De Machetearte
Sobre la Privatización de PEMEX
Por Iván H.
A últimas fechas hemos escuchado mucho discurso (pero poca acción) en el tema referente a la posible privatización que el gobierno federal (con el apoyo de una propuesta de reforma energética en una mano y en la otra el consenso en mayoría del pleno de la cámara de diputados) busca para PEMEX. Dada esta situación, los grupos de poder y las altas cúpulas de nuestro país han emitido sus pronunciamientos (nuevamente, mucho discurso pero poca acción) algunos a favor, algunos en contra, de lo que representaría este golpe a la economía de nuestro país.
Algunos de ellos, los que andan buscando la privatización, pretenden marearnos con palabras que no hablan mas que de los intereses personales que buscan obtener mediante la entrada e inversión del capital privado en el que quizá es el más grande negocio de la era presidencial panista. Mucha lana, poca conciencia histórica y más terrible aún, poca inteligencia, es lo que se pone a tela de juicio con cada uno de los discursos que los miembros de la bancada panista suelta en una franca diarrea verbal de choros y fastidiosas declaraciones sobre un hecho que seguramente habrá de perjudicar a todos.
Y es que al parecer, nadie se da cuenta de que lo que se propone al invertir capital privado en una paraestatal tan grande e importante como lo es PEMEX (la última de esa magnitud), es que el dinero invertido buscará obtener sus propias ganancias. No es tan difícil de entender.
Veámoslo así, con un ejemplo burdo: PEMEX al año invierte 1000 pesos y recibe 100 pesos de ganancias. Si el monto de la inversión fuera cubierto en un 100% por el Estado mexicano, el 100% de las ganancias se quedarían para PEMEX y de ese porcentaje de ganancias es de donde se obtiene el dinero que representa cerca del 40% del PIB de la economía nacional, mismo que es utilizado por el gobierno para ser distribuido en las grandes necesidades de nuestro (ya de por si fregado) país. Ahora bien, si le entro con 200 pesos a la inversión, estoy siendo partícipe del 20% del capital que se está invirtiendo (del cual espero obtener ganancia, porque si no ya no es negocio) y, por lo tanto, cuando venga el balance de las cuentas, del 100% hay que reducirle el 20% que representan las ganancias de mi inversión. De este modo, PEMEX se queda con 80% (80 pesos) y el 20% restante (20 pesos) es para el inversionista. Luego entonces, evidentemente 80 pesos ya no son el 100% de las ganancias, sino que está reduciéndose el porcentaje, lo cual puede llevar a dos escenarios: 1) que la industria petrolera se vea afectada de igual forma con o sin la entrada del capital privado y que tengamos el riesgo de colapsar la economía nacional puesto que PEMEX aporta casi la mitad del dinero que existe en nuestro país, mismo que será repartido entre los nuevos socios, quienes obtendrán sus ganancias, pero le quitan una buena tajada al pastelote; y 2) que el impacto por estas cantidades que se están alejando del presupuesto del gobierno se busquen recuperar mediante la creación de nuevos impuestos que lleven al traste no sólo a la economía del país, sino que aparte de todo, creen muchos más millones de pobres que no tendrán los recursos necesarios para sobrevivir.
Entonces señores de los poderes de esta gran nación, ¿a qué estamos jugando? ¿a ver quien se hace más rico? La desigualdad y la pobreza siguen y seguirán siendo el pan nuestro de cada día. Las palabras no alimentan a las personas (al menos no en el sentido físico). Los hechos no hacen más que despertar a un pueblo que cada día está más consciente de la realidad (afortunadamente). Expliquen bien qué es lo que quieren hacer, sin miedos ni tapujos. Total, a estas alturas, ¿a quién se le hace raro que la entrada del capital privado no es privatización? ¿a quién le quieren ver la cara? Emitan sus discursos de palabras huecas, pero estén conscientes que el pueblo ya no es tan tonto como para seguir creyendo sus mentiras y nos hemos dado cuenta de que el gran negocio que se traen entre manos es la venta de lo poco que le queda a este país.
Sobre la Privatización de PEMEX
Por Iván H.
A últimas fechas hemos escuchado mucho discurso (pero poca acción) en el tema referente a la posible privatización que el gobierno federal (con el apoyo de una propuesta de reforma energética en una mano y en la otra el consenso en mayoría del pleno de la cámara de diputados) busca para PEMEX. Dada esta situación, los grupos de poder y las altas cúpulas de nuestro país han emitido sus pronunciamientos (nuevamente, mucho discurso pero poca acción) algunos a favor, algunos en contra, de lo que representaría este golpe a la economía de nuestro país.
Algunos de ellos, los que andan buscando la privatización, pretenden marearnos con palabras que no hablan mas que de los intereses personales que buscan obtener mediante la entrada e inversión del capital privado en el que quizá es el más grande negocio de la era presidencial panista. Mucha lana, poca conciencia histórica y más terrible aún, poca inteligencia, es lo que se pone a tela de juicio con cada uno de los discursos que los miembros de la bancada panista suelta en una franca diarrea verbal de choros y fastidiosas declaraciones sobre un hecho que seguramente habrá de perjudicar a todos.
Y es que al parecer, nadie se da cuenta de que lo que se propone al invertir capital privado en una paraestatal tan grande e importante como lo es PEMEX (la última de esa magnitud), es que el dinero invertido buscará obtener sus propias ganancias. No es tan difícil de entender.
Veámoslo así, con un ejemplo burdo: PEMEX al año invierte 1000 pesos y recibe 100 pesos de ganancias. Si el monto de la inversión fuera cubierto en un 100% por el Estado mexicano, el 100% de las ganancias se quedarían para PEMEX y de ese porcentaje de ganancias es de donde se obtiene el dinero que representa cerca del 40% del PIB de la economía nacional, mismo que es utilizado por el gobierno para ser distribuido en las grandes necesidades de nuestro (ya de por si fregado) país. Ahora bien, si le entro con 200 pesos a la inversión, estoy siendo partícipe del 20% del capital que se está invirtiendo (del cual espero obtener ganancia, porque si no ya no es negocio) y, por lo tanto, cuando venga el balance de las cuentas, del 100% hay que reducirle el 20% que representan las ganancias de mi inversión. De este modo, PEMEX se queda con 80% (80 pesos) y el 20% restante (20 pesos) es para el inversionista. Luego entonces, evidentemente 80 pesos ya no son el 100% de las ganancias, sino que está reduciéndose el porcentaje, lo cual puede llevar a dos escenarios: 1) que la industria petrolera se vea afectada de igual forma con o sin la entrada del capital privado y que tengamos el riesgo de colapsar la economía nacional puesto que PEMEX aporta casi la mitad del dinero que existe en nuestro país, mismo que será repartido entre los nuevos socios, quienes obtendrán sus ganancias, pero le quitan una buena tajada al pastelote; y 2) que el impacto por estas cantidades que se están alejando del presupuesto del gobierno se busquen recuperar mediante la creación de nuevos impuestos que lleven al traste no sólo a la economía del país, sino que aparte de todo, creen muchos más millones de pobres que no tendrán los recursos necesarios para sobrevivir.
Entonces señores de los poderes de esta gran nación, ¿a qué estamos jugando? ¿a ver quien se hace más rico? La desigualdad y la pobreza siguen y seguirán siendo el pan nuestro de cada día. Las palabras no alimentan a las personas (al menos no en el sentido físico). Los hechos no hacen más que despertar a un pueblo que cada día está más consciente de la realidad (afortunadamente). Expliquen bien qué es lo que quieren hacer, sin miedos ni tapujos. Total, a estas alturas, ¿a quién se le hace raro que la entrada del capital privado no es privatización? ¿a quién le quieren ver la cara? Emitan sus discursos de palabras huecas, pero estén conscientes que el pueblo ya no es tan tonto como para seguir creyendo sus mentiras y nos hemos dado cuenta de que el gran negocio que se traen entre manos es la venta de lo poco que le queda a este país.
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