Guerra Mundial. Hoy, como ayer, el premio más codiciado es el petróleo y el riesgo es que, conforme la contienda se caliente (sic), no siempre será pacífica”.

Moraleja: Gran Bretaña –extensivo a EU– venderá muy cara su derrota energética después de haber dominado y minado el mundo durante dos siglos, gracias al control de los hidrocarburos mediante sus trasnacionales petroleras BP y Shell –extensivo a las trasnacionales estadunidenses Exxon Mobil, Chevron-Texaco, Conoco Phillips y Halliburton.

El “gran juego” decimonónico –concepto acuñado por el autor británico Rudyard Kipling en la novela de geopolítica imperial Kim, que evidencia las guerras que libraron Gran Bretaña y Rusia por el control de los hidrocarburos centroasiáticos –se ha complicado a juicio de John Gray: “hoy existen nuevos jugadores poderosos, y no solamente el petróleo está en juego”.

Muy realista, el autor comenta que “ahora, Gran Bretaña importa poco, y China e India, que fueron países subyugados durante la fase final del ‘gran juego’, han emergido como actores principales”.

Llama la atención que Gray no cite para nada a Estados Unidos, que, a nuestro humilde entender, representa el clon del destino geopolítico de la decadencia energética británica.

Remarca que han desaparecido para siempre “los días cuando el petróleo convencional era barato”. A diferencia del siglo XIX y en resonancia con nuestra tesis sobre los hidrocarburos “no convencionales”, la “batalla no se encuentra únicamente enfocada al petróleo de Asia central, y se extiende desde el Golfo Pérsico hasta África y Latinoamérica, aun a los glaciares polares, y también constituye una batalla por el agua y el desabasto de los minerales vitales. Por encima de todo, el calentamiento global incrementa la escasez de los recursos naturales”.

Se mofa del “capitalismo global”, el cual, por cierto, se ha vuelto el hazme rreír de moda :“estamos lejos del mundo fantasioso de hace solamente una década, cuando los gurús de moda peroraban sabiamente sobre la economía del conocimiento. Entonces, nos aleccionaban, las materias primas no importaban más (¡súper-sic!). Eran las ideas las que movían el desarrollo económico (…) Actualmente, la economía del conocimiento fue una ilusión creada por el petróleo barato cuando los auges eternos acaban en lágrimas”.

Como todos los geoestrategas saben, “el petróleo permanece en el corazón del nuevo “gran juego”, y hoy es más importante que nunca”, y su “nueva fase” empezó en 1991, con la primera guerra del Golfo, de Daddy Bush y el premier británico John Major (nota: coincidentemente, ambos socios del insolvente Grupo Carlyle; ver Bajo la Lupa, 26-3-08) contra Irak, que “fue nada menos que una guerra del petróleo”, así como la reciente invasión anglosajona a Irak, en 2003.

En forma interesante, se suma a la tesis en boga sobre la excesiva dependencia del petróleo por cada soldado estadunidense, según un reciente reporte del Pentágono: “con su compleja logística y exagerada vinculación al poder aéreo, los ejércitos de alta tecnología son extremadamente intensivos en energía”.

Admite la “decadencia occidental” y el papel determinante de Rusia, Venezuela e Irán, pero coloca como el “mayor jugador” a China, que “ha apostado todo en su crecimiento económico”, tan dependiente de los energéticos y del agua, cuando los glaciares del Himalaya comienzan a derretirse prematuramente.

http://www.jornada.unam.mx/2008/04/06/index.php?section=opinion&article=014o1pol

Por fin qué

Justify Full
Manuel Camacho Solís
7 de abril de 2008

Llegó el momento. Terminaron los rounds de sombra. Felipe Calderón tendrá que decidir si quiere cerrar el capítulo de la reforma energética con una aventura política que magnificará los errores de su estrategia, o reposicionarse abriendo el cauce a un diálogo nacional. ¿Apertura de Pemex al capital externo contra la opinión pública, un movimiento social organizado, un PRI que ya hizo sus cálculos y con un gabinete desacreditado?

Quien conoce los resortes del antiguo régimen sabe, contra lo que declaran todos los días los funcionarios públicos, que está en marcha la alineación de las fuerzas políticas para la batalla que se aproxima. Se une a todas las fuerzas del status quo; mientras que se acorrala a la oposición, de tal manera que cualquier protesta pueda ser rápidamente descalificada y denominada violenta. A pesar de que está probado que, en las circunstancias más difíciles, el movimiento que encabeza AMLO ha sido indudablemente pacífico, ya se habla de amenazas y violencia para justificar la aplicación del código penal.


El plan de guerra está listo. Contra todo lo que han declarado el gobierno y los legisladores del PAN, en días puede haber: iniciativa de reforma; intento de albazo en las cámaras; y un golpe mediático contra la movilización popular. Todavía es posible que intenten romper los eslabones débiles del PRI. Todavía es posible que, con tal de no darle una victoria mayor a AMLO, Felipe Calderón se lance a una aventura política.


¿Por qué Felipe Calderón no aprovecha el momento para destrabar la política y reducir la polarización? ¿Por qué no vuelve a empezar en el tema de la energía, para construir un auténtico rescate de Pemex, que es lo que necesita la economía y aprueba la mayoría de los ciudadanos? ¿Para qué tomar el camino del engaño, el ocultamiento y el uso autoritario del poder, a cambio de una reforma vergonzante que no rescatará a Pemex, pero sí dejará muy lastimado el tejido social y político?


Felipe Calderón tiene en sus manos la llave para la salida digna de todos: aceptar un verdadero diálogo nacional.


Con el apoyo de todos, una comisión independiente del más alto nivel (como se hace con los grandes asuntos en los países escandinavos), podría preparar la agenda y presentar las opciones (de política de energía y sus consecuencias para la estrategia de desarrollo) que dieran sustancia y altura al debate. Con ese apoyo se abrirían las puertas de manera convenida y ordenada para conocer las razones de unos y otros. Los medios otorgarían espacios equivalentes a las posiciones finales de gobierno y oposición. Se organizarían debates cruciales. Se tendría un calendario que rompiera con la lógica perversa de la competencia de 2009 y un plan cuyo objetivo sería esclarecer el debate y construir un clima político incluyente.


El Congreso se enaltecería. Felipe Calderón tendría los márgenes para reestructurar su gabinete y evitar salir con una farsa frente a su derrota estratégica. El PRI habría contribuido a encarrilar el proceso institucional. AMLO y la oposición de izquierda habrían logrado una victoria crucial al defender la Constitución y el petróleo, indispensable para recomponer la participación de la izquierda en el proceso democrático. La apertura comprometería a todos los participantes y permitiría que los acuerdos para fortalecer a Pemex —con inversiones, investigación, tecnología y transparencia— se hicieran de cara a la nación. Se puede.


Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/40216.html

miércoles, 26 de marzo de 2008

Círculo de Estudios La Restauración de la República

Círculo de Estudios La Restauración de la República
Conferencia: "El Petróleo Mexicano en la Encrucijada"
por Alfredo Jalife Rahme


EL CIRCULO DE ESTUDIOS "LA RESTAURACIÓN DE LA REPÚBLICA"
INVITA A LA CONFERENCIA SOBRE "EL PETRÓLEO MEXICANO EN LA ENCRUCIJADA" CON LA PARTICIPACIÓN DEL DOCTOR ALFREDO JALIFE RAHME, ESCRITOR Y PERIODISTA
TE ESPERAMOS ESTE MIÉRCOLES 26 DE MARZO A LAS 19 HRS.EN EL CAMPO XOCHITL
(ex módulo de RTP, sobre la calle de Corregidora esquina con calle Campo Xochitl, Colonia Miguel Hidalgo frente a Plaza Cuicuilco, Delegación Tlalpan a solo tres calles de la tienda Elecktra (ESTACIÓN METROBUS "CORREGIDORA")
ENTRADA LIBRE.

ESTARA A LA VENTA LA REVISTA "EL CHAMUCO" Y OTROS LIBROS MÁS, ASÍ COMO EL DISCO DE LAS PARODIAS DEL MAESTRO "JORGE SALDAÑA""CORREGIDORA")

domingo, 23 de marzo de 2008

Mujeres sin miedo --Mónica Pérez Taylor--

Mientras todas las potencias petroleras nacionalizan sus recursos para financiar su desarrrollo y progreso, quienes gobiernan México están a punto de entregarlo al extranjero.

Mujeres sin miedo

Mónica Pérez Taylor
22 Mar. 08
MURAL GRUPO REFORMA


El alter ego de Calderón y de su gabinete de oropel, un señoritingo de baja estofa que utiliza su doble nacionalidad a conveniencia, parapetado en la Secretaría de Gobernación, tan sacrificado como es él para servir a la patria, la nuestra y la suya, se flageló quedándose en la Ciudad de México para observar la verdadera celebración de la expropiación petrolera en el Zócalo sin ir al falso festejo en tierras tabasqueñas con gran despliegue militar para que nadie los viera ni los molestara, y que Feli-pillo saliera en la foto al lado de lo peor de lo peor: el ladrón líder sindical del Pemexgate y senador con fuero, Romero Deschamps.

Me imagino al pillastro de Mouriño temblando de miedo bebe que te bebe su ron favorito entrada la tarde. Sus orejas habrán revoloteado como papalotes al escuchar cuando, en la única ocasión en que Andrés Manuel López Obrador mencionó su nombre, le llovió el repudio absoluto de cientos de miles de mexicanos que no toleramos más este Gobierno infame hecho a base de mentiras, ni tampoco a la prensa que ha sacado de contexto las palabras de su discurso para hacerlo ver como el violento y el desestabilizador.

Que el PRD está en tremenda crisis, sí, y peor lodazal ha creado la mano del usurpador y de sus corifeos que quieren una izquierda muy a su modo. Calderón dijo que Pemex seguirá siendo de los mexicanos porque esa es la voluntad del pueblo. ¡Válgame con tanta verborrea saliendo de la boca de un hombre al que nada le importa ni el pueblo ni la patria! Nadie les cree ya nada, y su propaganda del tesoro escondido les ha salido por la culata. Así de caro nos está saliendo el "haiga sido como haiga sido". Porque los que violentan y desestabilizan al País serán los entreguistas que se han creído que el patrimonio nacional está a su disposición absoluta y la amenaza y la provocación viene de la irresponsabilidad de este Gobierno más que mediocre.

Increíble que el esmirriado españolito acompañara a su pareja presidencial al homenaje de nuestro prócer Benito Juárez, deshonrando su memoria de la manera más ruin. Solitos, muy solitos ambos, dejando al pueblo y a miles de turistas nacionales y extranjeros tras las vallas, otra vez para la foto, pero que Calderón se atreviera a decir que quien ignora la ley ofende la memoria de don Benito, con ese traficante de influencias a su lado, es la pura desvergüenza. Nada les importa. Van derecho y no se quitan. Ya estamos hartos de tanto desorden y corrupción y somos millones de mexicanos y de mexicanas conscientes de que se intensifica el gran saqueo a la nación en contubernio todos los traidores: Labastida, Beltrones, Gamboa, Hildebrando, Reyes, Elías, Kessel, Germancito, Cesarito, Maximito y todos esos que sabrá a qué le tiran. ¿Al exilio y a vivir de sus comisiones?

Pues sí, que nos ha llegado la hora de emprender la madre de todas las batallas lo sabemos la mayoría de los mexicanos y de las mexicanas, y nos tienen miedo porque el movimiento de resistencia civil es pacífico y porque la razón está de nuestro lado. Un 75 por ciento de los encuestados por María de las Heras opina que la reforma energética es un disfraz para la privatización y 85 por ciento piensa que no conviene poner a Pemex en manos privadas. Pero ya tienen a la nación comprometida con los empresarios nacionales y extranjeros que catapultaron a la marioneta con su vil fraude electoral y la simulación de su inútil guerra contra el narcotráfico para reprimir al pueblo, ese que Calderón tanto dice respetar.

Por poner el primer ejemplo de lo que se nos avecina, mujeres luchonas, tenemos al misógino de Carlos Marín, director de Milenio, con su editorial del jueves azuzando a la represión contra las 10 mil mujeres que acompañadas por verdaderos hombres, formaremos un cerco alrededor del Congreso para que no pase la iniciativa que legalizará el saqueo. Qué Andrés Manuel necesita lanzar a las mujeres por delante y protegerse tras nuestras enaguas es, por decir lo menos, una muestra de la grandísima cobardía y amargura de este nauseabundo periodista. Qué asco nos causa a todas las mujeres su pluma envenenada.

Porque ya no es soportable ver como cada minuto uno de nuestros hijos o hijas abandona este País y constatar por todos lados la miseria lacerante de la mayoría y la destrucción más atroz de todos nuestros recursos naturales, es que seguiremos trabajando y luchando, hombro con hombro, por nuestra patria. Sí, nuestra patria y nuestro petróleo.

jueves, 13 de marzo de 2008

CIRCULO DE ESTUDIOS COAPA

TE INVITA A LA

CONFERENCIA

“LA DESNACIONALIZACIÓN DE PEMEX”

A CARGO DE

DR. ALFREDO JALIFE RAHME

JUEVES 13 DE MARZO 2008 A LAS 19:00 HORAS


AUDITORIO “JOSÉ MA. MORELOS Y PAVÓN”

Cárcamo #3755 esquina Prol. Div. del Norte y Canal de Miramontes. Subdelegación de Villa Coapa , Tlalpan.
Junto a la Glorieta de Vaqueritos (Registro Civil)

Entrada Libre.

martes, 4 de marzo de 2008

ISA Servicio informativo núm. 367

Ciudad de México, 4 de marzo de 2008
Servicio informativo núm. 367


http://www.serviciodenoticiasisa.blogspot.com



Sumario:


I. ¡Zimapán!, por Rosario Ibarra


II. La exclusividad de la nación en materia petrolera, por José Antonio Almazán


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¡ZIMAPÁN!
por Rosario Ibarra
(publicado en El Universal el 4 de marzo de 2008)


Tempranito en la mañana del domingo salimos rumbo a Zimapán. Dos grupos del comité ¡Eureka! nos habíamos comprometido —como parte que somos del Frente Nacional Contra la Represión (FNCR)— a ir al acto en contra del “basurero tóxico” que una empresa española se ha empeñado en instalar allí, con la anuencia del gobierno... ¡por supuesto! El pueblo indignado por tal pretensión, ni tardo ni perezoso desde el inicio del atropello a su salud y a sus derechos inició su defensa con firmeza, misma que sin condiciones tanto ¡Eureka! como el FNCR apoyamos desde el primer día.


La mañana del domingo era muy fría, y abrigos, chamarras y jorongos empalmados no bastaban para evitarlo; sólo después de un sabrosísimo café, cargado y caliente, como salido de los hornos del averno, nos sentimos bien y de prisa enfilamos hacia Pachuca, La bella airosa, como suelen llamarla. Allí encontraríamos al segundo grupo de nuestro incansable comité de familiares de presos y desaparecidos políticos.


Un sol radiante nos recibió más tarde a nuestro paso por Actopan y a mediodía, ya en Zimapán, abrigos, chamarras y jorongos se apilaron en los asientos de la camioneta, mientras subíamos por los sinuosos y polvorientos caminos de aquellas montañas, hacia las minas, hacia los “bancos de mármol”, situados en terrenos ejidales de Puerto del Efé (del hñahñu), que han sido el medio de subsistencia de cientos de familias de la zona desde hace muchos años y que ahora se ven amenazados por la toxicidad del ambiente, si se diera el uso que pretenden a la gran extensión de tierra destinada para el malhadado “basurero tóxico”, que empresa española y gobierno federal quisieron disfrazar de “planta recicladora de basura” para engañar al pueblo de Zimapán.


Desde aquella altura y cubiertos del polvo blanquecino de los bancos de mármol, contemplamos la planicie en donde quieren lanzar la basura tóxica, y con los bríos que brotan de la indignación ante los atropellos bajamos de prisa para iniciar el acto programado en el centro de la ciudad. En nutrido grupo de compañeros de Zimapán y de los solidarios del FNCR, que arribaron justo a tiempo, iniciamos la marcha hacia el lugar escogido y llegamos al bello jardín, frente a la centenaria iglesia, en donde el arte de Churriguera y el barroco se hablan de tú y se dan la mano.


¡Qué hermoso acto! Cuánta gente, qué brío el de los oradores; cuánta resolución, qué enorme pujanza y, sobre todo, qué clara y brillante solidaridad hacia otras causas nobles como la de ellos. Para los presentes, era aquel acto para todos los que tuvieran reclamos contra el enemigo común, y orgullosos y agradecidos rindieron homenaje de admiración y cariño a sus muertos, a los asesinados por los malos gobiernos y sus corifeos: Armando Zea y su amigo Pablo, Misael Núñez Acosta y cada uno de los que en otros lugares han caído luchando en todos los rincones del país. Muchos pensamos en los compañeros caídos en Madera, Chihuahua. En 1965, en los del 68 y en los del Jueves de Corpus; en muchos otros, como el joven ferrocarrilero Román Guerra Montemayor, asesinado en Monterrey con saña inaudita; en los 500 triquis, nuestros entrañables amigos, en los 600 perredistas que fueron asesinados durante el salinato y, claro, en los que cayeron en San Salvador Atenco y en Oaxaca.


Hubo estruendosos gritos para exigir la libertad de desaparecidos y presos políticos. También a coro decían ¡No! a la ley Gestapo ni a la pretendida privatización del petróleo, y aquí agrego: además de los crímenes... ¿qué quieren hacer con nuestro suelo? ¿Qué pretende el mal gobierno al envenenar Zimapán, Guadalcázar, Madera y San Luis Potosí? Y La Parota, ¿qué beneficios aporta a los pobres que por algo se niegan a aceptar su construcción?


Y para donde volvamos la vista podemos encontrar la malignidad de un gobierno de intereses mezquinos que sólo busca su enriquecimiento, sin importarle la miseria ni el dolor de todo el pueblo. ¿Qué pretende hacer en Huatulco? ¿Por qué hacer campos de golf y fraccionamientos “exclusivos” en la bellísima Huasteca en Monterrey? ¿Quiénes van a disfrutar de la hermosa vista de sus rocas milenarias? A sus fraccionamientos “exclusivos” sólo los ricos tendrán acceso, y los pobres que solían ir a sentarse bajo el cobijo de aquella belleza quedarán, como siempre, alejados de lo que a todos nos pertenece. Por eso, luchamos juntos, unidos por defender lo nuestro... por eso fuimos a Zimapán.


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LA EXCLUSIVIDAD DE LA NACIÓN EN MATERIA PETROLERA
José Antonio Almazán
(publicado en La Jornada el 4 de marzo de 2008)



1. Imposibilitados para reformar el párrafo sexto del artículo 27 constitucional en materia de petróleo, Felipe Calderón y sus aliados del PRI pretenden llevar a cabo la privatización del petróleo como lo intentó el presidente Manuel Ávila Camacho en febrero de 1941, mediante una contrarreforma a la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional en el ramo del petróleo.


Esta argucia también fue utilizada por Carlos Salinas de Gortari, quien para adecuar la legislación mexicana a los compromisos pactados en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte promovió una contrarreforma a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, y con esto abrió las puertas a la participación del capital privado en la industria eléctrica nacionalizada. Ahora Calderón, contando con el aval de un sector del PRI, pretende entregar la riqueza petrolera a las grandes trasnacionales en estricto cumplimiento de los compromisos pactados en la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN), firmada por Vicente Fox con los gobiernos de Canadá y Estados Unidos en marzo de 2005, y ratificados por Calderón en la tercera cumbre de agosto de 2007.


En ambos casos (1941 y 1992) se vulneró el principio de exclusividad nacional en materia energética, inscrito en los principios fundamentales de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.


2. El tema de la exclusividad nacional en materia energética constituye un aspecto fundamental en la larga lucha del pueblo de México para defender y desarrollar su soberanía en el contexto del proyecto de nación establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos el 5 de febrero de 1917. El concepto de exclusividad nacional no fue establecido en el texto original del artículo 27 constitucional, aun cuando implícitamente está contenido en las ideas originales y la discusión que en torno a los conceptos constitucionales –de propiedad originaria de la nación sobre las tierras y aguas de su territorio nacional; el dominio directo de todos sus recursos naturales, entre ellos el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos, y el carácter inalienable e imprescriptible de este dominio de la nación– desarrolló el Congreso Constituyente de 1917.


Las razones de la inclusión de estos conceptos constitucionales se pueden leer en el diario de los debates de 1917 y básicamente tienen que ver con la apropiación por parte de la nación de los derechos que tenía la corona española. Así, desde la guerra de Independencia, pasando por la Reforma, hasta llegar a la Revolución Mexicana, la lucha emancipadora por un México soberano e independiente se centra fundamentalmente en asignar al pueblo y a la nación los derechos que sobre el territorio tenía la corona española.


3. En estos principios constitucionales se apoyó el presidente Lázaro Cárdenas para elevar a rango constitucional la nacionalización del petróleo, mediante una reforma adición al párrafo sexto del artículo 27, que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 9 de noviembre de 1940. Impotente para revertir la reforma constitucional, al nuevo presidente Ávila Camacho no le quedó otro recurso que promover, en menos de tres meses, una contrarreforma a la ley secundaria en materia petrolera, derogando la expedida por el general Cárdenas, para restaurar el régimen de concesiones mediante la figura de contratos, amplios y flexibles, argumento, “para el mejor estímulo de la iniciativa privada, en cuyas energías vitales –lo tenemos dicho– ciframos principalmente nuestra seguridad en la expansión económica del país.”


Por si fuera poco, en su exposición de motivos expresó que “las modificaciones intentan abrir nuevas oportunidades a la inversión del capital privado en la industria petrolera bajo formas de empresa que, por constituir entidades de economía mixta, es decir, organismos semioficiales controlados por el gobierno, impriman a la participación privada un sentido preponderante de utilidad social”. De manera tal que en los artículos 6, fracción III y 10 fracción III se estableció que “la nación llevará a cabo la exploración y explotación del petróleo” mediante contratos con particulares o “sociedades de ‘economía mixta’, en las que el gobierno federal representará la mayoría de capital social, y de las cuales podrán formar parte socios extranjeros”. Cualquier parecido con lo que hoy pretende Calderón y un sector del PRI que ha abjurado de sus principios nacionalistas es mera coincidencia.


4. Hoy, simulando estar en contra de la privatización del petróleo, que el pueblo de México rechaza y que la razón constitucional imposibilita, se pretenden legalizar los inconstitucionales contratos de servicios múltiples y/o de riesgo; y con falsos argumentos que no soportan la prueba de los hechos, al afirmar que Pemex no cuenta con los recursos de capital ni la tecnología de punta, los vendepatrias intentan entregar el petróleo que pertenece en exclusividad a la nación al gran capital internacional. ¿Lo vamos a permitir?


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viernes, 22 de febrero de 2008

ISA Servicio informativo núm. 360

Ciudad de México, 22 de febrero de 2008
Servicio informativo núm. 360

Sumario:


I. En México existen precios más caros de energía eléctrica y de derivados del petróleo que en países con menos potencial energético, señala López Obrador


II. Las razones por las que no conviene a México abrir el sector petrolero a la inversión privada


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EN MÉXICO EXISTEN PRECIOS MÁS CAROS DE ENERGÍA ELÉCTRICA Y DE DERIVADOS DEL PETRÓLEO QUE EN PAÍSES CON MENOS POTENCIAL ENERGÉTICO, SEÑALA LÓPEZ OBRADOR


Andrés Manuel López Obrador expresó que los mexicanos pagan las tarifas más caras por consumo de energía eléctrica, gas y gasolinas, en comparación con los habitantes de Rusia, China, Estados Unidos y Ecuador, debido a que los gobiernos de extracción priista y panista no han invertido en las industrias eléctrica y petrolera.


“Optaron por contratar con la empresa española Repsol los servicios de suministro de gas, por 15 mil millones de dólares, en vez de invertir en tecnología para separar el gas del nitrógeno que se extrae de la sonda de Campeche”, resaltó durante el segundo día de recorridos por municipios del Estado de México.


El presidente legítimo de México ejemplificó que en Ecuador el litro de gasolina se vende en 4 pesos, mientras que en México se comercializa al doble, es decir en 8 pesos, a pesar de que la nación sudamericana no produce 3 millones 200 mil barriles anuales del combustible, como lo hace nuestro país.


López Obrador explicó que desde hace 25 años, “los que se creen amos y dueños de México han apostado al abandono de Pemex para privatizar el sector. En el 2007, México compró gasolina por un monto equivalente a 10 mil millones de dólares, en vez de construir tres refinerías en territorio nacional”, mencionó.


Asimismo, indicó que desde hace 25 años los gobiernos priistas y panistas han entregado mil empresas públicas a la iniciativa privada, tanto nacional como extranjera y la gente no tiene conocimiento porque los medios de comunicación no informan sobre la intención del gobierno de facto de Felpe Calderón de privatizar el petróleo o de entregar la energía eléctrica.


En las siete asambleas informativas de este día, López Obrador invitó a los mexiquenses a participar en la reunión nacional del próximo domingo 24 de febrero en la Torre de Pemex, a las 11 de la mañana, en donde se dará a conocer el plan de acción que se llevará a cabo, “si el presidente pelele presenta una reforma a la Constitución o a leyes secundarias para entregar el petróleo al extranjero”.


Ante los ciudadanos de Zacualpan y Almoloya de Alquisiras, solicitó al diputado local del PRD Higinio Martínez y a la senadora Yeidckol Polevnsky que realicen las gestiones necesarias para que se entreguen los subsidios a los campesinos para la compra de fertilizante.


Dijo que en los últimos 14 meses, el costal del abono pasó de 150 a 400 pesos y expresó que los mexicanos no podemos aceptar el proceso de degradación progresiva que se vive en los sectores económico, político y social del país, que ha provocado el abandono de las actividades productivas y el descuido en el campo.


“Una prueba de ello es que en enero pasado entró en vigor la cláusula del TLC para América del Norte para importar sin arancel alguno maíz, fríjol, leche en polvo y azúcar”, señaló.


En Sultepec, advirtió que aquellos que se creen amos y señores del país no van a poder destruir el movimiento de transformación, porque ya cambió la mentalidad del pueblo. Aseveró que sí se puede cambiar la situación económica del país, porque México cuenta con dos importantes recursos: el pueblo y los recursos naturales.


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LAS RAZONES POR LAS QUE NO CONVIENE A MÉXICO ABRIR EL SECTOR PETROLERO A LA INVERSIÓN PRIVADA
Documento tomado de la página de internet de la Secretaría del Patrimonio Nacional del gobierno legítimo de México



1.- El petróleo tiene una importancia estratégica. El sector petrolero tiene una importancia una posición decisiva en la producción nacional y en el desarrollo del país por las siguientes razones:


a).- No sólo por el petróleo crudo, sino por los productos que se derivan de él, pues sin esos productos (gas, gasolina, diesel, y productos básicos para la industria) las economías no se mueven.

b).- Por lo limitado de las reservas mundiales. En virtud de lo cual, la nueva tendencia en el mundo es que cada vez más la propiedad del petróleo está bajo control de empresas del estado.

c).- Por que el nuevo énfasis de las empresas petroleras estatales es aprovechar mejor los productos básicos para aumentar el valor agregado y empleo.

d).- Por que, desde la primera década del Siglo XX, el petróleo ha sido estratégico porque la posesión de reservas siempre ha dado lugar a conflictos entre naciones, o entre particulares y el gobierno que atentan la soberanía nacional, es decir en contra de la capacidad de un país – particularmente de uno en desarrollo- de decidir su futuro e insertarse con las mayores ventajas posibles en la economía global.


Por todo ello, exponer de nuevo a México a la posibilidad de estos conflictos al comprometer activos o concesiones con entidades privadas nacionales o extranjeras, sería un grave retroceso que compromete la soberanía y el futuro de nuestra economía. Esas fueron las razones de fondo por las que, primero, el Constituyente de 1917 con el objetivo de asegurar el futuro de la Patria, estableció que los yacimientos de petróleo y demás hidrocarburos son propiedad inalienable de de la Nación; es así, por que ningún gobierno puede tener facultades para ceder en general y perpetuamente los derechos que corresponden a una Nación sobre los bienes que forman y han formado siempre el acervo de su patrimonio. Y, por las que, años después, en 1938 el Presidente Cárdenas nacionalizó la industria petrolera, precisamente, ante la negativa de las compañías petroleras extranjeras a acatar las leyes mexicanas.


2.- Muchas de las actividades de PEMEX están integradas como cadena productiva: si se abren al sector privado, se crearían monopolios privados que generarían graves consecuencias a la sociedad.

La producción de crudo, su refinación y el transporte en cada región en donde se realiza representa un monopolio natural, pues nadie más puede perforar y extraer crudo en la misma zona, refinar productos o transportarlos en los mismos ductos. PEMEX obtiene así economías considerables, las cuales se reflejan en sus ingresos. El alto pago de impuestos refleja estas ventajas, las cuales son transferidas a la sociedad en forma de altos impuestos.


Al abrir partes de PEMEX al sector privado se provocaría un perjuicio contra la sociedad, pues se crearía un monopolio privado que no transferiría las ventajas del monopolio natural a la sociedad, vía ingreso fiscal, como PEMEX hoy lo hace, sino que se realizaría una apropiación privada de sus ventajas.


3.- El sector petrolero es una industria integrada.

Esta abarca desde la exploración de reservas de crudo y gas hasta la petroquímica básica según lo marcan la Constitución y las leyes. Su operación y desarrollo es a partir de esta integración. Las altas utilidades que se obtienen de la exportación de crudo en periodos de altos precios se pueden así invertir en ampliar la capacidad de la refinación y de la petroquímica básica. Estas inversiones se pueden hacer independientemente de los márgenes de utilidad que en cualquier momento existan en esas industrias. Si esas industrias estuvieran bajo una administración privada, las inversiones y, por lo tanto, la ampliación de la capacidad de refinación y petroquímicos quedarían sujetas a los márgenes de utilidad y podrían no realizarse. Esto crearía desabasto en mercados como el de la gasolina y nos obligaría a importar. Si más tarde los precios suben mucho, estaríamos importando creciente volúmenes a precios altos y dependiendo del exterior para un producto esencial, como es la gasolina.


Esto ya nos ha pasado en México por errores y falta de visión de los gobiernos en los últimos 25 años.


Por esa razón el sector petrolero debe mantenerse como una sola unidad bajo el dominio exclusivo del estado. Sólo el estado puede ejecutar planes de inversión a muy largo plazo para productos necesarios para el país, mismos que el sector privado no siempre puede hacer, ya que sus decisiones de inversión son guiadas por márgenes de utilidad y con horizontes de tiempo mucho más cortos.


4.- La apertura parcial de Pemex no es realista.

No es válido el argumento de que el estado va a mantener la propiedad de los yacimientos, pero el sector privado puede participar en las actividades de refinación y petroquímica.


En primer lugar, porque al tratarse de actividades ligadas entre sí por el flujo de materias primas y productos elaborados, el sector privado tendría un incentivo permanente para exigir la apertura de otras actividades porque de éstas depende su suministro de materias primas. Ello en virtud de que integrar cada vez más las distintas partes de la cadena de valor permitiría a las empresas privadas desarrollarse con ventajas frente a sus competidores. Así como esta integración es atractiva para las empresas privadas, así lo es para Pemex como empresa del estado.


Así, una apertura parcial previa declaración del Estado de incompetencia financiera y tecnológica, equivale a una invitación abierta al capital privado a participar paso por paso en todo el sector, hasta llegar a la propiedad privada de los yacimientos. Ya que se trata de procesos progresivos, es decir, es ilusorio pensar que puede haber una apertura parcial y que todo lo demás queda fijo, cuando las empresas privadas, por su propia naturaleza, requieren todo el tiempo optimizar su productividad.


Eso explica el atractivo para las empresas privadas de participar en refinación y petroquímica, aún cuando se trata de márgenes de utilidad bajos o volátiles, es decir, porque se entiende, que es solo un primer paso hacia la posesión de los yacimientos.


Particularmente en el caso de la tecnología para exploración en aguas profundas, lo que de manera abierta piden las empresas que la ofrecen no es recibir una contraprestación económica a cambio de este servicio, sino participar como dueños de los yacimientos que se descubran, de las enormes ganancias que generará su explotación. Cabe señalar que aprobar cualquier modificación a la ley secundaria para permitir “alianzas estratégicas” con este fin, significaría enajenar el patrimonio inalienable de los mexicanos y la ruptura del pacto constitutivo de la Nación.


5.- El gobierno tiene malos antecedentes como privatizador de entidades estatales.

El gobierno ha privatizado empresas con muy malas experiencias. Por una parte, ha hecho más ricos a los ricos, pues en la mayoría de los casos les ha entregado empresas que son monopolios y que sólo se transformaron de monopolios públicos ineficientes en monopolios privados altamente productivos para sus dueños y altamente nocivos para los consumidores o usuarios de los servicios. En otros casos privatizó empresas que luego tuvo que rescatar de la quiebra, gastando más en su rescate que lo que había obtenido por ellas. El gobierno mexicano ha demostrado ser incapaz de regular los monopolios, asegurar precios competitivos o impedir abusos contra los consumidores. Con esos antecedentes plantear una apertura en el sector más lucrativo de todos los que tenemos como país, es simplemente venir a ofrecernos más de lo mismo, mayores abusos, mayor desigualdad y mayor concentración de la riqueza en unas cuantas manos.


6.- La apertura, aun parcial, haría perder la posibilidad de integrar a Pemex con el sector de generación de electricidad

Esta integración es factible y es deseable en la medida en que Pemex fabrica combustibles que el sector eléctrico consume y con los cuales podría sustituir parte de sus compras de gas, lo que ahorraría importaciones de gas y a la vez permitiría aprovechar mejor la capacidad de producción de Pemex. Lo anterior facilitaría una planeación racional de la producción futura y sus insumos y así fincar inversiones de largo plazo sobre una base de mayor certidumbre que es imposible tener con inversiones del sector privado.


7.- Hay una sinergia entre la industria nacional, la ciencia y la tecnología, que se perdería con la apertura de Pemex

El sector petrolero integrado es tan amplio y tiene tales necesidades de ingeniería y ciencia, que se puede y debe aprovechar para impulsar proyectos de investigación y desarrollo en muchos campos: la geofísica, la energía, la ingeniería de diseño y de proceso, el desarrollo de materiales y la investigación sobre fuentes alternativas de energía. Hoy estas labores están reducidas a un mínimo de su potencial, pero esto ha sido una decisión equivocada de los gobiernos recientes más que un desarrollo natural. Lo lógico es, por el contrario, que como industria nacional se convierta en el centro de la sinergia entre el sector productivo y la comunidad científica. La apertura al sector privado haría perder este potencial porque las empresas privadas llevarían su investigación y desarrollo a sus propios laboratorios, posiblemente del extranjero, y no a la comunidad nacional. Cuando las patentes y los procesos de la comunidad nacional pasarían a ser un activo nuevo de México y de los mexicanos, en el caso de la apertura se convertirían y marcas y patentes privadas, a las que les deberíamos pagar regalías. De hecho, esa política equivocada es la principal causa del rezago en el desarrollo de tecnologías y de fuentes alternativas de energía.


8.- El sector petrolero contribuye una gran parte del ingreso fiscal.

La contribución fiscal del sector petrolero es vital para la estabilidad de las finanzas públicas. En 2007 el ingreso petrolero que fluyo hacia el presupuesto federal fue de 863 mil millones de pesos, 37 por ciento de todo el ingreso presupuestal. El porcentaje se ha mantenido alto en los últimos 25 años. En 1982, cuando se acusaba al gobierno de haber petrolizado la economía, fue el 34 por ciento del ingreso total. Aun en años de precios de petróleo bajos (como en 2001), el porcentaje fue el 30 por ciento del ingreso.


Cualquier apertura a la inversión privada debilitaría gradualmente la capacidad de PEMEX para generar un alto flujo de efectivo y contribuir fiscalmente, ya que ninguna empresa privada podría pagar los impuestos que PEMEX paga, mismos que fueron 63 por ciento de sus ingresos por ventas hasta la última información contable de septiembre de 2007.


Lo anterior no significa que PEMEX pueda seguir contribuyendo estos montos tan altos sin aumentar su gasto de inversión sustancialmente para nuevas exploraciones y desarrollos. La solución optima para las condiciones particulares de México, sin embargo, no es vender partes de PEMEX o pedirle al sector privado que aporte capital en ellas, sino hacer un ajuste verdadero en el ingreso fiscal no petrolero con una auténtica reforma fiscal y reducir el gasto corriente y a la vez, dar a PEMEX autonomía de gestión como empresa estatal para que desarrolle y financie los proyectos prioritarios de manera integrada y con visión de largo plazo.


9.- La contribución de Pemex al desarrollo nacional es susceptible de mejorarse con una nueva política que le permita a la empresa mayor eficiencia y mejores prácticas, sin reformas encaminadas a la privatización.

Esta mejora ha estado esperando por décadas y no se ha materializado por la inacción de los gobiernos y los intereses personales y de grupo, en lugar de al desarrollo nacional. Pero esto no quiere decir que no se pueda lograr, lo que redundaría en un inmenso beneficio para todos los mexicanos, dada la alta participación que tiene Pemex en la economía y su gran incidencia con múltiples procesos de la industria y los servicios. Una mayor eficiencia, menos dispendio, prácticas laborales más modernas y mayor honestidad en su administración son todos susceptibles de lograrse para beneficio de todos los mexicanos. En contraste, con la participación de empresas privadas en el sector, este tipo de mejoras daría frutos solo para sus accionistas y no para todos.


10.- Mantener al sector petrolero como industria integrada refrendaría la unidad y el orgullo nacional

Tanto se ha dicho sobre la supuesta ineficiencia de Pemex y la necesidad de que las empresas privadas vengan a sacar adelante esta industria de México, que proteger este patrimonio y a la vez potenciar su desarrollo y modernización nos uniría más como nación y comprobaría que los mexicanos somos capaces de superar cualquier problema. Por el contrario, enajenar este patrimonio valioso a intereses privados como resultado de nuestra incapacidad técnica y administrativa, enajenaría el patrimonio de nuestros hijos y causaría una mayor desmoralización. El reto es rescatar al sector energético, no venderlo al mejor postor.


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jueves, 21 de febrero de 2008

ISA Servicio informativo núm. 359

Ciudad de México, 21 de febrero de 2008
Servicio informativo núm. 359


Sumario:


I. Se compromete López Obrador a demandar a los legisladores del FAP a que hagan suya la lucha por la libertad de los presos políticos de Atenco


II. Pemex: la presa sitiada, por Luis Linares Zapata


III. Petróleo: quién manda en México, por Adolfo Gilly


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SE COMPROMETE LÓPEZ OBRADOR A DEMANDAR A LOS LEGISLADORES DEL FAP A QUE HAGAN SUYA LA LUCHA POR LA LIBERTAD DE LOS PRESOS POLÍTICOS DE ATENCO


Desde San Salvador Atenco, donde inició hoy en la mañana su gira semanal que lo llevará, esta vez, a presidir asambleas informativas en 18 municipios del Estado de México, Andrés Manuel López Obrador exigió “al gobierno espurio y a las autoridades mexiquenses la pronta puesta en libertad de los presos políticos encarcelados hace seis años por evitar que el gobierno de Vicente Fox los despojara de sus tierras para construir un aeropuerto”.


El presidente legítimo de México expresó su solidaridad con el grupo de detenidos y con los pobladores del municipio; al mismo tiempo, los felicitó “porque no permitieron que los voraces de la derecha panista se salieran con la suya, es decir, que hicieran negocio a costa de despojar a los campesinos de Atenco de sus tierras”.


A petición expresa de los colonos en el sentido de que los diputados y senadores del Frente Amplio Progresista pidan la amnistía de los presos políticos de Atenco, López Obrador se comprometió a solicitar a los legisladores del PRD, PT y Convergencia que tomen el caso y realicen las gestiones necesarias hasta lograr la liberación de los atequenses, y señaló que “resulta increíble que el ex jefe de la policía y responsable de reprimir a los ciudadanos del municipio, Wilfrido Robledo, haya sido exonerado de toda responsabilidad. Con la exculpación de Robledo, se confirma que en nuestro país sólo se castiga a quien no tiene con que comprar su inocencia”, manifestó.


López Obrador expresó que desde hace 25 años no ha habido autoridades responsables que realmente representen al pueblo y defiendan los bienes nacionales. “El gobierno se ha convertido en un comité al servicio de unos cuantos y lo representan una pandilla de rufianes que usurpó la Presidencia de la República; la banda más peligrosa que opera en el país se encuentra en Los Pinos”, resaltó.


En Teoloyucan, exigió a Felipe Calderón, a Juan Camilo Mouriño y a Alfredo Elías Ayub que ofrezcan una explicación pública por el contrato otorgado a Repsol, por 15 mil millones de dólares, para la compra de gas, sin que mediara licitación alguna. Mencionó que “el gobierno del presidente pelele, Felipe Calderón, ha privatizado silenciosamente la industria eléctrica, mediante la compra de 35 por ciento del recurso energético a empresas extranjeras, principalmente españolas”, recordó

Trajo a colación también que el gobierno de Fox intentó despojar al pueblo de Atenco de sus tierras para construir un aeropuerto y realizar un negocio con la urbanización de 600 hectáreas en el mencionado municipio. “Y ahora —sostuvo—, la derecha panista tiene la intención de privatizar la industria petrolera; sin embargo los mexicanos evitaremos que se consuma una traición a la Patria”, aclaró.


En los municipios de San Salvador Atenco, Teoloyucan y Melchor Ocampo, Andrés Manuel López Obrador invitó a la gente a participar el próximo domingo a las 11 de la mañana en la asamblea nacional que se realizará en la Torre de Pemex de la Ciudad de México, en donde se dará a conocer el programa de acción a seguir en caso de que Calderón envíe al Congreso una iniciativa para facilitar la privatizar del sector petrolero.


Por la tarde, López Obrador se reunió con los habitantes de Coyotepec y Huehuetoca, a quienes informó que el gobierno legítimo de México tiene una red de representantes con aproximadamente dos millones de ciudadanos comprometidos con el cambio real y verdadero en nuestro país.


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PEMEX: LA PRESA SITIADA
por Luis Linares Zapata
(publicado en La Jornada el 20 de febrero de 2008)


Las elites decisorias del país han llegado a un acuerdo para la apertura de Pemex a la inversión privada. Por tal referencia se entiende, en verdad, la entrada del capital externo que, se alega, portan las empresas de energía internacionales que por años le han dado la vuelta a la noria de las presiones, los consejos y hasta los sobornos con tal de hacerse con una parte de la jugosa renta petrolera. El PAN y el gobierno federal, auxiliados por un conjunto de gobernadores ávidos de meterle el diente a los remanentes petroleros, han jalado a los dirigentes cupulares del PRI a este tinglado de intereses. Juntos, quieren modernizar a Pemex, eufemismo que trata de ocultar, ante los mexicanos de banqueta, las crudas intenciones que los empujan a trastocar o darle la tramposa vuelta a la misma Constitución.


Frente a ellos se mueve una fuerza popular de la magnitud suficiente para detener tan inicuo proyecto. Es la fuerza de los clasificados, con la malicia de los colmilludos, como duros, intransigentes, los trasnochados nacionalistas, los opositores irredentos. Pero lo que estos mexicanos sienten, saben por negativa y hasta trágica experiencia, es que sin el total control de los energéticos, tal como hoy ordena la Constitución en su artículo 27, México perderá la capacidad de decidir su destino. Sin el apego al espíritu nacionalizador que rescató los hidrocarburos nacionales de manos extranjeras, allá por el lejano 38 del siglo pasado, el futuro económico, tecnológico, industrial y hasta cultural del país entrará en un túnel sin salida. La cruzada para evitar la catástrofe planeada desde el poder no se detendrá hasta lograr el propósito que la anima. Se cuenta, para ello, con la lucidez de muchos mexicanos que van aportando análisis, estudios, experiencia pero, sobre todo por la creciente movilización del pueblo.


La compulsión privatizadora, entreguista, de esa elite burocrática es entendible. Lo es porque las personas que la integran cuidan, en primerísimo lugar, sus propias biografías. Carreras políticas que pretenden sean de éxitos continuos, asegurados desde las cúspides. Son hombres y mujeres timoratos, con muy pocos arrestos para enfrentar dificultades, para defender lo que los de abajo requieren. Siempre están atentos a los que sucede arriba de ellos, a veces voltean a sus lados pero sólo en raras ocasiones atisban abajo, menos aún hacia adelante para otear un futuro que siempre está plagado de incógnitas e inseguridades. Carecen de grandeza para emprender aventuras transformadoras, las de gran aliento que exigen la imaginación de la que carecen, duras luchas que esquivan a toda costa, desgastes y, en especial, solicitan perseverancia y trabajos múltiples difíciles de adoptar como cotidiana práctica.


Por estos días de pasiones e ilegitimidades angustiantes, las presiones de sus patrocinadores se han robustecido. Sostienen que el momento ha llegado. No se puede esperar más. Alegan que las reservas se agotan, los recursos escasean, la tecnología no se domina, la administración es deficiente, el sindicato asfixia, la necedad de algunos estorba y se alienta la resistencia al cambio. Han estudiado con detenimiento el tiempo preciso para actuar. Las encuestas de opinión les dicen que, a pesar de que la mayoría de los mexicanos no quieren abrir Pemex al capital trasnacional, la conciencia de la muchedumbre es débil, puede afectarse con una efectiva campaña publicitaria. Una donde se diga que no se puede aguantar más el declive de la empresa, que las alianzas no son contratos de riesgo, que no se privatizará ni un tornillo. Llegan a citar, con toda la alarma del enterado, que los estadunidenses recurrirán al estúpido método del popote para chuparse los veneros de chapopote de este lado de la frontera marítima. Y esto lo anuncia, con voz de salvador, un hombrecito del priísmo más decadente (Labastida) que pretende salvar a Pemex. Sin verse como un simple favorecido por la gracia de amistades, por la ayuda de subordinados encumbrados para terminar con una carrera sin lustre, sin logros, llena de escaladas inmerecidas y sonadas derrotas, ayuna de aportaciones a favor del pueblo o de cualquier causa noble.


La interesada compulsión privatizadora de esa clase de personajes que integran la elite oficialista actual sigue adelante, ahora con ímpetu renovado por las fuertes presiones que reciben de aquellos empresarios de gran calado que, para hacer negocios, para incrementar sus enormes fortunas, requieren del manto gubernamental. O por aquellas empresas y hasta gobiernos a los que les urge asegurar sus atentos proveedores confiables. Trasnacionales que desean, con ahínco, aprovechar los altos precios de los energéticos para engrosar sus obscenas utilidades a costa de los desprevenidos mexicanos que no saben cuidar y defender sus tesoros. Los legisladores del PRIAN, el presidente formal, con sus asesores y demás acompañantes de los medios, no pueden resistir las ambiciones del gran capital, ya sea éste local o foráneo. Es un peso enorme sobre sus timoratos espíritus.


El capital insaciable es la palanca que mueve al aparato establecido y no, como se sostiene con fingida veracidad, las intenciones de mejorar a la más importante empresa de los mexicanos, tal como difunden los preclaros líderes del momento burocrático. Pero tampoco se pueden descartar las complicidades individuales de los que intervienen en el diseño de la ruta privatizadora.


Las ambiciones de los que extienden sombras y tratan de ocultar las reales intensiones de la reforma energética y suavizan sus consecuencias flotan inocultables. Se trasluce el cinismo de los proponentes, los apoyos repletos de malicia sorprenden, la enjundia difusiva y las opiniones de enterados que ponen sus prestigios en la balanza abundan sólo para caer después en el vacío de los extraviados. El petróleo y la energía en general (eléctrica) es un tesoro que debe quedar bajo el dominio de la nación sin injerencia externa o privada. Se trata, en última instancia, de decidir quién manda: el capital externo o los mexicanos.


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PETRÓLEO: QUIÉN MANDA EN MÉXICO
por Adolfo Gilly
(publicado en La Jornada el 18 de febrero de 2008)



La nacionalización del petróleo fue decidida el 9 de marzo de 1938, caminando por los campos de Morelos, por dos generales del Ejército Mexicano formados en las batallas guerreras de la revolución y en las batallas jurídicas de la Constitución de 1917: Lázaro Cárdenas del Río y Francisco J. Múgica. De esa decisión fue informado el gabinete presidencial en la tarde del 18 de marzo, y la aprobó. Nadie sospechaba hasta la noche de ese día —ni las compañías petroleras ni sus gobiernos— la magnitud y los alcances de la medida expropiatoria.


El gobierno del general Cárdenas supo escoger el terreno del enfrentamiento con las compañías extranjeras y tomarlas por sorpresa. No planteó la nacionalización como cuestión de beneficios económicos o de derechos laborales, sino como un dilema sobre quién manda en México: el gobierno de la nación o los dueños del petróleo.


Se debe recordar, recordar bien, que el presidente Cárdenas decretó la nacionalización cuando las empresas petroleras se negaron a acatar un laudo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre el contrato colectivo con sus trabajadores. No era una argucia legal para tener el apoyo del movimiento obrero, que de antemano estaba asegurado. Fue utilizar lo que las empresas creían un incidente jurídico menor para plantear una cuestión de fondo: quién manda, quién decide sobre los cielos, el suelo y el subsuelo de este territorio que se llama República Mexicana, si un grupo de empresas extranjeras subsidiarias de sus gobiernos, que prestos salieron en defensa de ellas, o si los poderes del gobierno de la República elegido y apoyado por su pueblo.


Los tiempos son otros, los gobiernos mexicanos y su relación con el pueblo de esta República también. Pero ante la amenaza de privatizar Pemex en todo o en parte, con capital extranjero o nacional pero siempre capital privado —es decir, que en tanto capital no puede por definición responder al interés de la nación sino al suyo propio, si no dejaría de ser capital—, los fundamentos de la disputa deben plantearse sobre el mismo terreno: quién manda en México.


Es absurdo, para no usar palabras mayores, plantear la cuestión de Pemex como un problema económico o tecnológico, aunque hoy en ambos aspectos la situación de la empresa flaquee. Aceptar la discusión en ese terreno es perderla de antemano.


Por la contigüidad territorial con Estados Unidos, en México, más que en cualquier otra nación del continente, la propiedad estatal del petróleo es una cuestión geopolítica que hace al mando y a la soberanía sobre el territorio nacional. La continuidad del territorio y por ende del subsuelo de ambos países es marca indeleble en la historia mexicana. Hoy más que nunca Estados Unidos, su mando político en la Casa Blanca y su mando militar en el Pentágono, necesitan asegurar el petróleo mexicano como un componente indispensable de su estrategia militar global, tanto hacia los poderes que están al otro lado del Atlántico como hacia aquellos al otro lado del Pacífico.


Estados Unidos necesita –necesitó siempre— subordinar las fuerzas armadas mexicanas a sus fines estratégicos, a sus tecnologías, a su entrenamiento y a sus doctrinas militares y de seguridad, que son lo mismo. Hasta la Segunda Guerra Mundial no lo había logrado. Después vino el largo y paulatino cedimiento y por fin, desde Salinas de Gortari en adelante, las cesiones y concesiones en cascada.


Estados Unidos se ha propuesto, y en buena medida lo ha logrado, recorrer hasta el Canal de Panamá lo que considera su frontera geográfica de seguridad. El Plan Puebla-Panamá, como es bien sabido, es parte de esa vasta operación geopolítica, para la cual ha contado con la colaboración de los gobiernos mexicanos al menos desde Carlos Salinas hasta el presente. Pero no le basta recorrer de hecho esa frontera. Necesita la sumisión de los gobiernos nacionales de esos territorios y el control de sus recursos naturales y económicos —no la propiedad total, por supuesto, sí el control y la subordinación—. Frente a las potencias asiáticas y a las potencias europeas, cualesquiera sean sus relaciones con ellas en cada momento, ésta es su zona de seguridad continental, su territorio amurallado. Esa doctrina no sólo no ha cambiado con la globalización. Por el contrario, se ha fortalecido con razones y exigencias nuevas, antes inexistentes.


Esa estrategia histórica de dominación y subordinación (que no de simple dependencia económica) tiene hoy componentes materiales e ideales que en conjunto conforman una renovada operación de ablandamiento de las resistencias nacionales mexicanas y latinoamericanas en nombre del libre comercio y la libre circulación de capitales (que no de personas, como debería ser el corolario).


Uno de esos componentes es haber logrado que el narcotráfico pasara a ser asumido por las autoridades mexicanas, ya no como una cuestión policial de primera importancia, que lo es, sino como una supuesta cuestión de seguridad nacional; mientras en modo alguno lo es tal para el ejército y el gobierno del país receptor y consumidor de la droga, Estados Unidos. Cualquiera sea su origen, una evidente operación de desestabilización política se esconde en los vericuetos y las guerras del narcotráfico, una buena parte de cuyos capitales y mandos, como diversos estudios lo han mostrado, están al otro lado de la frontera norte de México. En este contexto la Iniciativa Mérida es una de las varias facetas de la operación general de ablandamiento de las resistencias y las defensas de esta nación.


El 12 de febrero pasado Pedro Miguel escribía en estas páginas: “La Iniciativa Mérida es un acuerdo para que un gobierno incapaz de acabar con el trasiego de estupefacientes reciba asistencia de otro que tampoco puede o quiere erradicar el narcotráfico. [...] El hecho es que los gobernantes gringos no han podido o no han querido acabar con el narcotráfico. Con todos sus radares, sus satélites, tan precisos que pueden discernir a la distancia la marca de un bolígrafo; con sus aparatos de intercepción de conversaciones, sus sensores de infrarrojos, sus bases de datos y sus sistemas en tiempo real; con sus Hummers artillados con calibres de guerra, sus aviones espía, sus efectivos de la DEA, el FBI, y la Migra, sus marines, sus boinas verdes, sus rangers, sus mercenarios, sus portaviones, sus guardacostas, sus cárceles concesionadas a empresas de excelencia y su sistema judicial que presumen como si fuera eficiente y bueno, los centenares de toneladas de cocaína siguen fluyendo sin problemas hacia las fosas nasales de los consumidores”.


Aparte de los grandes intereses económicos involucrados en la industria de la droga, la estrategia del llamado combate al narcotráfico asume los rasgos de una redición de lo sucedido en Colombia, con las funestas consecuencias allá registradas para la soberanía nacional y la democracia. En un mundo de estados nacionales como en el que vivimos pese a todas las teorizaciones acerca de la disolución o el desvanecimiento de dichos estados, pocas cosas convienen tanto a las ambiciones de dominación de un vecino poderoso sobre uno de esos estados como el que las fuerzas armadas de tal nación se vean envueltas en tareas policiales –y además, en tareas de represión contra su propio pueblo, llámese éste Chiapas, Guerrero o Oaxaca.


¿Es que este cuento va a proseguir? ¿Es que se va a insistir en discutir la cuestión de Pemex y del petróleo como un problema exclusivo de recursos económicos y tecnológicos? ¿Es que no es evidente la operación de dominación emprendida sobre México —y su timing preciso— por una nación hoy desequilibrada por su propio poderío y por la ineptitud patológica de sus actuales gobernantes junto a la desmesura de sus obsesiones y ambiciones? ¿Es que no se ve el peligro que significa hoy, precisamente hoy, la dinámica geopolítica de ese país vecino?


¿Y las ambiciones de privatizar Pemex, de un modo u otro, en todo o en parte, con uno u otro subterfugio legal, con capital nacional o extranjero, nada tienen que ver con esa situación?


Es además insensato, absolutamente insensato, entrar a discutir y resolver con inusitada premura una cuestión vital de soberanía y geopolítica de la nación mexicana precisamente en los momentos en que ese vecino, Estados Unidos, componente ineludible de las decisiones sobre dicha cuestión, está envuelto en su controvertido y cercano cambio de gobierno; atrapado militarmente en Irak y Afganistán; desbalanceado por las crisis de su economía; y habiendo descubierto por fin que la globalización no significa su dominación mundial indiscutida, sino también el ascenso de las ambiciones y los desafíos de las grandes potencias de Europa y de Asia.


Es preciso cambiar de raíz el terreno y los tiempos de la cuestión petrolera mexicana. No es sino en segundo nivel una de financiamiento y tecnología. Tanto lo han dicho que fatiga repetirlo: si se modifica el régimen impositivo que succiona todos los recursos de Pemex y le impide financiar su crecimiento tecnológico, la empresa petrolera nacional tiene amplio campo de afirmación, exploración y crecimiento. Ese régimen por el cual Pemex es el sostén principal del presupuesto del Estado tiene un solo beneficiario: el capital privado. Gracias a Pemex, los niveles impositivos sobre los capitales privados están entre los más bajos que hoy existan. No es verdad que si se permite a Pemex capitalizarse no habría recursos en el presupuesto para los rubros de salud, educación, infraestructura y otros. Esto es chantaje puro. Esos recursos deben salir de los impuestos normales a las ganancias del capital, terminando con la condición de semiparaíso fiscal que se le ha impuesto al territorio nacional. Tampoco es verdad que habría fuga de capitales. Demasiado codiciado para la inversión es este país, por razones similares a las que lo hacen codiciable para las ambiciones de la nación del Norte.


El debate y las decisiones sobre el estatuto jurídico de Pemex y los recursos para su eficiencia y su modernización tienen que partir de esta plataforma. No es una cuestión ante todo económica y técnica. Es una cuestión de geopolítica y de soberanía nacional: quién manda en México.


En caso contrario, el gobierno nacional —y gobierno son los tres poderes, no sólo el Ejecutivo— se vería colocado en la paradójica situación de cumplir con la consigna zapatista: mandar obedeciendo. Pero obedeciendo al mando establecido en el Pentágono, la Casa Blanca y Wall Street, dueños una vez más, por sí mismos o por interpósitos capitales privados mexicanos, del control de los recursos petroleros de la República Mexicana.


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martes, 19 de febrero de 2008

¿Deveras se va a rescatar el espíritu del cardenismo en Pemex?

México SA
Carlos Fernández-Vega
cfvmx@yahoo.com.mx •
cfv@prodigy.net.mx
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¿Deveras se va a rescatar el espíritu del cardenismo en Pemex?
No es nuevo el truco de recortar el mensaje del general para adecuarlo al espíritu privatizador

Qué bueno que apenas están en la fase del “diagnóstico” y aún no “elaboran” la iniciativa de “reforma” energética, porque carentes de uno y otra de cualquier forma marchan directo hacia la privatización total.

Una de las áreas en ese sentido más adelantadas es la petroquímica, la cual, desde tiempos de Miguel de la Madrid, fue cedida, por medio de la “reclasificación” de básica a secundaria, a los grande corporativos privados, en aquel entonces mayoritariamente mexicanos. Los gobiernos subsiguientes utilizaron el mismo truco, por medio del cual se evitaron el engorroso cuan transparente trámite de modificar la Constitución.

Ya el inquilino de Los Pinos adelantó ayer lo de los “contratos de largo plazo para el suministro de materia prima para la industria nacional, concretamente etano y gasolinas naturales”, con lo que, dijo, “estaremos en mejores condiciones para atender la demanda de insumos petroquímicos en el país y podremos reducir las importaciones”. ¿Quién los produciría? Lo más seguro que los mismos a los que ahora se les compra etano y gasolinas en el extranjero.

Pero bueno, ya el equipo privatizador había anunciado el comienzo de “una campaña mediática para promocionar” la “no privatización”, que privatiza todo, por él promovida. Y una de las frases que en este contexto comienza a sonar es que con la “reforma” energética “vamos a rescatar el espíritu del cardenismo en Pemex… Tuvo razón el general en hacer ese acto de nacionalismo (la expropiación petrolera), pero también la tuvo en plantear una ley donde la participación de la iniciativa privada es perfectamente aceptable, viable y nacionalista” (senador panista y “negociador de Felipe Calderón en el tema energético”, según lo presentan, Rubén Camarillo Ortega, en declaraciones a Milenio).

En efecto, fue hasta 1958, último año de Adolfo Ruiz Cortines en Los Pinos, cuando se aprobó la ley reglamentaria del 27 constitucional en materia petrolera, pero de allí a que Lázaro Cárdenas promoviera o celebrara la participación del capital privado en esta industria existe un mar de diferencia.

De hecho, en su cuarto informe de gobierno (1938), el general Cárdenas subrayó: “Y para evitar en lo posible que México se pueda ver en el futuro con problemas provocados por intereses particulares extraños a las necesidades interiores del país, se pondrá a la consideración de vuestra soberanía que no vuelvan a darse concesiones del subsuelo en lo que se refiere al petróleo y que sea el Estado el que tenga el control absoluto de la explotación petrolífera”.

No es nuevo el truco de “privatizar” a la Esfinge de Jiquilpan. El más reciente fue el segundo director foxista de Petróleos Mexicanos, Luis Ramírez Corzo, quien cortó y recortó las palabras del general a su gusto y alcance privatizadores. Decía el ex funcionario (18 de marzo de 2005) que Cárdenas “reivindicó” la participación del capital privado en la industria petrolera nacional, y lo habría hecho en su quinto informe de gobierno (septiembre de 1939).

El problema es que el ex director de Pemex recortó el mensaje para adecuarlo al espíritu privatizador, igual que ahora. De acuerdo con este personaje del foxismo, en aquella ocasión Lázaro Cárdenas se limitó a decir que “el gobierno de la Revolución no desconoce la importancia de la ayuda que puede prestarle la inversión privada, la cual tiene legítimo campo de acción para fortalecer la economía nacional, y juzga que su actuación no es incompatible con la del gobierno si se adapta a las exigencias de su programa, de cuyos benéficos resultados a la postre también disfrutará”.

A Ramírez Corzo, sin embargo, se le “olvidó” mencionar el párrafo siguiente del informe presidencial, que precisaba: “si una parte de las fuerzas productivas del país se retrae y no participa u opone resistencia a esta grande empresa nacional; si para algunos elementos no existe otra mira ni propósito que obtener de sus inversiones el máximo de utilidades para beneficio propio exclusivamente, no sería concebible que la Revolución, nacida de una protesta del país entero en contra de un sistema económico estrictamente individualista y utilitario, y habiendo mantenido este espíritu durante 28 años, detuviera su marcha ante la consideración de que sus actos pudieran provocar momentáneos trastornos, contribución insignificante cuando se trata de alcanzar una organización económica que, descansando sobre bases humanas y de justicia, provoque permanente bienestar y un robustecimiento sano y fecundo de la explotación de los recursos del país”.

Y por si hubiera duda, el de Jiquilpan agregaba: “fomentar la riqueza para aumentar las utilidades de los inversionistas; emplear los fondos y la autoridad pública en rodear de todo género de facilidades y garantías a los privilegiados para que éstos retiraran un mayor lucro sin otro fin que disfrutarlo en beneficio propio, dictar leyes protectoras de esta política grata a los que ven en la riqueza un objetivo final sin preocuparse de quienes la disfruten, constituyó el ideal político de los gobernantes del país durante un largo periodo de nuestra historia y fue la causa del desencadenamiento en su contra de las incontrastables energías populares y del triunfo de la Revolución… los recursos del país no deben constituir reservas especiales en provecho de intereses personales, nacionales o extranjeros, sino ser explotados en beneficio de la colectividad”.

A Ramírez Corzo, como al citado senador panista y otros jilgueros, no le dieron los ojos para descubrir otro mensaje en el discurso de Lázaro Cárdenas: “mi gobierno (…) se encontró dentro de los términos contradictorios de un dilema ineludible, constituyendo uno de sus extremos la subordinación de todo programa de mejoramiento social a la conservación de la riqueza organizada, solución preferida por la clases conservadoras que, cerrando los ojos a la miseria y a las necesidades del pueblo, han perseguido un interés lucrativo individualista. El otro extremo, (…) la organización solidaria de los trabajadores... El gobierno se decidió por este último extremo del dilema”.

Las rebanadas del pastel

¿Van a “rescatar el espíritu del cardenismo en Pemex”?. Bien, pero que lo hagan completo, no a modo.

lunes, 18 de febrero de 2008

ISA Servicio informativo núm. 355

Ciudad de México, 18 de febrero de 2008
Servicio informativo núm. 355


¿PAÍS O COLONIA?

por Andrés Manuel López Obrador


A solicitud del periódico Reforma, Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México, publica hoy un artículo en el que describe su proyecto en materia petrolera y expone que el país se ha convertido en un importador de derivados del crudo dado, que no se ha dado prioridad al sector energético. El siguiente es el texto de dicha colaboración periodística.

Ciudad de México (18 febrero 2008).- A diferencia de la derecha y de sus tecnócratas, nosotros pensamos que podemos sacar adelante al país desterrando la corrupción de la que se alimentan y nutren mutuamente el poder económico y el poder político de México.

También creemos que es indispensable, para la transformación del país un modelo económico propio que tenga como eje aprovechar la vocación de trabajo de nuestro pueblo y el uso racional de los recursos naturales, sobre todo de los energéticos.


Aquí no trataré el problema de la corrupción política y de los beneficios que obtendríamos con erradicarla. No hablaré de los jugosos negocios que actualmente se están haciendo al amparo del poder público, como es el caso del reciente contrato de compra de gas a Repsol de España por 15 mil millones de dólares, asignado sin que se presentara ninguna otra oferta y con gas extraído en Perú y revendido a la Comisión Federal de Electricidad a precios elevadísimos.


Tampoco me referiré a lo mucho que ganaríamos al liberar de la opresión a los trabajadores mexicanos, a quienes se les ha cancelado el futuro en su patria y se han visto obligados a emigrar para desatar en el extranjero su talento y laboriosidad.


El propósito de este artículo es resaltar la importancia estratégica del petróleo y de cómo podríamos convertirlo en palanca del desarrollo nacional. La relevancia del sector energético radica en que se extiende desde la extracción del crudo y el gas hasta la refinación, la petroquímica y la generación de electricidad. Los productos de estas industrias son insumos de otras y, así, se va formando una gran cadena de valor económico. Además las industrias energéticas usan de manera masiva bienes y servicios de otras ramas de la economía, con lo que se fortalece el mercado interno.


Por otra parte, todas las proyecciones indican que la demanda de energéticos seguirá en aumento; incluso, se estima que para el año 2020 será 50% mayor que la actual. Es decir, aun cuando se continúa investigando sobre otras fuentes de energía, todavía por varias décadas el desarrollo de la economía mundial seguirá sustentándose en los hidrocarburos.


Es en este horizonte en el que México goza de invaluables posibilidades de desarrollo. Nuestro país cuenta con reservas potenciales de crudo suficientes para producir gasolinas y petroquímicos y, además, posee en el subsuelo gran cantidad de gas natural que, cada vez, con mayor frecuencia se está utilizando para la generación de energía eléctrica.

Ahora bien, ¿por qué se ha desaprovechado este gran potencial económico y no se ha usado el petróleo para fomentar la industrialización, generar empleos y convertir a México en una potencia energética? La respuesta, aunque parezca increíble, tiene que ver con la idea que ha prevalecido, en los últimos 25 años, de privatizar la industria eléctrica y el petróleo. Y desde luego, detrás de esta concepción está el interés de quienes ambicionan apropiarse de recursos que son propiedad de la nación y del pueblo de México.

Sólo así se explica que desde 1983, en vez de modernizar la industria petrolera y convertirla en palanca del desarrollo nacional, todos los gobiernos neoliberales han optado, deliberadamente, por arruinarla y tener el pretexto para venderla y convertirla en un negocio privado.

Durante este periodo, la política energética ha sido manejada con perversidad, de manera irresponsable y con una sorprendente falta de visión y sentido común. Lo único que les ha importado es vender petróleo crudo al extranjero haciendo a un lado la exploración de nuevos yacimientos y, sobre todo, dejando en el abandono la refinación y la industria petroquímica.

La inversión pública directa de Petróleos Mexicanos (Pemex) se redujo al mínimo; pasó de 2.9% del PIB en 1982, a 0.57 en el 2007. También en electricidad disminuyó de 1.2% del PIB en 1982 a 0.31% en el 2007. Es decir, en ese periodo la totalidad de la inversión pública en el sector energético cayó de 4.12 a 0.88% del PIB.

Por más de dos décadas, la producción prácticamente ha dependido de los campos descubiertos en los años setenta, sobre todo del yacimiento de Cantarell en el mar de Campeche y de los pozos de Chiapas y Tabasco.

Con respecto al gas, los tecnócratas nunca avizoraron la importancia estratégica que llegaría a tener este energético. A la refinación y a la petroquímica se les privó de recursos para su expansión y modernización. Desde hace 25 años no se construye una nueva refinería y por eso estamos importando 307 mil barriles diarios de gasolina, que podríamos estar produciendo en nuestro país, generando empleos para los mexicanos.

Es tan absurdo lo que han hecho que este año se comprará gasolina en el extranjero con un valor de 10 mil millones de dólares, exactamente lo que costarían las tres refinerías que necesita el país para ser autosuficientes en este combustible. En suma, el sector energético no ha tenido prioridad en los planes gubernamentales y México se ha convertido en exportador de crudo e importador de productos con mayor valor agregado.

Todo esto nos ha llevado a una gravísima situación de dependencia. Se compra caro en el exterior la cuarta parte del gas que necesitamos en el país y 40 por ciento de la gasolina que consumimos.

Por si fuera poco, en México, la electricidad y el gas, le cuestan más al consumidor y al empresario que en Estados Unidos y que en otros países del mundo. En cuanto a la gasolina, mientras nosotros pagamos en diciembre de 2007 el litro en 8 pesos con 74 centavos, en otros países petroleros como en Rusia valía 8.48; en Estados Unidos, 7.51; en China 7.16; en Nigeria, 5.28; en Emiratos Árabes, 4.99; en Ecuador, 4.34; en Irak, 3.49; en Kuwait, 2.32; en Arabia Saudita, 1.32; en Irán, 0.97 y en Venezuela 50 centavos por litro.


Ante este panorama y esgrimiendo la falta de recursos económicos y de tecnología, el gobierno usurpador pretende consumar la fechoría de privatizar esta riqueza de la nación y compartir la renta petrolera con empresas extranjeras.

Debe saberse que Pemex, a pesar de la corrupción y del mal manejo, genera cada año un gran superávit de 60 mil millones de dólares, más de 6 por ciento del PIB. Es la empresa más rentable del país (extraer un barril de petróleo nos cuesta 4 dólares y se vende hasta en 80 dólares).

Pemex es la segunda petrolera con mayor flujo de efectivo del mundo. Los impuestos que pagó el año pasado fueron de 60 mil millones de dólares, equivalentes al 38 por ciento del presupuesto del gobierno federal, y a más de tres veces, lo que pagaron de impuestos sobre la renta todas las empresas privadas del país. Si Pemex no invierte lo suficiente, es porque el gobierno se lo confisca todo.

En cuanto a la tecnología, es falso que irremediablemente tengamos que asociarnos con empresas extranjeras y no se pueda contratar. Además hay trabajadores, técnicos e ingenieros petroleros mexicanos con mucha experiencia.


No olvidemos que, contra todos los pronósticos de las compañías extranjeras, Petróleos Mexicanos, en 1938, salió adelante en sus operaciones, como puede lograrlo, con más razón ahora. Es cosa de convocar a quienes saben y están dispuestos a contribuir.


Sólo los tecnócratas acomplejados y vende patrias, pueden argumentar que hoy Pemex no puede y que su entrega al sector privado, nacional o extranjero, es la única salvación.

La política de fortalecimiento energético que proponemos, sin apertura al capital privado, ni nacional ni extranjero, implicaría en una primera etapa, invertir con carácter de urgente, 400 mil millones de pesos que se destinarían a la exploración de nuevos campos, al desarrollo de los yacimientos de gas natural, a la perforación de nuevos pozos, a la construcción de tres nuevas refinerías, a la modernización y ampliación de plantas petroquímicas, a la investigación y tecnología (incluyendo fuentes de energía alternativa) y al mantenimiento de las instalaciones petroleras.

Como es lógico, la pregunta obligada es ¿de dónde saldría el dinero? La propuesta que hacemos es que estos fondos se obtengan de dos maneras: por un lado, proponemos que se reduzca el gasto corriente y de operación del gobierno en 200 mil millones de pesos.


Esto implica, entre otras cosas, suprimir las partidas del presupuesto destinadas a garantizar los privilegios de la alta burocracia que se ha convertido en una de las castas más favorecidas del mundo. Aclaro que no proponemos reducir el gasto en inversión ni reducir los sueldos de los trabajadores de base y eventuales ni en obra pública, en educación y salud, ni en programas de apoyo a los más desprotegidos; sino reducir el gasto burocrático y el destinado a la operación del sector público, donde se ha registrado el incremento más cuantioso en los años recientes.


Conviene decir que el gasto corriente del sector público, del año 2000 hasta la actualidad, aumentó de 714 mil millones de pesos a un billón 466 mil millones; es decir, se duplicó.

Por otro lado, proponemos que todo el excedente que se obtenga por encima del precio del petróleo aprobado por la Cámara de Diputados, se invierta en el desarrollo del sector energético.

Para tener una idea del potencial de esta medida, si se mantuviera el precio internacional actual del petróleo por un año, este excedente sería de más de 200 mil millones de pesos.

Al respecto conviene recordar que, durante el gobierno de Fox, tan sólo de excedentes por los precios altos del petróleo, se recibieron 10 mil millones de dólares por año en el trienio de 2004 a 2006. Y la desgracia fue y sigue siendo, que todo ese dinero, en vez de destinarse a modernizar a Pemex, a promover el desarrollo de México y a garantizar el bienestar del pueblo, se derrochó en beneficio de la alta burocracia o se fue por el caño de la corrupción.

De modo que sí se puede. Sí hay de otra, sí tenemos un proyecto alternativo para hacer frente al gran atraco que dejaría a México y a su pueblo sin desarrollo futuro. Celebremos el 70 aniversario de la expropiación petrolera evitando que la derecha y sus aliados del PRI nos regresen al porfiriato y nos conviertan en colonia.

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