lunes, 10 de marzo de 2008

EL CUENTO DEL TERROR PARA EL ESPECTADOR DE LA MISERIA

EL CUENTO DEL TERROR DEL ESPECTADOR DE LA MISERIA

10 de marzo de 2008.
Por PrometeoNuclear

Tecleo con el dolor del túnel carpiano del ingeniero que trabaja en mi país en una actividad diferente con la que egresó, en el centro telefónico del corporativo financiero con sede en Hong Kong y con la dulce ironía de la joven aspirante de pianista que prefiere comprar lo y cúanto puede en la taquería de la banqueta de enfrente que en la cadena de la pizzería en la cual le pagan un salario por cobrar.

Tengo ahora sí que hablar de aquéllo que calle durante semanas, para no agravar el desorden provocado por aquellos que lucrarían con la guerra de las naciones hermanas, que lucrarían con el triunfo de la envidia y la discordia sobre la paz.

Leo el desprecio con el que la crónica de hoy habla de la estudiante mexicana en Ecuador y sus compañeros, que teniendo más méritos académicos que Yo, para ser mi compañera y compañeros en mis estudios de maestría, no está a mi lado, sólo porque en la última bolsa de trabajo, al enterarse de que "No hay vacantes" para los estudiantes de maestría, sus convicciones hicieron que hicieran a un lado las ilusiones y Yo no.

No la juzgaré con el temor y las fantasías de la cronica de hoy. No soy un romántico que no distingue la perversidad de la violencia ya sea aplicada por el Estado gobernado por la firma de una familia que proviene, como dicen en inglés, de ultramar, o por el ingenuo resentimiento de ese que ve al estudiante de maestría, hijo apenas de clase media como enemigo envidiable y secuestrable para propagandizar la causa y que terminará justificando más la violencia del firmante.

Contrario a lo que se ve aparentemente, no se toma esta posición por cobardía, sino por aquello que algunos idealistas llaman "las más altas convicciones de la humanidad", por las cuales no se puede aprobar la violencia como sistema. Pero tampoco esperaré prejuiciado por lo que un político italiano ha llamado "el temor del espectador de la miseria", como lo hace la crónica de hoy.

Escucharé atentamente las razones de la estudiante mexicana, aquélla a la cual el sistema dejó sin ilusiones y tal vez, sin alternativa. La escucharé cuando ella esté lista para hablar.
Aunque los pseudo-intelectuales sin bondad, morbosos de la represión y fascinados por la violencia como sistema, me propongan un guión al estilo la película "Cobrador", observaré reflexivamente los hechos con mente fría.

Esta vez esperaré que las naciones hermanas prosigan su senda de desarrollo y progreso común, aguardaremos como con la virtud teologal, pero como parafraseando a Schiller en la "Oda alegría" cuando dice que al gusano se le concedió el placer, pero que hay un propósito más elevado reservado para la humanidad; esperaré con la resolución de la que careció el Hamlet de Shakespeare cuando se cuestionó si tomando la espada contra los dardos del piélago de calamidades de la incesante fortuna, si es "no ser", soportarlos, o es "ser" acabar con ellos.
Espero el testimonio, pero sin el temor de la crónica de hoy de los meros espectadores de la miseria. Aguardo con la convicción de que debo hacerle frente al gusano del placer de la globalización financiera y al incesante piélago de calamidades del imperialismo con la idea de desarrollo y progreso para aquéllos que no sólo son espectadores de la miseria, sino que son los protagonistas al mismo tiempo de la miseria que contemplan, como lo diría un político italiano, una miseria, no sólo material, sino espiritual.

Aguardaré, pero sin hacer el cuento del terror para el espectador de la miseria.

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